¡Mambo! Los Fabulosos Cadillacs en concierto.
¡Santa María de los Buenos Aires si todo estuviera mejor…!
Una noche explícitamente viva se gozó la velada de ayer en el Palacio de los Deportes gracias a la Familia Cadillac; Sr. Flavio, Mario Siperman, Daniel Lozano, Vicentico (con la ausencia de Sergio Rotman) y todos los parientes nos reunimos en una fiesta tremendamente familiar donde saboreamos la hermosa música de Los Fabulosos Cadillacs.
Pasando las 21:00 horas, los palcos y pista del Palacio se encontraban repletos. Afuera, las avenidas principales se saturaban y liberaban momentáneamente por todos aquellos primos, tías y parientes que siempre llegan tarde. Las barras de cervezas surtían enloquecidamente a los padrinos y ahijados nómadas y sedientos.
La familia estaba completa. Todos preparados para entonar, como tradición, el fabuloso himno Cadillac. El espectáculo daba inicio, las voces comenzaban a aumentar el tono, la pista se saturaba más; en los palcos, los invitados sacudían las mallas que sostienen la energía de los seguidores.
Era un momento imperdible. Despertamos el aficionado que todos llevábamos dentro hacía la banda que Vicentico dirige. Los éxitos retumbaron el lugar: “Manuel León Santillán”, “Calaveras y diablitos” y “Saco azul” fueron el arranque de una tira de vibraciones musicales. El bailoteo en la explanada derretía a los presentes en sudor y canto alto; en los palcos, la gente coreaba entonando fuertemente la alegría de verlos una vez más.
La energía descansó por parte de los aficionados en cuanto los temas de su nuevo material, La salvación de Solo y Juan, fueron interpretados; canciones inéditas de poca atracción para los espectadores: “Canción de Solo y Juan”, "La tormenta” y “Juan”. Sin embargo, al llegar a nuestros oídos “La luz del ritmo”, esa misma luz nos alumbró dejando admirar el baile, el sacudir de las manos y las gargantas afónicas.
La noche tomaba forma con “Carmela” y “Mal bicho” en donde, en este último tema, el clásico ritual que tutela Vicentico invitando al público a guardar silencio y oscuridad para entonar en coro… A la guerra, a la violencia, a la injusticia… ¡Digo no!. Y con toda delicadeza, dar la primer despedida con “Matador”; un tema que se disfruta en esta actualidad.
Los músicos desaparecieron del escenario y, como canto de guerra, el aclamado "¡Oh-oh-oh!" derribó el silencio y la espera. En los pasillos las cervezas y refrescos se agotaban. Los padres de familia cargaban a sus infantes incitándolos a los buenos gustos musicales. Y, lentamente, Flavio entró al escenario caracterizado como “El Profesor Galindéz” para interpretar el tema con el mismo nombre; continuando con “Siguiendo la Luna”, “Vasos vacíos” y “El Satánico Dr. Cadillac” donde la fuerza, la energía y la alegría explotaban llegando a su final a la par del show. Nuevamente de fondo, "Oh-oh-oh!" Para esperar un cierre para esta inolvidable fiesta: “Yo no me sentaría en tu mesa”.
Un miércoles distinto a todos los que sentimos. Un día que se marcará más que en una taza o playera del evento. Una noche que nos deja gozados, enamorados y vivos para tener las ganas de tararear cada canción una y otra y otra vez. Por siempre Cadillacs.