¿Por qué a Yann Tiersen no le llaman maestro como a Gustavo Santaolalla o Andrés Calamaro? Bueno, tal vez sea cosa de argentinos, pero la verdad es que el estatus original de Tiersen, asociado más a círculos culturales que a conciertos masivos, cada vez se difumina más. ¿Por qué? Cada recital suyo en nuestro país convoca más y más personas. ¡Anoche fue un mar de cabezas!
De alguna manera, la gente que se encarga de traer al músico y compositor a nuestro país se aferra a no soltar aquel estatus cultural, como si se tratara de una figura de conciertos magistrales y festivales de música barroca en lugar de alguien que ha pisado festivales como Rock Werchter, Coachella y FunFunFun Fest.
Ciertamente, la noche de ayer tuvo un ambiente bohemio gracias al escenario, común de festivales de blues y jazz en nuestra ciudad, aunque cabe señalar que la vibra se apegaba mucho más al rock.
En el cierre de su gira por Norteamérica, con la que previamente nos visitó para ofrecer dos conciertos de función doble a reventar, Tiersen no presentó grandes cambios en su set; mejor dicho, ningún cambio, pues todo estaba ensayado y programado. Pero, ¿qué mas da? ¡Es Yann Tiersen!
Nuevos temas y clásicos fueron entremezclados de manera increíble, incluso llegó un momento en el que la ambientación de luces y las grabaciones atmosféricas eran capaces de transportarte a otras tierras, tal vez a la tierra natal de Tiersen, Bretaña. Pero antes de que el viaje estuviera completo se escuchó a lo lejos un carrito camotero, un claxon y hasta un avión; ¿cómo le dices "shhh" a un avión? Con razón no usan tanto el Angela Peralta.
Si bien existen otros factores que pueden afectar el deleite de un show en un espacio abierto, como es el caso de sentarte junto a un fumador, el poder de la música de Tiersen y compañía fue apabullante. El combo de “The Gutter”, seguida de “The Crossing”, “Vanishing Point” y “Lights”, éstas últimas tres con Yann detrás de un sintetizador moog, fueron lo mejor de la noche.
Tras el ritual de esconderse tras el fin del set y regresar para un encore de tres canciones, que incluyeron “The Long Road” con Tiersen solo al piano y “Sur Le Fil” con solo un violín, el francés se retiró pero dejó las luces apagadas ¿Un último encore? El concierto empezó temprano, a las siete y media para ser precisos, así que el frío no era la gran cosa, entonces ¿por qué no aplaudir más fuerte?
Unos gritaron para que volviera a salir, pero al parecer no pasamos la prueba del aplausómetro porque las luces se encendieron después de un rato y la música de fondo nos invitó a salir. Pero, ¡hey!, salimos más que contentos.