Un viaje a través de paisajes sonoros.
Tras tres años sin visitar la CDMX, Wilco nos llenó el corazón nuevamente, esta vez dentro del Frontón México, lugar que fue rediseñado de forma horizontal a lo largo del recinto, con el fin de brindarnos una mejor experiencia con mayor comodidad, aunque esto implicara un poco de confusión entre los mismos organizadores al momento de asignarle asiento a los asistentes.
Mint Field fue la banda invitada a abrir el concierto y aunque el recinto no se notaba lleno para el momento de su presentación, la conexión creada con el público fue palpable, pues durante su set se percibió ese silencio causado por la introspección al que su música te transporta, apagado por el estruendo del aplauso al final de sus canciones.
La expedición por este viaje sonoro comenzaba. Desde el momento que el enigmático frontman Jeff Tweedy subió al escenario el público enloqueció, a lo que sonriente nos agradeció con su clásico gesto de quitarse el sombrero, y sin más preámbulo “Infinite Surprise” fue el tema que inauguró el recital.
El setlist fue curado cuidadosamente, siendo el nuevo álbum Cousin el más tocado, sin embargo dio un recorrido por más de nueve álbumes para buscar darnos una pequeña muestra de su gran trayectoria. “Imposible que toquemos todas nuestras canciones, pues tenemos 800, así que solo tocaremos 500 de ellas”, nos mencionó irónicamente Jeff.
Uno de los aspectos a subrayar del show es la impecable pericia musical. Cada miembro de la banda demuestra una maestría en sus respectivos instrumentos, creando un entorno musical tan rico y dinámico como en sus grabaciones de estudio, destacando el virtuoso trabajo de la guitarra de Nels Cline, pues le añade complejidad y emoción a la majestuosidad de cada canción. La química entre los miembros de la banda es evidente, creando una sinergia musical que elevan la experiencia de su acto en vivo.
La habilidad que tiene Wilco para reinventar sus propias canciones al momento de ejecutarlas es impresionante, por lo que el público se emocionaba al notar la evolución de sus canciones preferidas con jams extendidos o reinterpretaciones experimentales. Se nota el interés de la banda en brindar una experiencia única para las distintas audiencias ante las que se presentan.
La presencia en el escenario de Jeff Tweedy es magnética. Su emotiva y aclimatada voz resonaba suavemente por el recinto, conectando profundamente con canciones como “Hummingbird”, “Soldier Child” o “Impossible Germany”, manteniéndonos atentos en todo momento. Mint Field acompañó a la banda norteamericana a interpretar “Jesus, Etc.” con un bellísimo resultado, aunque con un par de fallas en el micrófono de Estrella.
De fondo, ligeras cuerdas fueron alineadas forma minimalista, fungiendo como lienzo para los visuales proyectados durante el show, complementando las texturas sonoras. De igual forma la iluminación jugó un rol crucial al transformar el sentimiento a transmitir en cada canción, pasando de la pasividad y tranquilidad del agua, al caos que puede traer una tormenta eléctrica, y a su vez retornar rápidamente a la paz que su música transmite.
Tras una breve pausa, el momento climático del show llegaría, pues la energía con la que “Via Chicago”, “California Stars” y “Spiders” fuesen interpretadas eran acompañadas por las palmas y los cánticos del público, y aunque al principio la coordinación no fue nuestro fuerte, volvimos a intentarlo con mayor entonación y sincronía.
El espectáculo de Wilco fue una masterclass en arte musical, desde su forma de contar historias, la intensidad de la interpretación y cada elemento dispuesto sobre el escenario, todo contribuyendo para brindarnos una noche inolvidable, tanto para los fans más devotos como para aquellos que los veían por primera vez, mostrándonos el poder de la música para conectarnos, inspirarnos y elevar nuestro espíritu.