Previo a su show en el Corona Capital, Suede ofreció una mágica presentación en El Plaza.
Suede regresó a nuestro país, para dinamitar las emociones y los cuerpos de cada uno de sus seguidores, quienes dejaron frío en casa y decidieron llegar a temprana hora a El Plaza Condesa. Para sorpresa de todos, una pantalla gigante cubría el escenario y marcaba la división entre los ingleses y su público. En punto de las 8:00pm las luces se apagaron y el sonido de un bajo potente dio pie al cortometraje dirigido por Roger Sargent, que acompaña a Night Toughts, el último disco de la banda.
Después de algunos minutos, la figura iluminada de Brett Anderson se percibió a través de la pantalla, desatando una ola de gritos a la vez que Richard Oakes, Neil Codling, Matt Osman y Simon Gilbert se mostraban detrás de sus instrumentos, aleatoriamente. La pasión con la que cada letra de este disco se escuchaba era latente, con detalles violentos que seguían el hilo de vida del personaje de este film, volviendo de este concierto una experiencia inigualable para todo aquel que no había presenciado una obra musicalizada en vivo.
Fueron alrededor de 40 minutos los que pudimos disfrutar este disco, destacando: “I can’t give her what she wants” que llenó de sobriedad y elegancia la atmósfera del lugar, mientras las guitarras profundas y arreglos orquestales de “When you were young”, enchinaron la piel, al tiempo que las ganas por ver Suede sin otra obstrucción más que la valla del escenario, se acrecentaban.
Una ligera pausa para los detalles técnicos, permitió a todos ir por algunas bebidas y desprenderse de un par de prendas, el frió había quedado detrás de la puerta. Amplias cortinas se colocaron detrás de la banda, dando una sensación íntima, para la segunda parte de este show. El juego de colores y el jugueteo de Anderson con el micrófono desató las píldoras de energía de todo el público, quienes no dejaron de cantar y saltar en el conocido coro de “Trash”, siguiendo con la euforia nuestro frontman realizaba movimientos sensuales, se acercaba cada vez más a su público y las gotas de sudor rodaban por su frente mientras interpretaba “Animal Nitrate”.
A pesar de la desbordante energía que flotaba en el aire, un ligero respiro nunca está de más, “Pantomine Horse” ayudó a renovar la energía para liberarla en “The Drowners”, canción donde Brett no pudo contenerse más y bajó del escenario para estar con todos sus fans, que se amontonaron para tocarlo y guardar el momento en sus celulares. Las emociones estaban a flor de piel, sin distinción generacional las potentes melodías, hicieron soñar y sacudir el cuerpo de todos los presentes.
Después de sacudir la pista de baile, llegó el momento más emotivo de la noche con la versión acústica de “Everything Will Flow”, donde algunas lágrimas corrieron por las mejillas y la multitud se apoderó de la letra.
Como la calma que llega después de una tormenta “Beautiful Ones” resonó en forma de himno, en el que Anderson no pudo alejarse de su público ni un instante mientras las guitarras sonaron. Las miradas se repartieron entre el quinteto, y después de un gesto afirmativo salieron del escenario, recibiendo gritos y tarareos por más canciones.
Suede regresó al escenario para complacer tanto a su público como a sus infinitas ganas por seguir tocando. Apuntando al corazón la delicada potencia de “The Wild Ones”, cerró la noche de manera inigualable, haciendo honor a todos esos romances que quedaron atrás, pero avivando la llama de la esperanza, un sentimiento que permanecería al terminarse la presentación.
Suede conquistó a todos los que decidieron pasar el sábado por la noche cantando, bailando y disfrutando de su música. Un show que vibró cada sentimiento, cada deseo y cada sueño. La banda dejó una sensación de plenitud pocas veces alcanzada y prometió, repetirla muy pronto.