La marcha de los Titanes en el Olimpo, Epica.
Aún recuerdo la primera vez que escuché a Epica. Yo era una joven e ingenua metalera de 20 años que, en una noche de desamor, buscaba en YouTube canciones para complementar su bagaje musical, ya que para un metalero nunca es suficiente en cuanto a música se refiere. Encontré la canción con el título que describía perfectamente lo que yo estaba pasando en ese momento –si me has leído con anterioridad, sabes que yo soy una persona enamorada del amor y de la música, así que, sí, siempre estoy en líos amorosos… ¡ja!–.
“Cry for the Moon” empezó lentamente. El sonido de un violín agonizante, unas percusiones fúnebres; de pronto, el lamento profundo de una mujer que, sin decir nada, expresó el dolor lacerante que yo sentía. Y, lloré por la luna inevitablemente.
Años después, tuve la oportunidad de ver a la banda por primera vez en el Teatro Metropólitan de la Ciudad de México y, fue un gran show. Recuerdo a una Simone Simons con voz célica que controlaba completamente el escenario y el latido del corazón colectivo. Fue una ejecución impecable a cargo de Mark Jansen (guitarra), Coen Janssen (teclado y sintetizador), Isaac Delahaye (guitarra), Ariën van Weesenbeek (batería) y Rob van der Loo (bajo). El ambiente fue mágico en tan majestuoso recinto; transformó a todos y, conquistó el corazón de los metalheads mexicanos. Sin duda alguna, Epica es una banda mexicana honoris causa.
Los alrededores del Pepsi Center estaban repletos de sombras que esperaban impacientemente el tour The Mexican Principle; la emoción se inhalaba. Para muchos era su primer concierto y se notaba, me dio ternura; para otros, los veteranos, era el gusto de estar. Para los más, desconozco las razones; pero, el destino y el metal no se equivocan.
A las 21:00 H todo se volvió oscuridad. Unos rayos azules iluminaron el escenario por donde cada uno de los músicos salió, hasta que, al final, la reina del juego de ajedrez hizo acto de presencia; los gritos ahogados retumbaron. “Edge of the Blade” y “A Phantasmic Parade” iniciaron con el show. Dobles pedal, solos de guitarra, guturales y, headbanging.
“Muchas gracias Mexico City. Are you ready for Epica? ”, fueron las palabras que profirieron los labios de Simone. “Sensorium”, canción de su álbum The Phantom Agony, estalló en nuestros oídos para regresar al pasado, y al disco que a mí más me gusta de la banda holandesa.
“The Essence of Silence”, “Unleashed”, “Fools of Damnation”, “The Obsessive Devotion”, transcurrieron en medio de una batería potente y violenta, un bajo preciso y, unas guitarras bélicas acompañadas de los guturales de Jansen. Mientras, la batalla era librada en medio de muerte y desolación.
“Ascension”, “Dancing in Hurricane”, “Once Upon a Nightmare” y “Unchain Utopia” sonaron a la par de la marcha de los Titanes del Olimpo. Las guitarras cruzaban el espacio como trueno; la luz del alma de cada uno iluminó la noche.
Llegó el momento del reencuentro, los violines y las percusiones sonaron, los presentes cantamos ese eco profundo de dolor y Simone nos hizo coro. La gente entonaba “Cry for the Moon” como himno nacional. Siempre igual, siempre bella, siempre emotiva.
Para terminar, “Sancta Terra”, “Beyond the Matrix” y “Consign to Oblivion” dieron la estocada final a un público eufórico, embelesado y feliz.
El show fue todo un éxito. Las sonrisas en los rostros hablaban por sí solas; pero, hice una reflexión acerca de esta agrupación que me hizo enchinar la piel desde la primera vez que la vi.
La vida me ha dado la oportunidad de ver a Epica en varias ocasiones, y eso me brinda la perspectiva para decir que su show se ha convertido en algo repetitivo, gastado y cero emocionante. Creo que tienen todos los elementos para reinventarse, crear expectativa, producir algo nuevo y diferente; pero, están estancados en lo que ya les dio resultado. Eso mata el corazón de las personas que tenemos años siguiéndolos.
Los cambios siempre son buenos, la vida nunca se queda estática, nunca es igual. La música y las bandas tienen que evolucionar y lograr que el público sienta eso que experimentó la primera vez que los vio en vivo. Digo, si es que quieren seguir viviendo para contar su propia historia.