La banda ofrece en su primera gira mexicana un sonido tan delicado como una mariposa y tan imponente como un dragón.
La vida está llena de emociones que se complementan entre sí y también es lo que ocurre al escuchar el trabajo de The Smile. No es un proyecto que se puede etiquetar en un género porque navega por varios y en ninguno se queda estacionado. La libertad es una de las máximas virtudes de este trío de reciente creación pero que tiene demasiada experiencia detrás de cada uno de sus integrantes.
Apenas ha transcurrido un año desde que el mundo descubrió la existencia de esta nueva banda de Oxford. Durante este lapso ya dejó constancia de un álbum y además ha recorrido diversos países con presentaciones tanto en grandes festivales como en íntimos foros.
¿Las segundas partes nunca han sido buenas?
Pero aunque las canciones en estudio del combo se escuchan bien, nada se compara con la experiencia de la música en directo. Por eso la primera visita a territorio mexicano de The Smile o Radiohead 2.0 generó altas expectativas. Una fecha en el Auditorio Nacional no fue suficiente y se tuvo que abrir una segunda por todos los boletos vendidos.
En primer lugar se podría pensar que tres personas no pueden crear una combinación musical demasiado extensa pero es un error. La experiencia de cada uno y el cambio constante de instrumentos provocan que el resultado sea tan delicado como una mariposa y tan imponente como un dragón.
Ahora bien, algo que han dejado en claro los integrantes del tridente es que su máxima aspiración es trasladar al escenario la experiencia de estar en un pequeño estudio de grabación. Con esto en mente, no hay grandes recursos visuales ni otros accesorios de apoyo que muchas veces sólo funcionan para alimentar el ego de los músicos. Aquí se trata de generar sensaciones y no caer en la superficialidad del show del medio tiempo de un Super Bowl.
La relación que existe entre Thom Yorke, Jonny Greenwood y Tom Skinner es tan fuerte que ni siquiera necesitan voltear a verse entre sí. Cada uno conoce a la perfección su papel sobre el escenario y el resultado es un engranaje perfecto. Al mismo tiempo, la interacción con el público es mínima y tan sólo se escucharon un par de frases durante toda la noche. La solemnidad hace pensar que se trata de un proyecto alterno de Kraftwerk pero no es así.
Al igual que su álbum debut, A Light for Attracting Attention, el recital empezó con la tranquilidad de “The Shame”. La introspección de la melodía fue acompañada con un juego de luces que marcó el inicio de un viaje a otra dimensión. Pocas veces la tristeza se puede disfrutar como cuando se escucha la voz de uno de los compositores de “Creep”.
Por su parte, la sensación de inmediato dio un giro al escuchar las primeras notas de “Thin Thing”. La pieza contiene ligeros guiños al math rock y es ideal para demostrar las capacidades de Skinner en la batería. Estar junto a dos de los fundadores de una de las bandas más importantes de las últimas décadas implica una fuerte responsabilidad.
De la introspección a la estridencia
Mientras que en la parte central del escenario y en medio de sombras el dueño absoluto es Greenwood. Sus capacidades son tan grandes como su altura y por eso se resiste a ejecutar un instrumento porque en cada canción cambia de arma de trabajo. De igual forma, tiene el talento para hacer que una nota de guitarra suene como una copa de cristal o como un trueno.
Al finalizar cada canción existe un reacomodo de instrumentos que hace pensar que se trata de un ensayo y no de una presentación frente a 10 mil seguidores. En un punto el staff dejó un piano en la parte frontal del escenario y aunque algunos fanáticos de antaño pedían a gritos “Karma Police” en realidad lo que sonó fue “Pana-Vision” con Yorke al frente de las teclas. La melancolía va implícita en su voz que tiene el mismo tono hipnótico de una sirena.
En diversos puntos de la noche el trío se convirtió en cuarteto con la incorporación de Robert Stillman en el saxofón. Sus participaciones fueron breves pero le dieron un sabor distinto al pastel llamado The Smile.
Al contar con tan sólo un álbum prácticamente todas las canciones del material se escucharon aunque también hubo lugar para algunas sorpresas. Dentro de lo inesperado, el trío aprovechó su paso por México para estrenar “People in Balconies”. Pero la mayor rareza de la noche fue “Feeling Pulled Apart by Horses” de Thom pero ahora con un nuevo arreglo que la llenó de poder y catarsis auditiva.
Tal y como lo dice el nombre del proyecto, al finalizar la presentación la consigna general es ver una sonrisa en el rostro de cada uno de los asistentes. Todavía no hay una fecha para un hipotético regreso de Radiohead aunque mientras existe un jugoso aperitivo para los más hambrientos.