La música es libre como nuestra sonrisa: Reggae Land 2015.
Al caer la noche y apagarse el sol, entró en su resguarde aquel león alabado. La alfombra se colocó con los brillos de un rojo, verde y amarillo para dar la bienvenida a todo consumidor de cantos con paz e igualdad. Un mismo grito retumbó en el Pepsi Center con la fuerza de Reggaeland.
18:00
La fusión dio inicio con la presencia de Cellula, Real Stylo y Tepexicuapan, dando el toque elegante al lucir de gala para una noche alumbrosa. Interpretaron grandes honores a Marley y mezclas de rocksteady, dub y reggae. La fiesta se fue incrementando y los asistentes comenzaban a correr, pues los estelares estaban por llegar.
19:20
En un instante entre el inicio y el clímax noctámbulo saltó al escenario Ojo de Buey. Sin dejar de lado sus raíces puertorriqueñas, la agrupación colocó en alto el estupendo reggae que se hace en la isla. Siendo su segunda aparición en México, Ojo de Buey, arrancó una tarde de reggae sin dejar pasar cantos provenientes de Sabor en un tiempo cruel, como “Dime la verdad”, “Me hierve la sangre” y “No puedo dormir”.
20:00
Provenientes de Guadalajara, Golden Ganga llegó a Reggae Land y encendió la euforia del auditorio. El sentimiento de libertad se combinaba con el aroma de cannabis, dando así el toque esencial para corear algunos temas de este reggae nacional, tales como “Nada es casualidad”, "Amanecer” y “Luz”. Celebrando y felicitando a los mexicanos, la banda interpretó “No Babylon”. La energía de todo ser viviente encendía el hábitat. Las mujeres danzaban al ritmo de sus dreads. Golden Ganga estaba en el fuego explotando temas como “Música”, “A lo mejor” y “Tiempo”. Y así, el romanticismo no faltó; las caricias y el amor pisaban el Pepsi Center dentro de cada admirador cantando poesías como “La gloria eres tú”, “Aire” y, con un cierre halagador, “Oh, no”. Estallaron en sonido. Estallaron en frescura.
21:20
Las percusiones se instalaron. Los sonidos de aire alumbraban el camino al que nos dirigíamos. Los Rastrillos llegaron para nosotros. “Luces”, “No juegues con fuego” y “Balu” fueron los ritmos que alocaron el ambiente, poniendo a bailar a la masa en general. En las pantallas, un recuento de la historia con personajes titulados ‘presidentes’ y un fondo musical llamado “Pendejo” detonaron el poder de todos los presentes ese día. La potencia y el brío que transmite El Chino Velázquez corretea a todos, contagia al mundo. El piano era abrazado por las percusiones y el coro se escuchaba en todos los rincones del recinto; ¡el reggae se encontraba en su punto máximo! Y sin permitir que llegara la cruda musical, Zopi anunció la bienvenida a ritmos argentinos…
10:45
La música de fondo de grandes éxitos del género comenzó a sonar. El público se recorría, se juntaba, volaba, se desalmaba… Había llegado el momento de ver a Los Cafres. Con topetazos despertaban a todo aquel distraído. Todos estábamos ahí, frente a ellos. Las gradas parecían colgar, y la energía llegaba a su tercer aire. El ambiente se sacudía de emociones y hachís. La fiesta argentina empezaba. “Es la música” e “Imposible” fueron de los primeros temas que cantaron. Guillermo lideraba los sonidos, los asistentes y los sentimientos. “Kaos”, “Velas y Sahumerios” y “El ángel” llegaron a llenar de latidos perdidos y emociones encontradas. La noche estaba repleta de libertad para amar. “No puedo sacarte de mi mente”, “Tus ojos”, “Waiting en vano”, “Hace falta” y “Pensamiento” sacaron suspiros de felicidad. Los Cafres bailaban para nosotros y nosotros para ellos; era nuestra velada.
Una gran noche. Una gran paz. Las bendiciones de Jah llegaron para quedarse al respirar un momento de libertad. Los espectadores nos volvimos un mismo latido demostrando, sin duda alguna, que la música rompe eso llamado fronteras.