Ayer por la noche y hoy por la madrugada, un tándem de artistas (Lindstrøm, Dorian Concept, Jessy Lanza, Íñigo Vontier, Soul of Hex, Métrika, The Last Faders y Tomitá) nos movió los oídos durante la cuarta edición de TNDMX.
Los debuts internacionales y revelaciones que sonsacaron el SALA nos dejaron boquiabiertos. Para ser sincera había poco entusiasmo, público bastante exigente y no muy receptivo; pero eso no detuvo a los expositores ni a la gente que estaba realmente para dejarse cautivar por el talento. En comparación con años anteriores esta velada fue más underground y con mayor enfoque en el talento que en la fiesta.
Medio vacío, en SALA comenzó a sonar Tomitá, ganador del concurso Jukemx, The Last Faders y Métrika full live band, quienes por cierto sorprendieron con su concepto banda en vivo gracias a sus buenos beats.
Ellos le dejaron calientito el escenario a Jessy Lanza, quien se plantó y nos hizo suyos con su increíble voz, que por momentos recordaba a Grimes, además de su sonido romántico y bailable, fue imposible no amarlas al tocar “Keep moving” y “Strange emotion”.
Las luces comenzaron a tomar potencia y la temperatura empiezó a llegar a la sangre de la audiencia que ya entraba en ambiente para esperar la propuesta de Dorian Concept.
Acto seguido, el productor, tecladista y músico austriaco, Oliver Thomas, puso el mood completamente con sus ritmos eclécticos homogéneos llenos de funk electro jazz que nos transportó y envolvió y el SALA en un paisaje sonoro que no pudo dejar a nadie sentado. “Draft Culture” y “Ann River, Mn” no dejaron de sonar vibrantes y exquisitas.
Lindstrøm, la euforia más apasionante y profunda que se ha escuchado en los últimos tiempos. El noruego se metió hasta la medula espinal de cada alma que logró escucharlo y nos mantuvó pilas el resto de la noche.
“Ęg-gęd-ōsis” es en mi opinión, la máxima expresión del artista, el clímax de su experiencia musical. Se escucharon las clásicas “I Feel Space” y “Where You Go I Go Too” con bolas de disco que proyectaban luz al ritmo de la música, el cual fue el escenario perfecto para su acto.
Íñigo Vontier tenía la gran misión de mantenernos vivos después de la impresionante presentación de Lindstrøm y para cerrar la noche no tuvo más que mostrar su mejor carta al público que ya empezaba a descender. El mexicano goza de un gran talento y buen oído por lo que logró mantener el ritmo el resto de la noche.
En general fue una noche bastante agradable, llena de revelaciones y deleites sonoros frescos para el exigente público, que al final se retiró satisfecho y con la energía en toda su potencia.