Es mejor disculparse que dar excusas.
Domingo de resurrección para algunos, de redención para otros, la lluvia que nos ha acosado las últimas semanas y que por lo menos ha sido compasiva esta tarde de camino a El Plaza Condesa a comparación de otros días. Kill Aniston y sus esbozos del pasado cuando los veíamos tocar casi al ras del suelo, un gran escenario no les pesa, el tiempo no los debilita, la emoción permanece, y la gran ejecución persiste. Say Ocean y su alegría que no termina de cuajar, discretas emociones, tal vez el ánimo festivo no contagia tanto como en otras ocasiones, tal vez estamos demasiado cansados, pero los primeros acordes de Jimmy Eat World nos recuerdan por qué acudimos ansiosos: por verlos por primera vez de forma estelar, por disfrutar su set completo más allá de un festival, por descubrir antes que esperar.
“Sure and Certain”, el momento y el lugar correctos, “I Will Steal You Back”, los primeros coros al unísono, el gran recibimiento para una banda que hemos esperado demasiado, “Big Casino” para perseguir la luz que en tiempos remotos nos hacía ansiar un concierto como este, tanto tiempo que tuvimos que aguantar, tantas cosas que tuvimos que pasar. “For Me This Is Heaven”, la conjunción melódica, el perfecto delirar sonoro, las primeras palabras de Jim Adkins: “es mejor disculparse que dar excusas, así es que perdón por tardarnos tanto en venir”, y la ausencia se recompensa al compás de “Futures”, y así el recorrido por su obra discográfica.
“Polaris” como todo lo que realmente necesitamos: música confortable, acordes para que cerremos los ojos, devaneos instrumentales para que nuestro cuerpo pierda el control. “Pain” como remedio perfecto para todo aquello que nos aqueja, tendremos que volver a la rutina después de apreciar en directo la música que tanto nos alivia, disfrutamos el momento entre los amigos entrañables que entre desvelos repetían las mismas playlists, cantar hasta ahogarnos, movernos por inercia, emular los solos de guitarra y los redobles de la batería. “Pass The Baby” para dejar en claro que Integrity Blues es una evolución más que un forzoso afán de persistencia, que los géneros musicales mutan de formas tan diversas, que al final la creatividad gana ante el estancamiento o el aferrarse al pasado, a lo comercial, a lo que tiene que trascender casi a la fuerza.
“Just Tonight”, momentos que debemos de aprovechar sin miedo, instantes que no debemos dejar ir como las personas que un día deciden desaparecer, sentimientos que se esfumaron cual trago de cerveza, personas a las cuales ya no les queremos hablar, pero la música que persiste nos hace ser mejores. “Get it Faster”, el regreso de golpe a los primeros días, al descubrimiento de la banda que sobrevivió de cierta forma a una camada de agrupaciones que se fueron perdiendo entre la obligación de hacer hits o la pérdida absoluta de inspiración. Los coros curiosos que nos siguen alimentando el alma y moviendo nuestras entrañas. “Get Right” porque tal vez ya no somos los mismos pero seguimos sintiendo de la forma correcta. "If You Don't, Don't", porque muchas cosas que salen mal dependen de nosotros, por todas esas cosas que debimos decir, por todos los sentimientos que no pudimos expresar de la manera correcta, porque hay cosas que simplemente no se dan a la fuerza: “If you don't, well honey, then you don't”, a fuerza ni los zapatos entran.
“It Matters”, la calma obligada, “Lucky Denver Mint” y lo mejor que está por llegar, “Always Be”, rompe el silencio, todo se pondrá cada vez más difícil pero tendrás que superarlo, “Hear You Me”, canta conmigo, estaremos bien siempre y cuando haya música para salvarnos. “Love Never” para aclarar el camino creativo de Jimmy Eat World: siempre abogando por la inventiva antes que la forzosa ansia de crear hits, la armonía perfecta, la apreciación ideal en directo, la demostración de que las grandes bandas también se glorifican en pequeños escenarios y con producciones discretas.
“23”, un número, una edad, los años que pasan, los instantes que recordamos, las cifras que nos aterran, los balances que nos estresan, pero por un momento al escuchar y cerrar los ojos y cantar, la normalidad y la calma nos reconfortan. “Bleed American” pare recordar el instante en el que Jimmy entró a nuestras vidas como un amigo imaginario que tal vez olvidaríamos, pero que nunca dejaríamos atrás. Involuciones frenéticas, puños al aire, mañana volveremos a la normalidad pero esta noche debemos agrietarnos la garganta con los coros de “Sweetness”, "sing it back", el momento cumbre para avivar la nostalgia y regresarnos el ansiado deseo complacido por escuchar esas canciones en directo que tanto nos encantaron: “The Middle”, la fiesta en la que siempre quisimos estar, la situación en la que tal vez nunca supimos como reaccionar, pero finalmente, intentamos lo mejor que podemos, todo estará bien, que nada nos preocupe aunque sea por un instante, no importa si no somos lo suficiente perfectos para alguien más, todo estará bien.
Y todo terminó maravillosamente ante la despedida de Jimmy emocionado después de comerse a El Plaza Condesa, sin importar qué pensarán de nosotros aquellos corazones amargados que se quedaron fuera de un gran concierto que tanto tuvimos que esperar.