El exceso de melancolía en tonos ámbar y la inesperada fusión nocturna del arte experimental con la vulnerabilidad del folk.
Esta noche del 8 de marzo la melancolía y el exceso de emociones llenaron cada rincón del Foro Indie Rocks!. Una tercera cita con el festival Pitchfork, en su primera edición mexicana, reuniría en el escenario a el cantautor estadounidense Andy Shauf y la multiinstrumentista Mabe Fratti. Esto fue un poco de lo que vimos en el show.
Como cualquier otra llegada al Foro, absuelta en la oscuridad ya clásica de la Roma Norte, nos alumbraba una entrada al edificio perdido en la modernidad. Entrar y ver una gran fila de fanáticos es siempre una buena señal de lo que al concierto se refiere, oscilando entre buenos outfits, algunos afortunados ya con su vinilo en mano y la preciosa tote-bag del festival. Así, finalmente accedimos a la Sala (B), iluminada de colores verde neón.
Este fue un encuentro lleno de diversidad, muchos fotógrafos y escuchas religiosos de la música se conjuntaban en las esquinas del lugar, mientras los fanáticos de Andy Shauf ya aseguraban su sitio en primera fila y al medio. El bullicio se silenció abruptamente, había llegado Mabe Fratti con un cello de su mismo tamaño en color caoba, acompañada de la saxofonista Eli Piña.
Las composiciones de Mabe son eclécticas y misteriosas, siendo la primera introducción de la artista a un nuevo público, mostró su lado más experimental. Además de capturar al oído con un diverso panorama de combinaciones sonoras, abrió la oportunidad para sorprenderse con la habilidad para tocar su instrumento, casi como una extensión más de su cuerpo. Lo mismo emprendió al dejar ir su interpretación vocal: hipnótica y magnética.
Sin dejar de mencionar, claramente, el nuevo sabor que Eli Piña nos regaló con el saxofón. Expandió hacia un nuevo lugar la música de Mabe Fratti, abrazando al oído en una ejecución casi idílica. La comunicación entre las artistas era innegable, mirarse a los ojos un instante bastaba para comprenderse en el escenario, una nota en el cello era la puerta de entrada para el saxo, como un mundo en donde no existíamos los demás.
Las canciones de Mabe Fratti son poderosas e innovadoras, de manera indirecta nos contaron que los límites para un instrumento frecuentemente asociado con la música clásica no existen. Hay espacio para la introducción a la tecnología, incluyendo una buena dosis de folk, sonidos nórdicos y la poesía en los versos de cada pieza. Sin duda, canciones como “Desde el Cielo” y “Algo Grandioso” nos dejaron con ganas de más.
Ya con los pies cansados y unos cuantos empujones de los vendedores de bebidas, las luces dejaron de bailar, para relucir unos cuantos gritos desesperados porque el siguiente acto comenzara. Evidentemente no es sencillo cambiar todo en el escenario, pero ya con el instrumento en puerta, las luces se atenuaron en una atmósfera cálida para dar entrada a Andy Shauf.
El músico canadiense es conocido por crear espacios nostálgicos y sensibles con su música, gran sorpresa fue verlo con únicamente una guitarra acústica para su set, lo que intensificó esa sensación en cuanto comenzó a tocar. Y sí, por si alguien aún tenía la duda, Andy suena exactamente igual en vivo, su voz es sutil, delicada y emotiva, cualquiera entraría en un loop de sentimientos, y una que otra lágrima vimos caer.
Cabe decir un par de cosas, Andy sufrió de algunos problemas técnicos para escucharse a sí mismo y la gente estaba algo indiferente a todo lo que sucedía en el escenario. No es fácil ver a un público apagado, más aún cuando la Ciudad de México es conocida por el exceso de emoción en los conciertos. Queda decir que las canciones emotivas y melancólicas también se pueden disfrutar de la misma forma que en otros shows, entusiasmo que faltó en esta audiencia. Aún así, algunos fans muy apasionados dirigieron palabras de amor al músico, mostraron sus vinilos recién comprados, que Andy firmó al final del show, y añadieron con silbidos los sonidos que por la ausencia de sintetizadores no escuchamos.
Andy interpreta con sus manos lo mismo que dicta su voz, como si los hilos de sus dedos estuvieran directamente vinculados a la emoción, dejando así que la guitarra le regale aliento. Había contacto visual, emociones cálidas y frías, nostalgia que se dejaba llevar por las historias singulares en cada canción. En su setlist, escuchamos, por ejemplo, “Wasted On You”, del álbum Norm lanzado en 2023, que se caracteriza por su sonido esperanzador, teñido de naranjas y amarillos, ahora en una versión acústica mucho más íntima.
A esta canción le siguió “Halloween Store”, con un ritmo ligeramente elevado y una de las letras más singulares del compositor, de todas, fue una de las cuales pudimos escuchar en su versión más parecida a como la conocemos en el álbum. Curiosamente, Andy se mostraba nervioso por ejecutar correctamente sus canciones, aquí podemos decir que lo hizo de manera impecable, incluyendo la nueva canción que presentó.
El storytelling es un poder muy especial para un cantautor, más allá de escribir una canción pegajosa y sencilla, construir un mundo, con su propia historia, abre un panorama completamente nuevo. Por ello, escuchar “Norm”, en su núcleo bastante melancólica, nos dejó entrever un poco de ese espacio, sus preguntas y los sonidos que lo llevan hasta la tierra prometida.
Conforme avanzaban los minutos, la gente entraba en calor con la misma compañía del músico, de sus canciones más recientes dimos un salto hasta “The Worst In You”, perteneciente al álbum The Party de 2016, que abandonó su sonido juguetón del disco, para tomar un giro más cercano a la letra: "¿por qué siempre busco lo peor de ti? ¿También buscas lo peor de mí?".
Con un grito ya conocido en las diferentes audiencias mexicanas, un fan aceptó la sensibilidad que provoca escuchar a Andy Shauf en vivo. Al mismo tiempo de que abundan en su discografía las alusiones a Halloween, hay una vulnerabilidad muy especial en sus canciones, que ahora fue más tangible en esta versión acústica.
Desde lo más inocente del romance como esperar una llamada telefónica en “Telephone”, una de las más aclamadas por el público, la búsqueda de la esperanza como en un boleto de lotería al estilo de “Judy”, a la vida nocturna sin destino definido en “Neon Skyline”: las posibilidades en el mundo de Andy Shauf son ilimitadas y versátiles.
Uno de los más grandes desafíos es adaptar todas las canciones, especialmente aquellas que son más rítmicas o que requieren arreglos musicales más elaborados, a su versión más mínima, a la forma en que todas ellas nacen. Andy Shauf abordó cada una con delicadeza, lo acústico no les arrebató el alma a sus melodías, les dio una nueva vida, que unos cuantos afortunados pudimos disfrutar esta noche.
Esta nueva dimensión tomó forma en sus composiciones más íntimas, “Covered In Dust” creó una sensación de ausencia, como si el cuerpo se encontrara en ruinas, mientras espera soñar con esa persona. La canción de The Bearer of Bad News cambió el color dorado del foro a un tono azul, más solitario y emocional. Un estado que solo continúo con “To You”, las cosas que necesitamos decir, y dejar la amistad para pensar por un momento en el romance: historias con las que sencillamente nos identificamos y sentimos.
Nos acercamos al fin de este set y cerramos con broche de oro, “Quite Like You”, que sigue la historia del personaje de Jeremy, “Satan”, con los pequeños placeres que nos permiten disfrutar la vida, y “Changer”, con la incansable necesidad del cambio. Así, Andy Shauf se despide dejando la guitarra tras de sí, con un pedazo de su arte vertido por todo el lugar.
Después de todo, el cantante se tomó un instante para saludar a los entusiastas fans de la primera fila y firmar el vinilo que se hizo presente durante todo el concierto. No sin antes mirar hacia el balcón, donde algunos otros nombres del festival disfrutaron de su set completo.
Ver al músico canadiense en vivo es una experiencia digna de vivirse, con todo y el público envuelto en sí mismo y los ligeros percances técnicos, el artista no limitó su capacidad para desbordarse en cada canción. Un regalo para los fans que cerraron los ojos y se quedaron sumergidos en los acordes, para las parejas que entrelazaban sus dedos mientras se mecían al ritmo de las canciones y para las personas que de tanta emoción dejaron caer una lágrima.
Lo mismo con Mabe Fratti, que no dejó de sorprender con las diferentes combinaciones sonoras que realizó al momento o los desbordes musicales que, entre la reverberación del cello, abrieron un portal muy amplio para la música latina. Con todos los aplausos y ovaciones debidamente merecidas.
Así termina una de las noches del festival Pitchfork en la Ciudad de México, con la gran cualidad de dejarnos llevar por todas las posibilidades musicales que los creadores tienen que ofrecer, y, con gran fortuna, dejándonos esperando todo lo que se viene el día de mañana: nuevos artistas, nuevas emociones y la dosis de dopamina perfecta para el fin de semana.