Ciudad: CDMX

Cut Copy: bailar sin importar que sea domingo

Luego de su presentación en Monterrey para el Hellow Festival, la agrupación australiana Cut Copy arribó a tierras defeñas para poner a bailar a sus fans sin importar que fuera domingo, lloviera y la ciudad entera estuviese vacía.

Desde las seis de la tarde la gente comenzó a llegar al Cuervo Salón y pese a que dos horas después, cuando empezó el show de Patterns, el lugar no alcanzaba ni siquiera una tercera parte de su cupo, los costarricenses lograron encender la llama festiva que estaba por venir, cosa que muy pocas bandas teloneras logran.

Tras un set de media hora, las ovaciones del público y el anuncio de su presentación en el Imperial, Estefani Brolo y compañía cedieron el templete a Cut Copy, quienes dieron inicio a una hora plagada de éxtasis y felicidad con “We Are Explorers”.

Era incomparable la cara de gozo de los asistentes, los gritos y el continuo baile que no dejaba sus pies, sin mencionar lo emocionados que se mostraban los provenientes de Melbourne ante tal calidez mexicana.

Continuaron con “Take Me Over”, “Free Your Mind” y “Where I’m Going”, pero fue hasta “So Haunted” y “Hearts On Fire” que la fiesta en verdad llegó a su punto más alto, pues Tim Hoey, guitarrista de la banda, vació cerveza en la batería, e intempestivamente se movió de un lado a otro, dejando entrever su entusiasmo etílico.

“Hemos estado de gira casi todo el año, especialmente estas dos últimas semanas. Nos da mucho gusto estar aquí, porque la Ciudad de México es el mejor lugar para tocar; ustedes son jodidamente fiesteros”, de esta manera, Hoey dedicó a los presentes “Saturdays”, uno de los temas más inesperados en la velada.

La noche siguió con canciones de su más reciente disco, Free Your Mind, que a pesar de estar acompañados por visuales psicodélicos aletargaron el concierto durante algunos instantes, pero, de nueva cuenta, Dan Withford y compañía recuperaron el show con interpretaciones prolongadas, distintas, improvisadas; así sonaron “Out There On The Ice”, “Let Me Show You Love” y“Meet Me In a House Of Love”.

La juerga estaba por terminar cuando se escucharon los primeros loops para “Lights And Music”. Brincos por doquier y cantos al unísono con una coreografía inigualable de Dan, además de un Tim ya cansado que apenas podía decir algunas estrofas y dio término la primera parte del show.

Después de unos instantes, Cut Copy retornó con la parte más emotiva de su presentación al tocar “Nobody Lost, Nobody Found” y “Need You Now”. Posteriormente, bajaron al escenario a despedirse de todos los que se encontraban hasta adelante en señal de afecto y agradecimiento por ser un público inigualable.

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Pocos afortunados ante el talento de The Antlers

The Antlers parecerían a simple vista una banda una de las tantas bandas oriundas del municipio de Brooklyn que, al igual que Grizzly Bear, Real Estate o DIIV, más que propuesta o real talento, es más hype que cualquier otra cosa; con un sonido inmediatamente clasificable en el indie rock de manufactura en serie, el cuarteto que ofrecería anoche su primer show  como estelar en nuestra capital demostró que por cualquier otra cosa, es su abrasivo sonido la carta fuerte detrás.

Al llegar al recinto ubicado en la Colonia Condesa, era inevitable resaltar el extremadamente reducido quórum alrededor de las veinte horas, que fue cuando los locales Kill Aniston tomaron escena; había tan poca gente que se podía escuchar hasta cuando el público respiraba, pero tomando lo mejor de lo peor, el ambiente se volvió ‘entre amigos’ y claramente se escuchaban las porras a los teloneros.

Tras no más de media hora en que ejecutaron desde temas nuevos hasta clásicos dentro de su catalogo, los congéneres de Austin TV se despidieron y abrieron paso a los visitantes extranjeros que presentarían su quinto álbum Familiars,  lanzado al mercado hace apenas unos meses y del cual se desprendió gran parte de los temas interpretados.

El show dio inicio cercana las diez de la noche, con trompeta, teclado, guitarra y batería sonando imponentes pero delicados; tratándose del sonido de esta agrupación algo lento y de paisajes, la atención era de suma importancia pero no podía faltar el sector del quórum esmerado en platicar o hablar por encima de la agrupación; mientras sonaban “Doppelgänger” y “Hotel”, había que buscar refugio en las primeras filas para evitar el inclemente parloteo de aquellos cuya atención e interés era mínimo ¿qué hacían ahí?

Una vez cerca de la gente que no solo tenía ojos abiertos y boca cerrada, se podía sentir un ambiente en que la voz de Peter Silberman lideraba a los feligreses en campos de tragedia e introspección; para la mitad del set ya había mucha más gente que si bien se llegó a la conclusión que el show hubiera sido mejor en recinto más pequeño, lo que era un hecho es que la banda dio todo, en el sentido que dieron un show con canciones extra a las que llevan de gira.

Los momentos álgidos sin duda fueron los dos temas que se desprendieron de su trabajo Burst Apart, “I Don’t Want Love” y “Putting the Dog to Sleep”, cuyos aplausos y gritos oscilaban en la exageración.

Un show lento y de cerrar los ojos, que sí bien no se está en el humor o posición emocional correcta, puede tal vez ser pesado y fatuo, pero al final para el encore de “Epilogue” no cabía duda del talento y dedicación que The Antlers dan a su oferta como banda; agradecidos con el público y con la suerte de haber podido regresar a México en un show que aquellos pocos que pudieron presenciarlo, seguro salieron más que satisfechos.

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30 años de paz y baile: La Maldita Vecindad

¡Ehhh, familia!, ¡palabras dedicadas a todas las muchachas y chamacos que gusten de bailar ese alocado ritmo llamado ska! Y por supuesto a la banda mexicana más longeva de este sabroso ritmo.

¡Vaya!, ¿quién diría que La Maldita Vecindad lleva treinta años de trabajar de sol a sol en el escenario? pensar que cuando muchos de sus fanáticos nacieron, ‘La Maldita’ ya estaba más que consolidada en la escena latinoamericana. Pensar que ellos fueron la primeritita banda mexicana en tocar en Roskilde, Glastonbury y, de no ser por Rodrigo & Gabriela, la única en participar en el famoso show musical de la BBC, Later... With Jools Holland. Todo eso y mucho más nos han dado en ya tres décadas de música y baile.

Tras un breve intro, los meros meros pachucos hicieron su entrada triunfal al escenario de El Plaza dándonos la bienvenida a su cumpleaños y así como en la época prehispánica el lenguaje, las palabras, eran consideradas un preciado tesoro adornadas con la flor y el canto, Roco Pachukote nos comparte palabras de tranquilidad, de respeto al uno al otro, porque así como lo ven con la carne y la piel pegadas a los huesos tiene un montón de buena vibra y baile que dar.

La salsa es un ritmo sabrosón, pero dentro de ella se encuentran letras de tristeza, de mal de amores y terribles cosas de la vida ordinaria y aun así nos mantiene bailando y gozando su cadencia, esa es la manera de sopesar o de liberarnos de la mala vibra, el baile, sobre ese tenor están las canciones de La Maldita cuando dejan caer al escenario “Mojado”, aunque quizá resulta más liberador con el ska ya que en el slam uno recibe y devuelve empujones a diestra y siniestra, ese es el caso de “Solin”, “Un Gran Circo”, “Un Poco de Sangre” y “Pachuco”, esta última fue la segunda rola que nos remonta a la época de oro del cine mexicano.

Para esta celebración se escogió un setlist muy rico y de todo un poco, dándole variedad escuchamos, “Rafael”, “Mujer”, “Lamento” y la más pedida en las redes sociales “Tatuaje”, muy buena elección por cierto, para esta ocasión sonó “El Cocodrilo” llevándonos de nuevo al pasado, mencionando nombres como Juan Orol, Tongolele y Pérez Prado, dándonos una vuelta por las calles del D.F. de hace ya varias décadas.

Después de disfrutar un set de veintitantas 'rolotas' y divisar en las pantallas grandes momentos de La Maldita, fotos, volantes y conciertos, con el ambiente ya muy húmedo y candente de tanto baile, el show parece terminar, cerrando con la última rola de la trilogía que nos lleva a un México cincuentero, “Kumbala” un romance de danzón.

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Comisario Pantera y Club Rodante en El Plaza

Tras haber conquistado el Teatro de la Ciudad, el Lunario del Auditorio Nacional, el Vive Latino y el Teatro MetropólitanComisario Pantera llegará a El Plaza Condesa para continuar con la promoción de su más reciente álbum, Club Rodante, y complacer con lo mejor de su discografía.

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Los boletos ya están disponibles en las taquillas del lugar y a través del sistema Ticketmaster y los podemos encontrar con un precio que va de $350.00 hasta $550.00.

No te quedes sin asistir a este intimo evento, donde los chicos de Comisario Pantera tienen preparadas grandes sorpresas para ti.

Aquí te dejamos una buena canción, que seguro te gusta mucho.

Trust en México

El músico canadiense Robert Alfons, conocido en el mundo de la música electrónica como Trust, visitará por primera vez nuestro país de la mano de Arts & Crafts México.

Los boletos ya están a la venta en las taquillas del inmueble y a través de trust.boletia.com con un costo de $250 en preventa, mismo que se elevará a $290 el día del evento,

Deftones: Un último show después de la tormenta

Tláloc, el dios cuya efigie seguramente apreció Deftones en su visita al Museo de Antropología, no desató su furia la noche de ayer, al menos no como en Guadalajara, donde su presentación tuvo que ser cancelada debido a la tempestad; la catarsis no sería interrumpida y el Pepsi Center WTC comenzó a ocuparse desde temprano.

La serpiente de gente se disipó en el interior del inmueble y Chino Moreno hizo brillar sus "Diamond Eyes"; aquí nada provocaría que los gritos se ahogaran en agua, que las fuerzas de la naturaleza disolvieran la multitud. Se escuchó el grito de guerra "guns, razors, knives" de "Rocket Skates" y la carrera apenas comenzaba.

"Be Quiet And Drive”, porque el camino es vida como decía Jack Kerouac, auguraba que muy lejos iba a llevarnos este viaje astral y eufórico. "Tempest" para calmar los ánimos y apreciar la nueva música del mensaje de amor inesperado en japonés: Koi No Yokan. "Swerve City" para enaltecer esta obra, la más reciente de Deftones que siempre es recibido con entusiasmo en estas lejanas tierras.

Finalmente, dos recuerdos del galope del pony blanco: "Feiticeira" y "Digital Bath", para sentirnos supremos; "Poltergeist", porque tanta furia nunca es suficiente: "I love you to death"; "Rosemary", para dedicar a almas ausentes. Gritos de mariachi de Chino y Sergio antes de "Passenger" y posteriormente "Change (In the house of flies)", porque no somos los mismos desde que Chi Cheng durmió para siempre, con "Around the Fur" que fue dedicada a su memoria y "Head Up" para que nuestras almas siguieran volando.

Y que el ser supremo al que le prendemos veladoras, ignoramos o rezamos mantras, quien quiera que sea bendiga a aquellos que nos ofrecen odas como "Minerva" seguida de "Root" para acercarnos al réquiem:"7 Words", el ímpetu adolescente y rabioso que sobrevive y necesitan desfogues con la guitarra de Stephen Carpenter acuchillando las sienes, con los impactos precisos de Abe Cunningham en la batería, los ambientes desoladores de Frank Delgado, con el entusiasmo y buen karma de Sergio Vega, y con la voz, el filo, el comando de Chino Moreno, quien refirió que se trataba del último show de la banda antes de meterse de nuevo al estudio.

Solo nos queda esperar por más música necesaria, mientras tanto nos quedaremos con este recuerdo que superó una tormenta, con las canciones de esta banda que quiebra distancias y con noches como esta, en las cuales nuestras penas se quedaron como ecos entre la multitud. Como bien lo dicta el hashtag: #Deftonesporvida.

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Con el alma renovada: Travis

Ayer por la noche, el tan aborrecido Pepsi Center no hizo de las suyas en cuanto a las fallas de audio, más que algunas poco perceptibles que se atenuaban con los gritos del público que a pesar de la lluvia, el tráfico infernal y que se trataba de inicio de semana se dieron cita para recibir de nueva cuenta a Travis en la Ciudad de México.

Tras la presentación del proyecto tapatío Technicolor Frabrics, puntualmente, uno a uno salieron al escenario Dougie, Neil, Andy y finalmente Fran Healy, quienes comenzaron sin mayor preámbulo con "Mother", tema incluido en su último disco. Inmediatamente, "Selfish Jean" desató el furor de las miles de personas reunidas bajo ese techo, que cantaron, brincaron y aplaudieron como si no hubiera mañana.

Siempre se agradece cuando un concierto está lleno de verdaderos fanáticos de la banda estelar, lo que van a quedarse sin voz y no a tomarse fotos con el escenario de fondo, y esta no fue la excepción. Tras interpretar "Moving", el combo "Love Will Come Trough" y "Driftwood" logró que se le erizara la piel a más de uno, que abrazara a quien tenía más cerca y hasta que enjugara algunas lágrimas tímidas.

Posteriormente, "Re-Offender" fue coreada a una sola voz, trayendo devuelta consigo recuerdos de hace más de una década. ¿Quienes éramos entonces y quienes somos ahora? El concierto siguió su curso y tras revelar que había escrito ese tema para su hijo, Fran Healy comenzó a interpretar "Reminder", que fue seguida por tal vez las canciones más esperadas de la noche: "Writting To Reach You", "Side", "Closer" y "Sing".

Sin duda se trató del punto más alto de la noche, hecho que se pudo constatar con los ensordecedores gritos y ovaciones que inundaron el Pepsi Center. Con cada canción se podía sentir como los problemas y angustias que amargaban nuestro corazón y nos asfixiaban el alma se desprendían uno a uno, dejando a su paso sólo paz y tranquilidad.

Tras más de una hora de concierto se presentía que el final estaba cerca y la banda regaló una emotiva "Slideshow", seguida de "Blue Flashing Lights" y "Turn", para continuar con "Happy" y una versión acústica de "Flowers in the Window", en la que únicamente estuvieron acompañados por una guitarra y un pandero.

Finalmente, el show cerró con "All I Want To Do Is Rock" y "Why Does It Always Rain On Me?" dejando claro que el mundo en el que la gente escucha y canta las canciones de Travis no puede ser tan malo y que el día en que la voz de Fran Healy se extinga, éste será un lugar muy triste.

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Quiero Club: 10 años de júbilo

Dos lustros sobre el escenario; una década de electro-pop más empalagoso que gomitas en almíbar. Quiero Club se celebró a sí mismo el pasado sábado en el Plaza Condesa, acompañado de queridos amigos y compañeros de batallas, así como su público tan característicamente apasionado.

Tras el reciente éxito de su cuarto álbum El Techo Es El Suelo y la salida de su fundador y el gran ausente de la noche Gustavo Hernández “Catsup”, parece que la fecha importante inspiró en el colectivo regiomontano una noche de reflexión sobre su trabajo acumulado, traducido en un setlist curado específicamente para esta noche.

Liderados por la carismática Marcela Viejo y la diminuta pero energética Pris González, el grupo empezó con “No Hay Nadie”, canción que también abre su último álbum. Desde el principio hubo una conexión con el público, que cantaba con todas sus fuerzas y hasta celebraba con gritos y aplausos las palabras de las chicas entre canciones a pesar de que poco se les podía entender gracias a la pobre acústica del lugar.

Para el segundo número, “Las Propiedades Del Cobre” del EP Días Perfectos (2011), empezaron a desfilar los invitados de honor, empezando por Ray Jair en dicha canción, Julián Plascencia en “Qué Hacer En Caso De Oír Voces” y los hermanos Blake de División Minúscula en “Minutos Al Aire”; mientras que las notas del bajo en “Días Perfectos” estuvieron bien curadas gracias a Quique Rangel de Café Tacuba.

La energía de los integrantes de la banda no decayó durante cerca de hora y media de música frenética, tiempo en el que no hubo una balada para descansar unos minutos. Luis “Fara” Domínguez se desquitaba en el bajo y vocales, mientras que Rodrigo Martínez, mejor conocido como Boscop Benavente, hacía lo propio en batería (aunque de pie para poder saltar). Pris deleitó al público con su talento para hacer mover un hula hula fosforescente, contorneándose en su entallado traje negro de piel; parecía que no se podía prender más el ambiente para cuando cayeron los globos del techo en “No Coke”, el tema clásico que colocó al grupo en el mapa musical desde un principio.

Entre tanto invitado esperaba que en cualquier minuto subiera “Catsup” a celebrar con su antigua agrupación, sin embargo recordé que Zurdok tocaba en Zacatecas al siguiente día; "rayos”, solo pensé. Para “Let Da Music” (con María Daniela) y “Backstage Drama” el público sabía que el final de la celebración se acercaba, así que bailaba y coreaba con más fuerza. “Dance, you can dance”, cantaban las chicas, como si el respetable del Plaza necesitara permiso.

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Def Leppard: Cuando los grandes van y regresan

No hay remedios infalibles para los vacíos que suelen dejar las partidas. Tampoco hay verdades escritas sobre los modos de atravesar por el dolor sin dejar estragos. La muerte de un grande como Gustavo Cerati, por mucho que haya quedado anunciada cuatro años atrás, no puede pasar desapercibida, ni mucho menos dejar de causar algo, sea mínimo o mayúsculo, en todos aquellos que se han permitido un mínimo de rock en sus existencias.

Como parte de su Summer Tour, para el que en algunas ciudades se sumó KISS, Def Leppard regresó a la Ciudad de México para invocar tiempos lejanos y de algún modo repetir lo hecho en 1993, cuando pisaron por primera vez el país. Ayer, como en aquél entonces, contaron con la participación de CODA, agrupación icono y sobreviviente de aquellos años de glam y hard rock. Fueron ellos quienes, aún con un set de apenas cinco canciones, consiguieron dibujar rostros de alegría y emoción tras ejecutar clásicos de su historial y dedicar “Tócame” a Cerati. Gran elección de grupo telonero para completar una noche ochentera que al final terminó por rendir más de un tributo.

Para cuando subieron a las tarimas, Def Leppard se encontró con un público ávido y dispuesto, y para quienes no hubo mejor inicio que “Let It Go”, canción que dio paso a “Action”, cover a The Sweet. Tras este inicio, vino “Animal” y el tiempo se detuvo en 1987, con sus luces neón y lujuria desbordada. “Love Bites” y “Love Like a Man” terminaron un primer acto que abrió un set acústico con dos de los grandes hits de Leppard: “Two Steps Behind” y “Bringin’ On a Heartbreak” fueron el clímax perfecto de una noche de nostalgia y añoranza.

Ya en los albores de un final no deseado, la banda ejecutó los riffs de “Hysteria”, “Rocket” y “Pour Some Sugar On Me”, provocando que el llamado Domo de Cobre entregara todo lo que le restaba dar. Es cierto, muchos años han pasado, pero la banda sigue en forma e interpretando cada canción de forma efectiva, mostrando respeto por la época y público que los vio crecer, hacerse enormes y encumbrarse en la cima que alguna vez pisaron.

No hay duda de que la gran mayoría de los asistentes al concierto de anoche experimentaron ese algo que dejó la partida del maestro argentino. Y aunque ya se dijo que no hay soluciones ni certezas para mitigar las ausencias, sin duda, lo ofrecido por Def Leppard (y CODA en su justa medida), sirvió para hacer de la nostalgia un aliado y recordar que no hay manera de superar lo hecho por los grandes, por quienes sentaron bases y por aquellos que hoy no tienen nada que temer y que, en esa misma medida, saben que pueden irse y regresar en el momento que deseen. Siempre estarán ahí.

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Esta noche es especial, es para Gustavo: Vicentico

Gabriel Fernández es un hombre de pocas palabras, tanto que prefiere que se refieran a él solamente como "Vicentico", y, congruente con esta manera de ser, es raro cuando se dirige al publico más allá de un saludo, pero quienes asistimos a su concierto la noche de ayer sabíamos que había un factor fuera de lo común.

Las luces se apagaron pasadas las nueve de la noche y la ovación era tan ensordecedora que Vicentico jugaba a esconderse detrás del atril de su micrófono. Si bien no era lo suficientemente esbelto para pasar desapercibido, al final no le quedó más que dejar todo con su característica voz y soltar de golpe “Ya No Te Quiero”, “Si Me Dejan” y “Cobarde”; canciones duras y muy emocionales, como gran parte del catálogo solista del cantautor argentino, más lento y campirano que del ambiente de fiesta que lo hiciera famoso con su proyecto original.

El momento que todos sabían que llegaría apareció cuando se dijo en voz alta "para Gustavo" antes de interpretar “El Rey del Rock ‘n’ Roll”, lema que quedó como anillo al dedo y que desató una emotividad de la audiencia única e irrepetible. El mismo Vicentico lo sabía, "guardemos un momento silencio, todos sabemos que esto es único, especial y que no pasará de nuevo" agregó al micrófono para seguir con lo que se sabía: el luto al cantautor Gustavo Cerati que tras cuatro años de estar en coma, falleció el mismo día que Vicentico se presentaba frente al Teatro Metropólitan.

Sin duda, el ambiente era especial; no de fiesta, sino de intensa entrega a las canciones de vida, muerte y amor. Se dejaron escuchar “Siguiendo la Luna”, “El Aguijón” y por supuesto “Basta de Llamarme Así”, de Los Fabulosos Cadillacs, siempre con ese temple tan sereno de Vicentico que no hace alarde de su canon de trabajo, pero sabe quién es y dónde está parado, especialmente cuando el griterío se lo come vivo.

Una pausa y el regreso conocido como encore se dio con sus temas más famosos: “Creo que me Enamoré”, “Tiburón” y “Los Caminos de la Vida”. Posteriormente, cuando sus músicos se retiraron, Vicentico procedió a quedarse un rato más y regalar una versión acústica de “Vasos Vacíos” para dejar ir a un público que jamás vivirá algo así de especial y de emotivo. No fue una noche más para Vicentico y su público, esta fue una para recordar. 

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