Una velada de nostalgia y esperanza con Metric.
A pocos días del regreso de la banda canadiense encabezada por Emily Haines, la venta de boletos se veía un poco floja, por lo que se temía que el Teatro Metropólitan les quedara un poco grande. Afortunadamente, su presentación con el nuevo álbum Formentera II fue todo un éxito para chicos y grandes, para cuando salieron al escenario la capacidad se veía cerca del 90%.
Sin presencia de telonero, Metric arrancó a las 21:15 H. con los sonidos futuristas de “Cascades” y nadie pudo permanecer sentado, de hecho, las casi dos horas de concierto se caracterizaron por constante energía por parte del público y la banda, una verdadera fiesta. Y es que no solo vienen con dos álbumes que no han presentado en México (a excepción de por dos o tres temas), sino que 2023 marca el vigésimo aniversario de su álbum debut, por lo cual varias canciones de ese álbum que no han sonado en vivo en años se hicieron presentes en el setlist.
Hits y deep cuts para fans de hueso colorado sonaron dejando poco lugar a un respiro. Los 10 minutos de “Doomscroller” se pasan volando y transmiten diversas emociones en un solo tema, “Monster Hospital” fue una grata sorpresa (el único tema de Live It Out que sonó, pero valió cada segundo).
Con “IOU” y “The List” pudimos viajar 20 años en el tiempo a cuando eran una pequeña banda canadiense tratando de hacerse un lugar en el competido mundo del indie rock.”Gold Guns Girls” es una canción que los que hemos visto a Metric en vivo en múltiples ocasiones sabemos que nunca falta y “Dark Saturday” nos recordó al infravalorado Art of Doubt.
Tenía mis dudas de un recinto como este para una banda de rock como Metric, pero en general el ambiente no se vio afectado por los asientos asignados y bastaron unas luces multicolor para ambientar a la perfección la música. Luces que hacen siempre un buen combo con los atuendos resplandecientes de Emily Haines.
Los temas más nuevos como “False Dicotomy” y “What Feels Like Eternity” fueron recibidos con el mismo júbilo que los clásicos y se les veía saltando a las primeras filas. La vocalista no paraba de brincar con ellos, ni siquiera cuando combinaba su labor de cantante con tocar el teclado.
La primera canción en acústico en sonar fue “Calculation Theme” de su álbum debut, una grata sorpresa que solo tocarían en una ocasión como esta. El tema titular de sus últimos dos álbumes e inspirado en una locación mágica del mundo (“Formentera”) llenó de melancolía y misticismo nuestros oídos y dio paso a dos temas recientes más: la festiva “Just The Once” y “Who Would You Be For Me?”.
Después de cuestionarnos si somos team Beatles o team The Rolling Stones, “Gimme Sympathy” nos puso tan felices como la primera vez que la escuchamos hace 15 años y “Help I’m Alive” sigue haciéndonos levantar el puño en el aire al sonido de la frase “my heart keeps beating like a hammer”.
Haines dedicó “Now Or Never Now” a todo aquel que estuviera pasando por un momento difícil. Quien escribe esta crónica y que tiene una frase de esa canción tatuada puede atestiguar sobre el poder sanador de dicho tema. Con “All Comes Crashing” recordamos a nuestros seres queridos o a nuestra alma gemela dependiendo el caso.
A pesar de que no sonaron muchas canciones del álbum Synthetica, su tema titular hizo vibrar al público con la estridencia de las seis cuerdas de Jimmy Shaw, a quien siempre se le verá con un sombrero en el escenario. Un pandero en mano de Haines es señal de que se acerca el final con “Breathing Underwater”, un momento de profunda interacción con la audiencia para convertirnos en un potente coro.
Para ese entonces pudieron concluir triunfalmente con un público satisfecho, pero en el fondo quedaban ganas de más. Tras el encore volvió la nostalgia con las dulces notas de “Combat Baby” antes de cubrirnos en la distorsión y el feedback de la guitarra de Shaw que anticipó el caos de la favorita de los fans: “Black Sheep”. Fue una última oportunidad para sacudir la melena antes del cierre sentimental y acústico con “Nothing is Perfect”, título que no describe lo que vivimos esta noche.
La magia de Metric en vivo es algo que debe vivirse, 20 años como banda y siguen más fuertes que nunca en lugar de desgastarse como la banda longeva promedio. Pude apreciar cómo se transmite ese amor por la banda de generación en generación al ver a padres y madres con sus pequeños saltando y disfrutando.
Quizás el audio de la cantante no fue siempre perfecto, pero nada lo es (como dice su canción). También hubiera estado bien incorporar un poco más de temas nuevos, pero con tantos discos bajo el brazo se entiende que es difícil y en las 22 canciones que nos regalaron esta noche no hubo desperdicio ni momento flojo.
Fuera de eso, la noche fue una completa celebración llena de baile, entusiasmo y energía contagiosa por parte de Emily Haines y ocasionales solos de guitarra estremecedores a cargo de Jimmy Shaw, cuya fusión rítmica con Joshua Winstead y Joules Scott-Key refleja una unión muy especial y un vínculo que ha pasado la prueba de los años. Estoy seguro de que a Metric le queda todavía mucho combustible y un futuro con muchos conciertos para México en el horizonte. Siempre serán bienvenidos con cariño.