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Muchos ubican perfectamente el lado A de Rodrigo Guardiola, como el baterista de la banda Zoé. Pero el músico tiene un lado B, vinculado al universo cinematográfico. Egresado del Tecnológico de Monterrey, inicialmente Guardiola tenía pensado estudiar una maestría en cine, e incluso cursó dos posgrados: uno en Teoría de Cine en la Universidad de Nueva York y otro en Dirección de Actores en la Escuela de Cine de Cuba.
Desde 2009, alternando su carrera como músico, Rodrigo comenzó a foguearse en la dirección con diversos videoclips, conciertos y otros materiales relacionados con su grupo, teniendo su culminación con el documental intitulado justamente Zoé: Panoramas (2017), dirigido a la limón con Gabriel Cruz Rivas.
En 2021, Guardiola concluye su segunda incursión en el séptimo arte: El comediante, un largometraje de ficción realizado nuevamente a cuatro manos, esta vez al lado del cineasta, guionista y productor Gabriel Nuncio. Este nuevo opus fílmico fue producido y será lanzado este año por la plataforma digital Netflix.
La trama del filme se centra en Gabriel (interpretado por el propio Nuncio), un standupero cuarentón cuya carrera en el mundo del humor no es de muy altos vuelos, y ello ha mermado significativamente sus finanzas personales. Su carácter es un tanto apocado y se halla medio desconectado del mundo, a tal grado que continuamente se le olvidan las llaves de su departamento, y debe buscar ayuda para abrir su propia puerta.
Por estas y otras cuestiones, el personaje se ha distanciado del resto de su familia, y tiene muy pocas amistades. Las relaciones más significativas en su vida son las que sostiene con Leyre (Cassandra Ciangherotti) su novia, quien afirma provenir de otro mundo; y con Melissa (Adriana Paz), una profesionista con la cual mantiene una estrecha amistad.
El gran sueño del protagonista es llevar al cine un guión de corte dramático y tintes fantásticos, pero se topa con diversas dificultades en el proceso. A consecuencia de su background, muchos creen que busca filmar una comedia, cuando en realidad se trata de una cosa distinta. Y no lo toman muy en serio.
En un punto, la vida rutinaria y un tanto gris de Gabriel comienza a sufrir fuertes sacudidas a consecuencia de una cadena de eventos: el abandono de su novia quien decide “volver a su planeta”; la súbita muerte de su padre y el reencuentro un tanto incómodo con sus familiares; el inesperado ofrecimiento de Melissa para que la ayude a tener un hijo -vía donación de esperma-. Todo esto, sumado a nuevos rechazos para rodar su guión, desatan en él una crisis de mediana edad, donde comenzará a cuestionarse sobre temas como la paternidad, sus relaciones familiares, y sobre todo, acerca del rumbo de su vida y su carrera.
Con una vis humorística y acidez tomadas prestadas del más eficaz Woody Allen, Guardiola y Nuncio elaboran una comedia alejada de los lugares comunes de otras producciones nacionales del género que abundan tanto en la pantalla grande como las plataformas digitales. En esta obra no están las estrellas de siempre, ni hay comediantes mediáticos involucrados, pero en su lugar hay presencia de un solvente cuadro actoral, cameos especiales de otros actores interpretándose (y parodiándose) a sí mismos (Cecilia Suárez y Tenoch Huerta) y sobre todo, de un ingenioso guión desarrollado por Gabriel Nuncio y Alo Valenzuela, donde las crisis existenciales del personaje se alternan con sus reveses profesionales en el mundo del cine, generando de paso un hilarante retrato de los entretelones del mismo. De hecho, los creadores confiesan que algunas de las situaciones reproducidas en el filme, están inspiradas en anécdotas reales.
Estos elementos conjuntados de forma armónica, hacen de El Comediante un fresco y eficaz dramedy sobre un hombre quien, obsesionado por alcanzar sus sueños, se enfrenta en reiteradas ocasiones con el fracaso, el desencanto, y la pérdida, y a partir de estos encontronazos con la realidad, comienza a reflexionar sobre si sus decisiones de vida han sido las correctas, sobre si vale la pena continuar por el camino trazado, y sobre cuál es su lugar correcto en este mundo.
En ese sentido, no se trata de una historia motivacional sobre un protagonista quien logra el triunfo tras atravesar duras penalidades, sino más bien en un relato con tintes introspectivos y filosóficos -cuidando de no caer en lo pretencioso- de alguien cuyas tribulaciones se convierten en inesperados maestros que le enseñan verdades sobre sí mismo, las cuales le estaban pasando de largo; y le conducirán a una catarsis liberadora tras la cual podrá reconciliarse con la vida.
Gabriel (inseguro, errático y no pocas veces patético) termina por volverse entrañable, ya que uno puede verse fácilmente reflejado en alguna de sus desventuras, y porque al igual que él; en alguna ocasión hemos sido presas del extraño sentido del humor ostentado por la vida misma, y el cual -como ocurre con el estelar- a veces nos hace reír cuando no deberíamos.