Ciudad: CDMX

Globos y Hamburgesas: Javiera Mena

En nuestro país, la carrera de Javiera Mena ha crecido a pasos agigantados desde su debut en el 2006 con Esquemas Juveniles, que casi pasó de noche. A pesar del éxito obtenido con la pegajosa "Sufrir" y recientemente con Otra Era, además sus participaciones en festivales como el Vive Latino y Pal Norte, a la cantante chilena todavía le falta sentir un poco más de ese amor mexicano, pues el Teatro de la Ciudad se encontraba cuando mucho a la mitad de su capacidad para el concierto del pasado viernes.

Eran pocos pero dedicados los que esperaban ver a su artista preferida sobre el escenario del recinto porfirista y para cuando ésta apareció con gafas blancas en la consola para la primera rola, “Otra Era”, se pararon para bailar como mejor se podía entre los asientos inamovibles. “Quiero que seas mi novia” y “hazme un hijo” le gritaban las chicas, provocando algunas risas antes de que la gente que probablemente se quedó pensando cómo iba a ser ésto último posible.

Para “La Joya” saltaron al escenario tres chicas en converse y daisy dukes para ambientar las rolas más movidas como “Hasta La Verdad” y el cover a la canción hecha famosa por Daniela Romo, “Yo No Te Pido La Luna”. Las bailarinas se contoneaban como coristas de Robert Palmer, haciendo ademanes cursis que acompañaban el humor de Javiera al parodiar este éxito ochentero.

El momento reflexivo de la noche llegó y Mena se sentó frente al teclado para interpretar “Sol De Invierno” de Esquemas Juveniles, “Un Audifono Tú, Un Audifono Yo” y curiosamente un cover de Grupo Mojado, “Piensa En Mí”. Sí, esa rola.

"Al cabo es viernes, ¿no?", preguntó Javiera trayendo de vuelta el ambiente festivo e invitando al escenario a su amiga Marcela Viejo, a quien vimos hace poco celebrando diez años de trayectoria con Quiero Club. “Mis recuerdos de esta ciudad son de estar comiendo a las seis de la mañana”, dijo Javiera, incitando a su público a seguirla toda la noche.

Tras abandonar el escenario por algunos minutos, la chilena regresó para brindar el momento surrealista de la noche. En medio de sus bailarinas y de botargas vestidas como huevos, tocino, papas fritas y una hamburguesa, interpretó una prendida versión de “El Amanecer”.

Javiera ya pensaba en el desayuno, pero el desmadre estaba bueno, así que subió al escenario su amigo Ulises de Chile y Marcela Viejo de nueva cuenta para bailar entre las botargas. El público, más animado que nunca, disfrutó de lo que sabía era los últimos momentos de un memorable concierto.

De la Tierra: Estamos los que tenemos que estar

No hay nada nuevo al decir que el heavy metal, salvo en contadas circunstancias, no es un género de gustos masivos. Y no hay nada de malo en ello, ya lo dijo Sam Dunn con gran estilo en A Headbangers Journey: los que estamos lo estamos haciendo bien y no te necesitamos.

Valga esta esta referencia para ejemplificar el sentimiento que navegó durante la noche de ayer por las paredes del Plaza Condesa: éramos pocos, pero estábamos los que teníamos que estar, y justó así lo reconoció un Andrés Giménez, visiblemente alegre, tras ver la reacción y respuesta inicial del público nacional a las primeras piezas interpretadas por De la Tierra.

“Somos uno” fue la encargada de abrir la noche, con esos riffs iniciales tan cercanos a una era perdida de Sepultura, pero con suficiente carácter e identidad para forjar la que sin duda es la mejor pieza del álbum debut de la banda. Tras ésta, “Maldita historia” sonó y el público respondió con una rueda de moshpit que comenzó a moldear la noche.

Tras tocar la versión del cover de “Policía” que Sepultura le hizo a la banda brasileña Titas a mediados de los noventa, llegó una de las canciones más coreadas: “San Asesino”, tras la cual el Sr. Flavio tomó los micrófonos para manifestar su apoyo con los familiares de los desaparecidos de la normal de Ayotizinapa. Todo bien, aunque a juzgar por la señal que Alex González (baterista) le hizo a Gímenez indicándole con los dedos el número 43, y después éste comunicándoselo al Sr. Flavio, este hecho se sintió más como una corrección política que como una verdadera y genuina solidaridad con los 43 hermanos desaparecidos.

La noche continuó y a lo largo de ella sonaron la gran mayoría de los tracks del álbum debut de De la Tierra, más un cover extra a “Señor Matanza” de Mano Negra, interpretada por un Sr. Flavio que, entrado en un éxtasis y emoción palpable, martillaba cada una de las 5 cuerdas de su bajo. Gran talento y desempeño el que tiene este señor, sin duda.

Es notable la experiencia que tienen estos cuatro señores: Kisser con una soltura magnífica detrás de las seis cuerdas, Sr. Flavio slappeando su bajo y bailando por todo el escenario; un Alex González dejando ver que en Maná está muy desaprovechado y Andrés Gímenez con una voz que encontró un perfecto balance entre los estribillos melódicos y los gritos guturales. Cada canción ejecutada se desmarcaba considerablemente del sonido mostrado en el álbum y en vivo exhibió una potencia y matiz distintos: bombos y bajos más graves y riffs más filosos y desgarradores.

La noche terminó y estoy seguro que en más de uno quedó insatisfecha la necesidad de escuchar algún cover a uno de los clásicos de Sepultura (o incluso de A.N.I.M.A.L.). Pero eso no importó, la sensación de haber presenciado un gran show de heavy metal quedó y permanecerá, aun cuando fuimos pocos los que estuvimos ahí.

The Kooks en el Pepsi Center

A través de Twitter, The Kooks confirmó que volverá a México tras su participación en el Corona Capital para ofrecer dos shows en solitario: uno para la Ciudad de México y otro para Guadalajara.

De acuerdo con la banda, los boletos estarán disponibles a partir del lunes 10 de noviembre.

Antemasque: Aquí no tocó The Mars Volta

El dúo creativo integrado por Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zavala volvió a la tierra prometida. Once años después de su primera visita a México, regresó al Circo Volador; ahí donde hubo amor a primera vista con el público nacional. Aquí no tocó The Mars Volta y mucho menos At the Drive-In, pero renació el recuerdo con Antemasque.

No hace falta preguntarlo, Omar y Cedric guían este nuevo proyecto musical, así como los anteriores, y se posicionaron en primer plano, cada uno de un lado de la tarima. Omar es su guitarra y se mueve según sus rasgueos. Cedric, poseído y visceral, es “el Chamuco”. Detrás de ellos, Dave Elitch (en algún momento también parte de The Mars Volta) despedaza la batería y Manfred Rodríguez-López, en el bajo, le sigue el paso con fidelidad.

Su regreso al Circo Volador no es coincidencia. Intencionalmente decidieron presentar este proyecto en el mismo foro que vio llegar a The Mars Volta, aunque no en el mismo escenario. En el lejano 2003 tocaron en el lobby del lugar y ahora, ya con el cariño del público en la bolsa, lo hicieron en el escenario principal. La coincidencia intencional fue bienvenida del inmueble a través de Twitter, que les respondió: “Antemasque, los extrañábamos aunque nos hayamos conocido con otro nombre”.

La presentación fue fugaz y sin medias tintas. Durante 50 minutos pasaron diez canciones; nueve de ellas forman parte de su álbum debut homónimo y además agregaron un tema inédito que formará parte de su segunda producción de estudio que se estrenará el 10 de noviembre. Aunque Antemasque se estrenó hace apenas cuatro meses, el público mexicano coreó canciones como “4AM”, “In the Lurch” y “Rome Armed to the Teeth”.

El amor entra por los ojos y también por los oídos. Sin necesidad de explicaciones, desde el primer momento la audiencia mexicana se rindió ante la banda. Es lógico, son Omar y Cedric juntos de nuevo, y aunque la nueva propuesta tiene su propio espíritu, no se pueden hacer a un lado los recuerdos que los unen. Minutos después de la presentación, @ORLProductions lo agradeció así: “Muchas gracias por tanto amor México!!”.

“People Forget” fue la canción con la que cerraron, pero el público no se movió hasta que el staff comenzó a quitar el equipo. La banda se despidió y se encendieron las luces mientras la gente pedía otra canción. Las luces se apagaron de nuevo, pero sólo fue la finta. Antemasque no regresó al escenario, quizá por la novedad del proyecto, pero es probable que vuelvan para saciar esa sed con su nuevo disco y un set más extenso.

Aquí tocó Antemasque, con Omar y Cedric juntos una vez más, acompañados por muchos recuerdos alucinantes, pero presentando una nueva etapa musical.

Editors y el tangible peso del amor

Una noche llena de amor en muchos buenos sentidos cuando de música va el tema, y es que las canciones de Editors tienen un poder de gran peso cuando se exponen más allá del disco y el mp3. Afortunados todos por haber sido un galante Plaza Condesa el designado para presentar a esta banda, pues es sabido que la organización y el sonido que proporciona el lugar pocas veces queda a deber.

Editors no venía con su mejor disco, pero sí con un puñado de excelentes hits nuevos que dan un revulsivo a un catálogo lleno de piezas poderosas. No lo digo al azar, quizá usted fue uno o presenció la reacción del público, eufórico a más no poder, con todos y cada uno de los temas interpretados, incluso con las melodías lentas como “Sugar”, la encargada de abrir el set.

Tom Smith, excelso en todo momento, compartió palabras con los presentes cuando era necesario, no más; lo importante era su garganta sustentando el peso de canciones como “All Sparks”, durante la que nunca se quedó falto de potencia, ni siquiera cuando había vértigo desde las percusiones (“An End Has A Start”) como en una triunfal “Munich”, en las que su voz se entregó totalmente y de forma uniforme (“Bullets”).

No hubo parte de la noche en que el recinto no dejara de cantar una a una las canciones que Editors ofrecía, recibiendo a cambio aplausos y gritos siempre. El comportamiento de Tom, colgándose del micrófono, expresando el sentir desde los movimientos de sus manos hasta la manera en que se movía su boca al dar el canto (“Eat Raw Meat = Blood Drool”), incluso cuando se sentaba al teclado (“The Racing Rats”). Pero si hay algo digno de celebrar y ahora inolvidable, es y será la parte final del concierto tras el encore, la cual aseguro que no se compara con ninguna que el grupo haya dado antes en nuestro país.

Smith salió de nuevo con una guitarra, le dio naturalidad y dejó apreciar la esencia de “The Weight” en versión acústica para de inmediato enlazar con “Bricks and Mortar”, mientras el resto de compañeros emprendían sus instrumentos, fantástico y emocionante el poder que toma la canción en vivo y el salto al encadenar con “A Ton Of Love”, en la que el grave color vocal de Tom detonaba en el gigantesco estribillo.

El cierre no pudo ser otro más que “Papillon” y no puedo decir más que el momento logró hacer cimbrar el piso de El Plaza ante la explosión de emociones que en cada espectador provocó.

Uno de los conciertos que los fieles seguidores del grupo anhelaban tras ya un año de salida de su más reciente disco, una espera recompensada en la que Editors, ahora sí con un set completo, demostró cual es el verdadero y tangible peso de su amor.

Celebración a los muertos con Peter Hook

El día de muertos funge como una tradición para evocar a los que ya no están, los que dejaron un espacio y serán siempre recordados. Es imposible asistir a un show alusivo a Joy Division o New Order sin pensar en el caído Ian Curtis. El entonces bajista de los pioneros del post-punk regresó a México a ofrecerle más que una ofrenda, una noche de homenaje.

Peter Hook & The Light trajo lo que muchos seguidores del grupo ingles esperaban: escuchar Unknown Pleasures y Closer en su totalidad. Hooky saltó al escenario, que estaba adornado por un par de ofrendas a Curtis, para comenzar con un set de la banda que abandonó en 2007: New Order.

A pesar del creciente ánimo del público de escuchar las canciones de Joy Division, “Let’s Go” y “Dreams Never End” fueron coreadas por varios que alzaban su puño en dirección al escenario. El bajeo de Hook cobró suprema fuerza en “Age Of Consent”, mientras que los asistentes saltaban y agitaban sus cabezas como si estuvieran en el club londinense ochentero The Hacienda.

Para seguir el baile, siguieron “Subculture” y “State Of Nation”. El primer corte del show terminó con “True Faith” y “The Perfect Kiss”, dando fin al groove ochentero. La banda abandonó el escenario por unos minutos para regresar con el set del álbum Closer, tras un discurso preparado por Peter que leyó un traductor, y la dedicación: “este show va para la memoria de Michael Shamberg, que en paz descanse”.

Los beats de Andy Poole ahora eran sustituidos por el introspectivo tamborileo de Paul Kehoe. Hook abandonó la playera del Club Barcelona que portó al inició de su presentación para adoptar la playera oficial del show: una especia de calaverita impregnada con el diseño del álbum Unknown Pleasures.

La presencia de las canciones de Joy Division era evidente. Los asistentes comenzaron a empujar hacia adelante, la fuerte y ronca voz de Hook reconceptualizaba los temas compuestos por Ian. El bajeo impecablemente ejecutado de Jack Bates, hijo de Hook, contrastaba con las minimalistas apariciones en la guitarra de David Potts.

Desde “Atrocity Exhibition” hasta “Decades”, el José Cuervo recordó el segundo álbum de la mítica banda formada por Ian Curtis, Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris. Aunque aún faltaba repasar el LP más recordado, aquel que figura en miles de playeras alrededor del mundo. Tras otro breve descanso, toco el turno del set de Unknown Pleasures.

Un encore, y el final esperado con “Transmission” y “Love Will Tear Us Apart” dieron fin a la celebración de muertos, demostrando que la música de Joy Division siempre quedará viva, ya sea en la música de Peter Hook, de New Order o el gusto de la gente.

Funk nipón de primer nivel con Osaka Monaurail

Noche de funk y soul en el Plaza Condesa y no precisamente por parte de un ensamble que imaginaríamos, sino que desde Osaka, Japón, muy a la usanza de los conjuntos y orquestas clásicas de R&B, Osaka Monaurail llegó por vez primera a un escenario mexicano para ejecutar lo mejor y más destacado de la música afroamericana de los 60 y 70.

Con un quórum ridículamente reducido que, tal vez por ser domingo de festividades o ser una agrupación poco común, tuvo a la organización regalando y promoviendo el 2x1 a toda hora, es digno reconocer como afortunados a quienes se animaron a asistir, ya que la fiesta de casi dos horas fue memorable e inolvidable, por decir poco.

Con más de veinte años de trayectoria y casi diez discos bajo el brazo, la noche fue reinada por el sonido de los vientos que acompañaban al grupo; tres piezas instrumentales en las que destacaron temas de The Temptations y The J.B.'s (la banda de James Brown) dieron paso a la llegada de Ryo Nakata, vocalista y frontman de tan espectacular conjunto que, entre broma sobre la ausencia de verdadera música japonesa esa noche, fue recibido con aplausos y gritos de un público en que claramente se veían sus paisanos echando porras.

A pesar de tener un consistente número de piezas originales, la banda, siendo más una especie de grupo de entretenimiento cuasi novelty act, se optó por un set en que predominaron los estándares del género como “Get Up” de James Brown, “People Make The World Go Round” de The Stylistics, y hasta el tema de Shaft de Isaac Hayes.

Era domingo y la plancha del Plaza Condesa estaba abierta para baile. Sí bien pocos fueron los que se animaron a mover el bote, todos aplaudían y seguían el compás; estaban frente a un gran conjunto que, para culminar su encanto, terminaron por bajarse del escenario a saludar y convivir un poco con la audiencia. Grandes nipones.

AFI: Con la energía del fuego azteca

Para su regreso a la capital mexicana, A Fire Inside eligió una fecha emblemática: El día de todos los santos, la cual no fue para una presentación cualquiera, sino la del cierre de su gira. La noche comenzó con un oscuro total y gritos ensordecedores de cientos de fans que emocionados aclamaban a la banda.

Eran las 8:20 cuando Davey Havok, Adam Carson, Hunter Burgan y Jade Puget aparecieron en el escenario y tras una introducción llena de luces, arrancaron con “The Leaving Song Part II”.

El ambiente era impresionante y la gente acompañaba a Havok cantando a gritos todas y cada una de las letras. Con “Girl’s Not Grey” la emoción continuó y la audiencia entera se puso a brincar sin parar. Cuando llegó el turno de “I Hope You Suffer”, Davey se acercó a cantar con el público que simplemente enloqueció. Al terminar la canción, el vocalista agradeció a sus fans y dio la bienvenida en español.

El concierto continuó con “A Single Second” “Love Like Winter”, “Ever and A Day” y “Medicate”, durante las que la energía del público no perdió intensidad en ningún momento. La conexión entre la banda y los fans, quienes sabían a la perfección en que momento aplaudir, gritar, saltar o corear, era evidente.

Antes de que llegara el momento de tocar “17 Crimes”, Havok volvió a agradecer reiteradamente al público mexicano y declaró que no había mejor lugar para terminar su gira. Llegó el momento de bajar el ritmo por unos cuantos minutos y “The Leaving Song” fue la encargada de llevar a los aficionados a un lugar un poco más íntimo.

“Days of the Phoenix”, “Beautiful Thieves” y “Kill Caustic” también formaron parte de un setlist tan variado que la banda californiana presentó en el corazón de la colonia Condesa.

Cuando los primeros acordes de “Miss Murder” sonaron, El Plaza parecía derrumbarse con los gritos y saltos. AFI se despidió de su público al finalizar esta melodía y tras un par de minutos y miles de gritos, reapareció para tocar “Greater tan 84” y “Silver and Gold”.

Las emociones dentro del recinto estaban a tope y para los fans mexicanos la presentación de 1 hora no era suficiente. A las 9:20, cuando AFI volvió a abandonar el escenario, la gente permaneció en sus lugares y gritando ¡AFI! ¡AFI! hasta que después de unos minutos las luces se volvieron a apagar.

Los californianos no defraudaron a sus seguidores y salieron nuevamente para tocar “Veronica Sawyer Smokes”, “The Killing Lights”, “6 to 8” y “The Conductor”, emocionando y sorprendiendo gratamente a la audiencia. Finalmente, la tercera fue la vencida y la agrupación se despidió de sus fans mexicanos.

AFI mostró no solo su fuego interior, sino el fuego exterior que emana y comparte con su público mexicano. Una velada llena de energía, gritos y emociones que no decepcionó y llenó los corazones de todos los presentes.

Cadencia andina que estremece corazones: Gepe

En sus canciones, Gepe algo de enigmático y oculto, incluso esotérico como él mismo lo acepta, por lo que la noche de brujas resultó el marco perfecto para dejarnos hechizar por sus ritmos, el baile y sus letras.

La gente superó el lento tránsito, el frío y lo concurrido del transporte público, por lo que las butacas del Teatro de la Ciudad fueron llenándose, mientras que globos y pulseras de neón recorrían entre los asistentes para preparar el ritual de uno de los artistas chilenos más queridos en este país, algo que pocos minutos después quedaría más que confirmado.

Un poco antes de las 21 horas, Gepe saltó al entarimado con sus tres músicos y soltó de un solo golpe, “Amigos y Vecinos”, “Bacán tu casa” y “Con un solo zapato no se puede caminar”, donde bajo del escenario para sentir el calor del respetable y detonar la felicidad del mismo.

El chileno tiene la habilidad de cantarte al oído, de hacer sus shows íntimos, no importa que tan grande sea el recinto, la gran mayoría de los asistentes se sentían en la sala de su casa, la interacción con su público lo hace especial, parece contar secretos y explica sus canciones como si debiera explicaciones, un acto que todos agradecemos.

Fue una noche con pequeñas sorpresas y detalles emocionantes; canciones que hace mucho no sonaban y algunas que nunca habían sonado; llegaron “Platina” el estreno de “Marinero Capitán”, “Campos Magnéticos”, además aprovechó para leer un recado procedente del público y dedicar “Fruta y Té”.

El escenario fue abandonado para que él con su guitarra y montado en la batería interpretara una versión acústica de “La Bajada”, “Estado de Visita” y “Ayelén”. De nuevo con banda completa y sus bailarines que entraban y salían, llegó el éxtasis de la fiesta con, “No te mueras tanto”, “Bailar Bien, Bailar Mal”, el estreno de otra pieza llamada “Melipilla”, “Alfabeto”, y “Bomba Chaya” donde por fin salieron los globos guardados y el teatro se convirtió en una pista de baile que hizo olvidar el tremendo frío que se vivía en las afueras.

El ritual ya podía considerarse un éxito, sin embargo, si algo puede salir puede salir bien, saldrá mejor. El escenario fue abandonado de nuevo y el cantante postrado en una silla estremeció almas con “Un Gran Vacío”, para después con la integración de un charango interpretara “Las Flores” de Café Tacvba, arrancando gritos de emoción, y sonó “En la Naturaleza” para cerrar con broche de oro el embrujo de una noche que apenas empezaba.

Cynic y Dark Lunacy: Música de culto en honor a los muertos

Era la noche previa al día en el que se le rinde honor a la muerte y a nuestros muertos,  por lo que no hubo mejor preámbulo que una sesión de dos bandas que transitan por los caminos de la música de culto. La primera, Dark Lunacy, con un regreso al país que le ha abierto los brazos de un modo sorprendente, inclusive mejor que en Italia, su país de origen; y la segunda, Cynic, que han ocupado un lugar en lo más alto de la cima prácticamente desde su primer álbum, auún cuando estuvieron alejados de los escenarios por más de diez años.

Con The Day Of Victory bajo el brazo, álbum con el que consolidaron su veta death metal y su gusto por la temática rusa, Dark Lunacy subió a las tarimas de un Circo Volador que, aunque los recibió con emoción, eventualmente pareció dividirse entre quienes se decantaban por el death melódico y sinfónico de los italianos, y quienes esperaban con ansías el virtuosismo y experimentación de Cynic.

A pesar de ello, Lunacy gozó de una muy buena aceptación por parte del público mexicano, cuyas voces se unieron en más de una ocasión para entonar esos coros característicos de la música de los europeos. Sonaron así “Stalingrad”, “Through The Non-Time”, “From the Don to the Sea”, en la que destacaron los coros emulando el canto del ejército ruso, y por supuesto los clásicos “Dolls” y “Aurora”.

Tocaba el turno de Cynic y el Circo Volador pareció adquirir otro matiz, pero sin perder la energía que se ganó con la banda previa. Las luces iniciaron un juego distinto y bajo ellas apareció Paul Masvidal con su ya clásica forma de sostener su guitarra y una máscara cubriéndole el rostro.

El set abrió con “True Hallucination Speak”, primer corte de su último LP, Kindly Bend to Free Us, y tras ésta, los originarios de Florida hicieron un recorrido por toda su discografía: “Evolutionary Sleeper”, “Carbon-Based Anatomy”, “Veil of Maya”, “The Space for This”.

En su última placa, Cynic pareció hacer a un lado los riffs pesados y otorgarle un lugar preferente a los sonidos derivados del jazz y el rock progresivo. Sin embargo, en vivo su postura es distinta y las interpretaciones del nuevo disco parecen tener un tono más heavy, lo cual sin duda se agradece.

A diferencia de la gira anterior, la alineación que Cynic presentó en esta ocasión es lo más cercano que se tiene a la formación clásica, pues además de Masvidal en la delantera y Sean Reinert en la batería, Sean Malone fue el encargado de hacer vibrar las cuerdas de un virtuoso bajo y el siempre exótico chapman stick. Maravillosa sorpresa sin duda alguna, si consideramos que los tres son unos genios detrás de sus respectivos instrumentos.

Al final poco importó que la naturaleza de ambas bandas pareciera incompatible. La música ejecutada fue lo suficientemente efectiva que la noche sirvió como un perfecto preámbulo para la celebración de día de muertos. Un honorable culto para quienes ya no están entre nosotros.