Puro derroche de energía con The Darkness en El Plaza Condesa.
“Denme una D!...ahora denme una arkness!”, así alentaba el frontman Justin Hawkins al público de El Plaza Condesa después de que habían salido rugiendo de los camerinos con “Barbarian” como su primer número. El grupo inglés sigue siendo una fuerza imparable sobre el escenario, que es lo mínimo que podemos esperar de un pastiche del glam rock de los 70’s y el hair metal de los 80’s; era difícil no sentirse atrapado en el ambiente que se había prendido en este rincón de la Condesa y tan siquiera pintar unos cuernitos en el aire, quizás hasta hacer un poco de headbanging. La banda le dio un repasón a sus éxitos de su debut Permission To Land (2003) como “Growing On Me”, “Get Your Hands Off My Woman” y claro, “I Believe In A Thing Called Love”.
El ciclo “drogas-rehab-drogas-y repita” no ha mermado la energía de Justin, su carnalito Dan Hawkins y el bajista original Frankie Poullain, así como del baterista en turno Rufus Taylor; The Darkness había dado un buen periodo de descanso del 2006 al 2011, después de que haciendo honor a sus inspiraciones, se vinieron para abajo feo debido a los excesos que dos años de fama y fortuna les había devengado. Ahora se ven enteros en vivo y con propuestas musicales decentes como el último álbum Last Of Our Kind (2015) lo demostró.
“La grandeza de un país se mide por qué tan chingona se ve su bandera cuando te la pones como capa”, decía sinceramente Justin mientras se iba quitando su camiseta, bajando los cinturones de su overol y colgándose una bandera mexicana en el cuello, antes de empezar “One Way Ticket”, donde se escucharon los coreos más fuertes por parte del público. Al igual que hace doce años algo queda claro sobre The Darkness, un humor exquisito, distintivamente británico sigue permeando todo lo que hacen, y siguen borrando la delgada línea entre el rock y la comedia. Desde los splits voladores del vocalista y sus aplausos con las piernas parado de manos, a Poullain dándole con coraje a un cencerro al inicio de “Open Fire” al estilo Will Ferrell… a, y todavía me da risa de recordarlo, los cuatro miembros del grupo saltando agarrados de la mano desde la tarima de la batería.
Cierto que no es el primer grupo de rock-comedia, Tenacious D lo estaba haciendo desde mucho antes y claro que el referente definitivo es el grupo ficticio Spinal Tap, pero ver a The Darkness en vivo y constatar su calidad instrumental te sigue causando dudas y preguntarte: “no es en serio… ¿o sí?”; para cuando Justin llamó con autoridad al final de “Mudslide” a uno de los miembros del público hacia el frente del escenario: “¡tráiganmelo!... lo quiero aquí!”, recreando el final del himno setentero “All The Young Dudes”, llegué a la conclusión –por mi propio bien– de que tienen a Christopher Guest como guionista de sus letras y presentaciones.
Todos sabemos que este modelo de entretenimiento resultó en otras versiones a nivel mundial, en México Moderatto, y hablando de derivados, no era si acaso, pero más bien en cómo y cuándo me iba a topar a Jay De la Cueva, y como si fuera parte de la comedia de la noche, el chaparrito se me fue a estacionar justo enfrente mientras diligentemente trataba de tomar mis notas en la oscuridad.
El sintetizador, que habían sacado a mitad del escenario para Justin, se había trabado al final de “Friday Night” y Justin, con el uso de ademanes, le demandó a los roadies: “¡llévenselo!”. Iba llegando a su final el concierto y se vino una versión de “Street Spirit (Fade Out)” sacada de su álbum de 2012, Hot Cakes; solo que en vez de los suaves arpegios de Jonny Greenwood, llegó la guitarra rítmica como metralleta por parte de Dan en su Les Paul color vino. Al final cerraron con el himno “Love On The Rocks With No Ice”, y mientras todo el público coreaba veía a Justin inspirando al público a mover sus brazos por el aire de lado a lado… y lo hacían, sin un dejo de cinismo o ironía, me volvía a preguntar, “¿es en serio?”.