La primera edición de Indica Fest en la Ciudad de México fue una locura.
Indica Fest llegó a Guadalajara con un cartel en el que aparecieron Peter Murphy, A Place To Bury Strangers, Pompeya, Teen Flirt, Marlento, .Stendal y otras agrupaciones con sonidos propios que se repartieron en dos días con sede C3 Stage. Por su parte, Caradura fungió como una extensión del festival para los chilangos. Tres bandas fueron suficientes para que el resultado fuera loquísimo.
¿Qué tiene el ruido que nos encanta? Es un misterio. Probablemente, ya perdimos la cuenta de las veces que A Place to Bury Strangers ha visitado nuestro país. La última vez que los vimos fue en Nrmal. Un show que creíamos ensordecedor -no sabíamos lo que nos esperaba después-. Lo único que sabemos es que su noise y rock experimental es droga para nuestros tímpanos.
Marlento fue la banda elegida para abrir el telón del Caradura. Daniel Barrera, Esteban Pizzimenti, Eder Perales, Abel Alvarez y Yan Cervantes nos visitaron de Guadalajara. Ellos transmiten un sonido post punk y experimental. Dos guitarras eléctricas, un bajo, una guitarra electro-acústica, teclados y batería generaron toda una revolución de sonido que logró hacer clic con el público. La agrupación se mostró muy agradecida de tocar en el ex D.F. “Se siente muy chingón tocar aquí en compañía de dos bandas muy talentosas”, recalcaron al cierre de su show.
El público se mostraba ansioso por ver al trío de Brooklyn, Nueva York: APTBS, pero aún faltaba presenciar a .Stendal, quienes vistieron el escenario con luces amarillas, dándole un toque más artístico. Abdón, César, Benjamín y David portaban unas capas negras que impregnaban de misticismo su presentación. Nos gustó el concepto elaborado que hay detrás de su synth pop y dark wave. Estos muchachos te hacen bailar, juegan con tu mente. Aunque, a estas alturas, nuestros oídos eran vírgenes todavía.
Casi daba la media noche y A Place To Bury Strangers estaba más que listo para volvernos locos. Oliver Ackerman, Dion Lunadon y Robi Gonzalez aparecieron entre atmósferas de humo y luces geométricas nacientes. Sus movimientos son tan rápidos y de inmediato contagiaron a todos con su rudeza -olas de movimientos corporales con un nivel de intensidad y fuerza brutal-. Dion nos amenazaba zigzagueando con su guitarra en dirección a nuestras caras. Sonaron “Straight”, “Dissolved”, “In Your Heart” y “Dead Beat”. Oliver entregó un estrobo de ledes al público y este hizo lo propio para pasarlo de mano en mano, jugueteando hasta crear un ambiente de hermandad.
Como en sus más recientes presentaciones, APTBS no dudó en bajar del escenario para deleitarnos con mucho más distorsión y ruido, mezclándose entre la gente. Perdimos el control. El contacto era muy natural, muy liviano. El synth de Dion sacaba chispas y todo se convirtió en un culto al ruido. Nuestros tímpanos conocieron el amor. Algunos afortunados compraron unos ear plugs para aislar el sonido, uno de tantos artefactos que trae la banda neoyorkina como mercancía oficial. Ellos sí procuran a sus fieles seguidores. Es curioso que, siendo tan destructivos, fuera del escenario son las personas más normales del mundo. Sonríen, bromean con la gente. Esperamos que regresen y nos sigan instruyendo.