Una de las duplas congénitas más importantes del metal, dejaron cuerpo y alma en una noche magnífica llena de temas clásicos.
Sepultura, en la época de Max & Igor Cavalera, grabó su nombre en los anales históricos del metal latinoamericano como ninguna otra banda. Figuras del peso de Phil Anselmo, Lars Ulrich o Scott Ian han manifestado su gusto y admiración por la música del grupo nacido en las tierras brasileñas de Belo Horizonte. Anoche, vimos y escuchamos por qué.
Max e Igor Cavalera—junto a Andreas Kisser y Paulo Jr.—tocaron el cielo y se ganaron el respeto de la crítica mundial con álbumes que se convirtieron en material indispensable del metal. Su gloria comenzó a resquebrajarse en la cima de la fama, tan sólo 10 años después de su material debut de 1985, Bestial Devastation (LP que los hermanos grabaron sin que ninguno pasara los 18 años de edad). También tuvieron que pasar 10 años para que Igor dijera adiós y se reuniera con su hermano mayor para formar Cavalera Conspiracy; proyecto que en 2015 pisó suelo mexicano y que el año pasado, a una década de su álbum debut Inflikted, lanzó su cuarta placa Psychosis.
En 2016, Max & Igor Cavalera festejaron el 20 aniversario del grandioso y trascendental Roots (su último disco juntos con Sepultura), tocando parte del disco más otros temas propios y ajenos, en el Circo Volador; espacio por excelencia del metal en la CDMX que ayer los recibió nuevamente para la presentación en vivo de un set que incluyó dos joyas del death-thrash: Beneath the Remains y Arise.
Ambos materiales, además de ser relevantes para el subgénero, fueron claves para la carrera de Sepultura. Beneath the Remains fue el primero en ser grabado bajo el sello Roadrunner (Black Label Society, Dream Theater, Lamb of God, Mastodon, Suffocation). Arise fue el último de su etapa death-thrash y una transición hacia ese sonido que les dio unicidad en el mundo del rock. Por otro lado, ambos álbumes fueron producidos por el gurú del death metal Scott Burns, que ha trabajado con monstruos del calibre Obituary, Cannibal Corpse, Deicide, Death o Napalm Death.
Con todo esto, el regreso de los hermanos a nuestra capital y su respectivo set de material clásico pintaba para ser una noche fabulosa, y vaya que lo fue. Una enorme fila daba la vuelta al lugar. Los puestos de playeras y otros recuerdos se sumaban a algunos vendedores de arreglos navideños, pintando la calle de un colorido curioso.
El recinto abrió sus puertas y nos recibió con esa estructura tan práctica a manera de teatro que permite apreciar los shows muy bien. Una manta en el escenario lucía el logo de la banda de Michoacán, Mexxika, encargada de abrir la noche con su estilo tribal (el grupo incluye en sus filas a un joven percusionista) que ellos describen como power hard metal. Tibia recepción del público que aún no llenaba el lugar. La presentación, con buenos solos de guitarra, sin pena ni gloria. El público, más por apoyo que por gusto, los despidió de buena manera.
Siguió el turno de Evil Entourage, de Tampico, Tamaulipas, que promociona su reciente LP Into the Void. Death metal que sorprendió a la mayoría. Técnica y brutalidad de principio a fin que motivó a un público hasta entonces aletargado a inaugurar el slam (un poco austero, dichos sea de paso). En resumen, una agrupación que vale mucho la pena seguir. Los comentarios a mi alrededor coincidían con esto. Al final de esta intervención, el Circo Volador lucía casi lleno; estábamos listos para lo que venía.
Con un “¡Cavalera, Cavalera!” en coro, la espera nos dejó escuchar un “This Love” de Pantera que todos cantaban. Mientras el llamado a los hermanos brasileños se repetía, algunos comenzaban a impacientar. Marc Rizzo (guitarrista de Soulfly, Cavalera Conspiracy y ex miembro de The Misfits) aguardaba paciente detrás de sus amplificadores Marshall. Finalmente Igor apareció y tomó posición en su batería que lució una portada por bombo de los discos a presentar. La ovación fue inmediata. No tardó mucho en salir su hermano y colgarse su ESP signature de camuflaje naranja. El intro de “Beneath the Remains”—título que da nombre al álbum de 1989 cuya reedición en 1997 incluyó un cover a la banda paulista Os Mutantes, “A Hora e a Vez do Cabelo Nascer” y dos drum tracks— sonó en los arreglos lineales y un “¡Viva México!” de Max comenzó el concierto; el cataclismo.
De inmediato, el slam nos movió de nuestro sitio. La energía desde ese primer y devastador riif fue manifiesta. Las letras eran cantadas por la mayoría y así siguió en la mayoría del evento. Thrash metal de calidad mundial. “Who has won?, Who has died?” gritamos todos. Un comienzo imborrable.
“Inner Self” no dio tregua. El ambiente, a la altura de lo que escuchábamos. El lugar, pletórico. Max nos dejaba cantar partes de la canción y lucía contento y animado; era recíproco. El solo a cargo de Rizzo, intachable (sin que esto se lea como algo que es superior a lo que el gran Andreas hacía en la agrupación).
Siguió “Stronger than Hate”, cuya letra pertenece a Kelly Shaefer (Atheist, Neurotica, Stones of Madness). Le precedió un "¿cómo están cabrones?" en el respetable castellano que le permitió a Max alentarnos a lo largo de la noche. El vigor no menguaba. Seguía el thrash en su más grande esplendor. Hay quienes dicen que en la época del Beneath the Remains, Sepultura tenía una calidad igual o mayor a grupos norteamericanos como Slayer; ayer quedó claro.
Max gritó varias veces “Mass…” y contestamos “...Hypnosis”. El cuarto tema del LP siguió la línea de velocidad y poder que marca todo el álbum. Igor, una bestia. Es evidente que Sepultura tuvo como primer baterista a uno de los mejores de la historia del metal.
“Slaves of Pain” continuó taladrando los oídos. La melodía de la guitarra final fue coreada por la mayoría, por encargo del vocalista.
“Primitive Future” es el último track del LP y fue también el tema que cerró la parte del Beneath the Remains para dar paso al otro grandioso álbum que nos presentaban en vivo. "Under the Mexico´s great sky, we shall Arise!" gritó Max tras escucharse el intro de la canción homónima a la placa de 1991.
La versión en vivo fue más rápida que la de estudio. El slam no paraba. Las letras cantadas al unísono y los saltos, tampoco. Uno de los mejores temas de Sepultura; uno de los mejores episodios de la noche.
Llegó una de las canciones favoritas de quien escribe este texto: “Dead Embryonic Cells”. Notoria la manera en que la mayoría seguía cantando todas las letras. La parte después del solo fue a mi parecer el ápice del concierto. Uno de esos momentos que esperas en la vida y que al llegar no decepcionan.
Tocó el track favorito de Max en Arise (en sus propias palabras): “Desperate Cry”. En su ejecución y actitud vimos que fue real lo que dijo. El hermano mayor aprovechó para decir, de manera contundente, que estábamos frente al “verdadero Sepultura” y gran parte aceptó la idea.
En “Altered State”, el cantante pidió que se apagaran las luces del escenario para iluminar el lugar con nuestros móviles. "¡Vamos todos, cabrones!" solicitó y al cumplirse se hizo un intermedio donde se pudo apreciar el espacio abarrotado. Otro gran lapso del show.
Después del último tema del set de Arise, “Infected Voice”, el cuarteto nos presentó dos covers: el consentido “Orgasmatron”, “ I Believe in Miracles” de Ramones para después cerrar con otro de sus temas emblemáticos: “Troops of Doom”.
El encore dejó dos obras definitorias en la banda de Belo Horizonte, mientras Igor lució el jersey de la selección mexicana de fútbol: “Refuse/Resist”—canción que Scott Ian, de Anthrax, considera como la que se escuchará el día del Apocalipsis, y en la cual pudimos ver un débil wall of death— y “Roots”, que literalmente cimbró el piso. El cierre definitivo fue una mezcla de “Beneath the Remains” y “Arise” que Max nombró “Beneath the Arise”. Él pidió levantar las “manos con fuego” y el público contestó con un “¡Olé, Olé, Olé, Cavalera, Cavalera!”. La despedida de los hermanos fue una bella postal con ellos mostrando la bandera mexicana.
Así, vivimos una noche magnífica y poderosa con varias de las composiciones más importantes en la historia del metal. Dos años después de su última visita a la CDMX los Cavalera regresan al mismo sitio en un evento que pocos olvidaremos por su calidad, energía y por haber visto a dos verdaderas figuras que marcaron un antes y un después en el género. Simplemente queda agradecer y lanzar una pregunta al aire (no, no es si habrá reunión): ¿tendremos en vivo los primeros discos de Sepultura?