Pero, ¿cuántos años tenemos?
La espera terminó. Después de una historia tumultuosa pero con un final feliz y algunos contratiempos logísticos que desencadenaron uno que otro descontento, la banda californiana Blink-182, referente obligado en el pop punk a nivel mundial y estandarte de humor prosaico y rebelión para varias generaciones, regresó a la Ciudad de México para otorgarnos una noche llena de éxitos, nostalgia y mosh pits demoledores a lo largo de un Palacio de los Deportes repleto, entre asiduos seguidores de hueso colorado que los siguen desde su disco debut, Cheshire Cat, hasta nuevos adeptos en parte gracias a sus canciones referidas en redes sociales, series de televisión y su más reciente material de estudio, One More Time.
A meros minutos después de las 21:00 H, Tom DeLonge (guitarra y voz), Mark Hoppus (bajo y voz) y Travis Barker (batería) subieron al escenario acompañados por Also Sprach Zarathustra, aludiendo tanto al fanatismo de la banda -principalmente de Tom- por la vida en otros planetas como a su status magno como dioses regresando al Olimpo, frente a fieles súbditos que se entregaron en cuerpo y alma. Todo eso quedó cimentado con los primeros riffs y batacazos de “Anthem, Part Two”. Aún cuando Tom cantaba acerca de que la Tierra se iba a acabar y que las generaciones actuales estaban alienadas o conflictivas a causa de sus predecesores, nada de eso pareció importarle a la audiencia, quienes estaban empeñados en hacer de la velada una noche para recordar.
A pesar de que la banda misma contaba con algunos malestares, incluyendo los problemas en la voz de Mark y las numerosas salidas de Tom para darse un respiro, el trío dió el 100% ante su público, con los rasgueos furiosos y melódicos en la guitarra, las líneas de bajo contundentes y elocuentes y, desde luego, al señor Travis Barker dando cátedra suprema en la batería. Sin duda una de las causas primordiales de asistir a un show de la banda es ver a esa figura eternamente delgada y cubierta en tinta de pies a cabeza volverse un animal con las baquetas y demostrar su maestría en el instrumento. Incluso Mark le cubrió la cabeza con una toalla mientras interpretaba un elaborado solo, para el asombro de todos.
Otro de esos factores ha sido el rapport y bromas entre los tres, que incluso pueden acaparar más duración en sus recitales y provocar risas entre todos. Aún cuando la banda ya tiene 32 años de carrera y todos ellos ya son padres y esposos, se dieron breves intervalos de intercambios de albures, anécdotas pueriles e insultos amistosos, pero en menor medida. Es entendible que haya que dejar de lado las bromas acerca de genitales y excusados para madurar, pero en el caso de Blink-182, esperemos que todavía nieguen su edad un poco.
Anoche fue un volátil y entrañable repaso por su discografía, destacando éxitos como “The Rock Show”, “Down”, “Stay Together for the Kids”, “Always”, “Violence”, “Feeling This” y “I Miss You,” para intercalarse con éxitos recientes como “Edging”, “Dance With Me” y “More Than You Know”. En uno de los “descansos” de Tom, Mark y Travis aprovecharon para echarse un palomazo veloz con “Adam’s Song” a bajo y batería, algo insólito ya que habían decretado no interpretar la canción en futuras ocasiones. Al regreso del guitarrista, concluyeron con las imprescindibles “What’s My Age Again?”, “First Date” y “All the Small Things”, luego de retornar para el encore con el tema homónimo de su material más reciente, que es tanto una carta de amor entre ellos mismos como para sus fans.
Blink-182 sigue y seguirá siendo un referente especial en la vida de muchos, y esperemos que tanto la vulgaridad y dinamismo como la amistad sigan ahí, tanto en el escenario como en nuestros oídos y memorias, justo como lo comprobó la primera de cuatro noches en nuestra ciudad. Sin importar la edad que tengamos (o que creamos que tengamos).