Sinfonía subversiva y una noche de post punk.
En nuestro cerebro, el hipocampo es la estructura encargada de almacenar los recuerdos y la nostalgia, siendo este el sentimiento que se encendió en las almas de miles de personas luego de escuchar los sintetizadores, guitarras con efectos, bajos prominentes y desenfrenada batería a cargo de la agrupación rusa, Motorama.
El recinto elegido para la onírica velada fue el Teatro Metropólitan, en donde este 2 de marzo se presentó la añorada agrupación de new wave y post punk que es considerada una de las más importantes en la actualidad. Directamente desde Rostov-on-Don, Rusia, el cuarteto conformado por Vladislav Parshin, Maxim Polivanov, Airin Marchenko y Michail Nikylin se hizo presente en punto de las 21:07 H, momento en que las luces se desmayaron dentro del venue más elegante de la CDMX.
Las bocinas nos demostraron su potencia en la penumbra de un teatro adornado con esculturas griegas, donde la majestuosidad clásica se encuentra de frente con la rebeldía contemporánea, fue así que “Wind in her air”, del icónico álbum Alps, apareció como uno de los primeros de la noche, siendo este el tema que fungió como el inició de lo que sería una travesía de 1000 millas en los caminos del post punk, new wave, coldwave e indie rock.
Atmósfera etérea y luces rojas bailando
Las luces rojas se proyectaron con fuerza en las paredes antiguas, parecían danzar, al tiempo que iban creando un juego de sombras que dio vida a la dualidad de la ocasión; a la par, efectos de humo flotaban en el aire, proporcionando una atmósfera etérea que preparaba el escenario para la inminente explosión musical que estaba en ascenso con cada riff a cargo del líder de Motorama, Vladislav Parshin.
Fue así que, segundo a segundo, los presentes iban entrando cada vez más en la sinfonía de guitarras distorsionadas y ritmos pulsantes de temas como "Pole Star", "Heavy Wave", "One Moment", "Eyes", "Alps", "Ghost" y "To The South", al tiempo que en el transcurso de estas piezas, cada escultura dentro del Metropólitan parecía cobrar vida con la energía electrificarte del grupo que se gestó a raíz de la banda Utro, también conocida como Утро por su nombre original.
El reloj marcaba las 22:00 H y la banda permanecía en un frenesí de entrega total, encabezada por un vocalista cuya presencia magnética envolvía a la multitud, pues no por nada Vladislav Parshin es reconocido por su voz, rasgada y llena de pasión, con la cual parece cortar el aire mientras se mezcla con las luces rojas que destellan al ritmo de la música.
Explosión de batería que nos dejó perplejos
Fue así como el líder de Motorama se dejó ver como una marioneta hipnotizada por las melodías rebeldes y, dejándose guiar por su instinto al parecer salvaje, procedió a dejar su guitarra en el piso del escenario para dirigirse hacia la batería en momentos estratégicos. Acto seguido, un platillo resuena con cada golpe que él daba aleatoriamente, añadiendo un matiz percusivo a la experiencia.
De esta forma, el vocalista hizo explotar a los presentes en gritos y aplausos, dejando en claro que cada elemento de Motorama es virtuoso y arriesgado, al tiempo que comprobó una vez más a su audiencia mexicana la versatilidad de la banda, quien para las 22:40 H, sin mayor aviso, abandonó el escenario.
¡Paren todo! Los gritos y férreos reclamos de la audiencia chilanga hicieron que los rusos volvieran con una sonrisa al escenario para dar fin a su setlist, mismo que se desarrolló —durante casi dos horas— como una oda a la música alternativa, con temas clásicos de sus discos Calendar, Poverty, Dialogues y Many Nights, los cuales alternaron con frenéticas melodías de su álbum más reciente lanzado en 2023, Sleep, and I Will Sing.
Fue así que, como si se tratara de una cuidada narrativa sonora, con picos de intensidad y valles melódicos, Motorama mantuvo a sus fans mexicanos en un estado de trance, en donde la fusión de lo antiguo y lo moderno en este escenario de aires griegos hizo que la agrupación rusa dejara una impresión duradera en los corazones de aquellos que fuimos testigos de esta singular sinfonía subversiva.