Una estrella que no se apaga: Sting.
De entre la vieja caballería del rock que todo se lo toma en serio, las últimas generaciones embelesadas por la leyenda de The Police y, los rezagados (curiosos) en ropa formal, el músico británico había convocado a su público más diverso.
A pesar de la comodidad de lugar, el ambiente era pesado para todo aquel que no hubiera llegado de su trabajo. Primero salió el hijo del músico —con quien comparte tantas facciones que sólo la edad los diferencia—, nos presentó diferentes temas acústicos cargados de emoción. Mostró que tiene el talento vocal de su padre o, incluso superior. El público se entregó a Joe Sumner a la primera. Destaca su carisma, su habilidad con la guitarra y, su buen español.
Le siguieron The Last Bandoleros. Ejecutaron el formato básico de muchas bandas estadounidenses en el sur de la nación americana: ritmos enérgicos, coros amigables y un estilo que se debate entre lo pop y el country rock. A pesar de los dos teloneros, nos fuimos al intermedio con una sensación de vacío e inconformidad.
Aun así, el ejército de corbatas se veía agradecido de tener tiempo para comprar palomitas o sacarse algunas fotos; otros, los menos, exigían la aparición del músico con silbidos, pero desistieron rápidamente en todos sus intentos.
Finalmente salió a quien todos estaban esperando. Con un bajo severamente desgastado (del que no dudo que ha acompañado al músico desde su época con la gran agrupación de Londres), el intérprete venía acompañado de dos guitarristas, un gran baterista y, tres coristas: su hijo y dos integrantes de The Last Bandoleros.
Al terminar la primera canción, “Sinchronicity II”, la gente lo aclamaba con fuerza. Sin embargo, el británico los interrumpió con “Spirits in the Material World”.
Aunque ya llevábamos dos temas de The Police, el público seguía apagado. Esto terminó pronto, pues el Auditorio entero estalló con "Englishman In New York", uno de los temas más destacados en la carrera solista del cantante. Todos coreaban, bailaban y dejaban atrás las formalidades para convertir el espectáculo en un verdadero concierto.
Buscando seguir con la euforia, Sting y compañía continuaron con “I Can’t Stop Thinking About You”, una de las mejores canciones de su nuevo disco. Después, “Every Little Thing She Does Is Magic”, otro clásico del trío británico. Por fin, hizo su primera interacción con los asistentes que, como era de esperarse, respondieron de la mejor manera.
Con diversos temas de su trabajo en solitario, el vocalista bajó la velocidad pero no las emociones. En todo momento nos sorprendimos por el talento colectivo de la banda que acompañaba al músico. La gran química que existió entre todos fue total.
La tranquilidad que había llegado con “One Fine Day” y “Fields of Gold” sólo fue momentánea. El talentoso bajista devolvió velozmente el entusiasmo al lugar con “Petrol Head”, un tema lleno de poderosos riffs, solos de guitarra y, una batería inmejorable. Está fórmula se repitió con “Down, Down, Down”, otra de las canciones de su más reciente disco.
Llegó otro de los grandes momentos de esta presentación. "Shape of My Heart" fue un tema tranquilo que la gente cantó y ovacionó con gran sentimiento desde que escucharon el inconfundible intro.
Segundos después, la espera de muchos terminó con “Message in a Bottle” de The Police. Los asistentes se levantaron de sus butacas y no volvieron a bajar. Desde ese momento todo fue en ascenso.
Joe Sumner, el hijo de Sting, tocó un cover de “Ashes To Ashes”, del fallecido David Bowie. Sin embargo, el público se mostró incauto sobre este suceso.
Sting parecía listo para cerrar la noche con más clásicos de su antigua banda. "So Lonely", “Roxanne” y una versión de “Ain't No Sunshine” de Bill Withers anunciaban el final.
Todos se despidieron. Pero, ante la ovación del público, regresaron con “Next To You” y “Every Breath You Take”. La función ya parecía insuperable, aún así, la gente pedía más.
Sting salió por segunda vez, acompañado de una guitarra acústica y una playera que hacía alusión a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa interpretó “Fragile”. Así finalizó un espectáculo en el que nos demostró que, a pesar de la adversidad de las circunstancias, sigue siendo un artista de primer nivel.