Era un ambiente por demás bizarro. Entre decenas de puestos de garnachas, afiladores y congales, se congregaba una muchedumbre más alternativa dispuesta para ver a Jamie xx. Claro, suena como a cualquier situación social en la Ciudad de México, pero los alrededores de SALA desentonaban aún más con el espectáculo a presenciar.
SALA es un lugar poco ortodoxo para eventos de esta índole. Por dentro tiene más pinta de lugar para reencuentro de Garibaldi que de bandas de rock. Algunos asistentes incluso iban ataviados para una ocasión así de absurda, pero eso ya es meterse en el gusto personal del atuendo de cada quien.
En punto de las 10 pm salió Teen Flirt a mezclar, con un debut casi desapercibido. Cubierto con un pasamontañas entre la deplorable iluminación rosada que le pusieron, tocó un DJ set que incrementaba de ritmo y mood conforme pasaba la noche, y ese empezó a ser el problema para muchos. Al paso de una hora, hora y media y casi dos horas, él seguía tocando. A algunos no les importó y seguían metidos en la euforia brindada por las cervezas, el humo y las buenas amistades. Otros ya querían ver a su artista deseado, por temor a que les cerraran las estaciones de transporte público o que acabara el tiempo en los parquímetros. Pero aún faltaba más…
Por ahí de las 12 am del siguiente día, salió Mattis a dar un set más melódico y tropical. Si con el DJ anterior se daba mucho lugar a la introspección y la sensualidad, con el siguiente la fiesta agarró más soporte. Además, agradezco que el alemán haya sido más respetuoso con el horario y el público, ya que su set sólo duró una hora. Suficiente para sacudir el cuerpo de entre el caldo que ya se estaba haciendo en el reducido espacio de tanta gente que ingresaba.
Finalmente, en punto de la 1 am, Mattis le pasó la estafeta a Jamie xx, lo cual provocó el aplauso desmedido del público. El productor y músico de The XX amablemente dejó que terminara el set previo para hacer la transición a su propio repertorio de forma sutil. Ya cuando se asentaron los mares, soltó “Gosh” y de inmediato el ambiente cambió. La apatía y molestia que ya se empezaba a notar se convirtió en brincos, bailes, empujones y luces estroboscópicas. Era a él a quien todos veníamos a ver, y parece ser que el calentamiento previo fue olvidado. Lo demás (incluyendo la ubicación del automóvil o la disponibilidad del metro) dejó de importar.
Ya entrado en calor, Jamie soltó algunas otras canciones de su disco debut como solista, In Colour. Desde la quietud de “Sleep Sound”, hasta piezas como “Hold Tight”, “Loud Places” (que nos hizo extrañar a su compañera usual, Romy Madley Croft) y “Girl”, levantaron los ánimos de unos y confundieron a otros por el cambio de sonido al que ya nos tenía acostumbrados con su agrupación base. Sí había lugar para la melancolía en su nuevo estilo, pero la parte de “club/electrónica” predominaba en lo que estábamos escuchando. Lo ideal para darle una probada exacta a los asistentes de lo que saldrá el 1ero. de junio en tiendas físicas y digitales. Lo único malo es que todo acabó demasiado pronto para digerirse bien.
Terminando el show, al respetable lo despidió una bien merecida lluvia. Quizás algunos entre la audiencia le rezaron a Tláloc en secreto para refrescarse después del ambiente algo sofocante y exhaustivo que brindaba el lugar. Si nos quedamos cansados y/o frustrados, no fue enteramente culpa de Jamie xx o su brevísimo set, sino de la organización del evento y el cambio tan repentino de estilos entre DJ’s que no daban un aumento de tensión o de ritmo, sino que todo iba desviándose en direcciones diferentes y, al final, no estaba seguro de cómo sentirme. ¿Mojado y mareado, tal vez? No fue una conclusión tan deseada.