Al correr de los años, la música se va volviendo un lugar recurrente para reencontrarte, una inmaculada cápsula del tiempo que genera un golpe de recuerdo que revive la emoción asfixiada por la rutina y la vida de adulto.
A finales del año pasado The Jesus and Mary Chain –legendaria banda escocesa de mediados de los ochenta, caracterizada por su alquimia de reverberación y poético feedback– anunció una reunión con motivo del 30 aniversario de Psychocandy, disco que marcó un hito en la historia musical convirtiéndose en un episodio de culto que, sin saber, sentaría las bases del shoegaze y el noise pop, influenciado el sonido de bandas como My Bloody Valentine o Sonic Youth.
Después de 7 años, la noche de ayer el viaje en el tiempo fue posible. Gracias a la organización de El Fanzine con Eclectic, y con el Blackberry lleno, las luces se apagaron para sumergirnos en un momento exquisito y lleno de sobresaltos emocionales. Aquí la experiencia tal como fue sucediendo.
21:30 Fuera luces. En cuanto la figura de los hermanos Reid se divisa, es imposible evadir la corriente eléctrica que nos contagia. “April Skies” (Darklands, 1987) inaugura la noche. Lluvia de estrobos, recuerdos que se filtran, el corazón se desliza lento al pasado y te transporta.
Aunque la actitud sobre el escenario ha disminuido su crudeza, no se extraña el disturbio. Los jóvenes rebeldes de escocia se han vuelto adultos, pero siguen hablando el poético lenguaje del noise, solo que esta vez lo afirman sin arrebato y con ejecución impecable.
Durante un breve set de siete temas que visitan la mayoría de su trabajo discográfico, el público poco a poco se va despojando de su pose de adultos, y la nostalgia nos regresa a la violenta expresión de la juventud.
La primera parte ha terminado, y un breve intermedio que tiene de fondo un largo feedback nos prepara para la experiencia de Psychocandy (mismo que será tocado de principio a fin en su orden original). De fondo imágenes nostálgicas de los suburbios escoceses se van descomponiendo.
“Just Like Honey” (quizá uno de los temas más conocidos de la banda) rompe el silencio, mientras pensamos ¿de dónde –siendo los hermanos Reid tan jóvenes– provino tanta fuerza y claridad discursiva para crear un disco con un lenguaje tan poderoso, novedoso, brillante?, ¿qué pasará por sus mentes 30 años después?
No hay manera de obviar el hecho de estar escuchando en vivo uno de los discos que abrió nuevos caminos a la concepción de la música, el corazón se quiere salir del pecho.
La emoción brinca de un lado a otro y en “Cut Dead” nos asalta una imagen casi real de estar tumbado en cama con un walkman amarillo mirando al techo, sumergiéndote en la bruma, llorando un poco.
Si el objetivo era revivir lo más nítidamente un disco legendario, el ingeniero lo ha tenido muy claro toda la noche, el sonido es impecable. En “In a Hole”, la distorsión que cala los oídos taladra e incita, todos queremos volvernos rabia, chocando los cuerpos sin aliento.
Es necesario comenzar de nuevo en “Taste of Cindy”, Jim se disculpa y ríe nervioso. Para nosotros no pasa nada, no reparamos en los errores y el momento de imperfección estrecha el lazo que se ha tendido. El show de luces enfatiza pulcramente cada momento. La noche no puede ser más perfecta.
23:00 "It´s So Hard", cierra la experiencia y en las pantallas aparece gigante un game over. Después de más de hora y media volvemos a casa casi extasiados, encontrando que los años han sentado bien a los hermanos Reid, quienes sin abandonar su esencia se muestran solidos musical y escénicamente, afirmando porque se han convertido en una leyenda.