El miércoles pasado, la Ciudad de México contó con la presencia de Joel Morales, mejor conocido como Joel Jerome, quien vino desde Los Ángeles para ofrecer un concierto íntimo en Departamento.
Fue un evento que se llevó a cabo para celebrar el inicio de verano y cuya organización corrió a cargo de nuestros amigos de Mirador. Para empezar, muchos se preguntarán, ¿quién es Joel Jerome? Pongámoslo así: Joel tenía una banda en el 2004 llamada dios (malos), y posteriormente se dedicó a lanzar su material solista como Joel Jerome & Babies On Acid. Su música se podría describir como una especie de folk/grunge atmosférico y melancólico, llena de tintes californianos. y a la vez llena de paz.
Joel Jerónimo –como nos pidió que nos refiriéramos a él en Latinoamérica– se presentó junto a su amigo de la infancia Miguel Méndez -Nueva York- en un ambiente de armonía y tranquilidad entre los asistentes, quienes disfrutaron de la música como un plan alterno a la rutinaria escena nocturna de la ciudad.
La potencia que alcanza Joel con su voz reverberada sobre una sola guitarra es algo único, y crea atmósferas sonoras que rara vez escuchas con tan pocos elementos. Varias de las canciones que interpretó venían desde su repertorio con dios (malos) hasta covers de David Bowie y The Beatles, manteniendo un hilo en su sonido que lo vuelve una especie de Neil Young actual, latinizado y lleno de sentimiento.
Joaquín García fue el encargado nacional de compartir escenario con Joel. Presentó un set más sencillo, pero igual de emocional como acostumbra. Guitarra, sax y feeling: no fue necesario más para llenar el espacio de folk y atraparnos, poniendo en marcha la filosofía de “the simpler, the better”. Lo que presenciamos fue música en su raíz, arrebatada de percusiones, bajos, teclados y cualquier aderezo que suele acompañar y decorar lo genuino que el autor propone.
Lo que importa realmente es destacar cómo la diversidad, en cuanto al género de eventos que se realizan en la urbe, es de suma importancia. La noche nos sirvió para recordar que, por más que una agrupación sea de una o dos personas, la música puede elevar y transportar a otras épocas y dimensiones a quien la consume. Toda la música importa, y nada nos llena más de gusto que poder contar con la presencia de gente que toca y transmite su arte desde el alma.