Ciudad: CDMX

Hocico en El Plaza Condesa

Hocico: La catársis tenebrosa.

Resulta curioso que en los últimos 30 años y sin muchos reflectores, México se ha convertido en semillero de proyectos electrónicos vanguardistas que, de un modo u otro, alcanzan un reconocimiento internacional sobresaliente. Desde aquella prodigiosa primera generación conformada por Casino Shangai, Syntoma y Nathabisk; hasta esa anómala reinterpretación de la música regional a través de cajas de ritmo con Nortec Collective y 3BallMTY. De esa línea cronológica sobresale Hocico, la agrupación de Erk Aicrag y Racso Agroyam que lleva 26 años mostrándole al mundo que el metal y el EDM no son antónimos.

Como parte de la gira Extinction Tour, mismo que sirve para promocionar su placa discográfica más reciente –Artificial Extinction- regresaron a El Plaza Condesa y ya no queda duda de que ahí juegan como locales. Antes de llegar al venue se hizo notorio que este dúo genera un culto por sí mismo. Todavía no se escondía el sol; pero la gente ya compraba memorabilia y se formaba ansiosa. Pocas veces el público se muestra tan entusiasmado por ver a los actos abridores; sin embargo, la curaduría que realiza Hocico en todas sus presentaciones ya es símbolo de garantía.

En esta ocasión pudimos ser testigos de una muestra ecléctica con las propuestas de  KREIGN, Resistor y Dimitri Berzerk. Aunque las tres tienen origen en la música electrónica, todas toman direcciones distintas respecto a las texturas e intenciones que ejecutan. KREIGN, un proyecto oscuro que dinamitó la vibra de los asistentes hasta llevarlos al desquicio. Resistor, mucho más melódicos, transitaron por caminos cercanos al goth para generar un ambiente purgatorial… Casi perverso. Finalmente, Dimitri Berzerk en clave de live set nos puso a en el lugar ideal para la locura que se avecinaba.

Erk Aicrag y Racso Agroyam tomaron su espacio y la audiencia se enganchó desde el primer momento. La expectante "Blackout’’ y sus visuales convirtieron a El Plaza Condesa en una fantasía tenebrosa que rompió con las voces contundentes de "Dark Sunday’’. A pesar del nuevo disco, ambos integrantes fueron bastante generosos en la construcción de su setlist: prácticamente pudimos escuchar un tema de cada álbum en su discografía, hecho que los fans más arraigados agradecieron; y a su vez, sirvió para percatarnos de la enorme evolución sonora que han tenido durante todos estos años.

No importó que una buena parte del público estaba ahí desde las 19:00 H, la energía de los mosh pits fue brutal. La catarsis fue absoluta y nadie pudo reclamar nada. Entre gotas de sudor y movimientos salvajes, el segundo encore nos convirtió en un solo ente que implotó cuando escuchamos "Sexo bajo testosterona’’.

Algo quedó muy claro: seas o no un seguidor pasional del electro dark, si eres amante de los conciertos y las experiencias intensas, tienes que ir a un concierto de Hocico. Nadie sale hecho el mismo.

Quiet Fear dará un mini tour por México

Quiet Fear es una banda de post hardcore / punk de Los Ángeles, California regresa a tierras mexicanas para dar tres fechas.

La agrupación conformada por Jonatan, Christopher y Kenneth, hablan sobre la comunidad latina, la política y los conflictos que enfrentamos día a día en el mundo.

La agrupación ha hecho tour en México en dos ocasiones, en 2017 estuvo de gira con Super Unisons (Deathwish Records) y Miserable en varios estados de la República Mexicana. En 2018 regresó a tierras mexicanas presentándose en el Festival Forever Alone como parte de su tour.

En noviembre del año pasado la banda lanzó su EP Melodías a la Luna Muerta, el cual fue grabado en Pale Moon Audio en Los Ángeles. Quiet Fear estuvo de gira en EU hace unos meses junto con State Faults para promocionar su nuevo material.

Continuando con la promoción de Melodías a la Luna Muerta, la banda regresa a México el próximo 13 de septiembre para dar un show en Guadalajara, el 15 en CDMX y el 17 en Puebla. Posteriormente seguirá la gira en Colombia, por primera vez en Perú y Guatemala.

¡No te quedes sin ver a esta increíble banda! Conoce más información a través de sus redes sociales

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Comisario Pantera en el Teatro de la Ciudad

Comisario Pantera: La fuente de la eterna juventud.

El sold out de Comisario Pantera en el Teatro de la Ciudad, llegó luego de que se anunciara que la agrupación estaría presentando música nueva y desempolvando viejas canciones; noticia que apresuró a los fanáticos a comprar la entrada para vivir una enérgica y nostálgica noche.

En punto de las 19:00 H, las puertas del venue se abrieron para recibir a los fanáticos de la banda, quienes -en su mayoría-, eran adolescentes, los cuales se veían muy felices portando las camisetas de la banda.

Para comenzar con las sorpresas de la noche, en cada una de las butacas del Teatro estaba colocado un banderín high school con el nombre y logotipo de la agrupación; un pequeño recuerdo físico para todos los presentes.

Habían pasado 25 minutos desde el acceso, cuando se anunció la segunda llamada. Para entonces, el inmueble se encontraba a la mitad de su capacidad. Dichas las indicaciones y precauciones, las luces se apagaron para recibir al Lúa, un trío que con un bajo, una guitarra acústica y un cajón de percusión, endulzaron la noche al ritmo de “All My Loving”, tema de The Beatles; continuando con sus frescas y divertidas melodías: “Sacarte a bailar”, “Tú, mi sueño”, “Estrella fugaz”, y “Pensando en ti”.

A las 20:15 H. con mucha buena vibra y una energía que hacía temblar el recinto, fueron recibidos en el escenario: Darío Vital, Roger Dávila, Markinhoz Brown Hernán Raúl, quienes inauguraron su show con: “No me digas más, tema de su primer álbum de estudio: Jóvenes Ilustres (2011). Con esta canción, Comisario Pantera demostraba que no había mentido al decir que tocaría aquellos primeros éxitos que la llevaron a ser considerada como una de bandas más entrañables de la industria musical mexicana.

Continuando con todo el entusiasmo, resonó “Noches de Luna”, canción que hizo que todos los chicos se pusieran de pie y empezaran a bailar, solos o acompañados de su pareja; a la cual más tarde le dedicaron el romántico single: “Aire”.

Temas de Club Rodante (2013) también sonaron en el Teatro de la Ciudad, tal fue el caso de “Nada es fácil”, tema que nos da la fortaleza para hacer todas cosas que tienes planeadas con esa persona especial. Después de escuchar estos grandes éxitos, Darío Vital dio la bienvenida al público, y aprovechó para dedicar su siguiente tema a todos los jóvenes ilustres, quienes eufóricos comenzaron a corear: “Cada vez que mientes”.

Para entonces el recinto ya se veía completo, y se notaba que todos los presentes iban dispuestos a pasar una divertida y nostálgica velada, y lo demostraron cuando comenzaron los primeros acordes de “Horizonte”.

“Creíamos que lo teníamos bajo control, pero la verdad es que estamos muy nerviosos. Ustedes nos imponen...“, comentó Vital.  “Hace ocho años grabamos una canción con el vocalista de Enjambre. La última vez, él estaba sentado en el público y no se aguantó las ganas y subió a cantarla con nosotros. Espero que esta vez ustedes la canten mejor que él”.

Fueron las palabras que Vital añadió para introducir “Murasaki”; lo que realmente no esperábamos es que Luis Humberto Navejas se presentara en el escenario para compartir esta bonita melodía junto a Comisario Pantera. Después de haber presenciado tal colaboración en vivo, continuaron con algo más romántico pero no menos enérgico: “Para ti” e “Inerte”, tema que dio pie para que el líder de la banda comentara. “Tenemos tantas cosas que decirles, que no sabemos qué canciones cantarles”.

La noche apenas iba comenzando y los presentes se mostraban más joviales que cuando empezó el concierto, y lo demostraron coreando y cantando “Perfume de mujer” y “Pasional”.

Tras un cambio de escenario y de vestuario -tipo estudiante de high school-, los integrantes de la banda regresaron al escenario para interpretar “Éramos adolescentes” y  “Los solitarios”, dos de sus primeros grandes éxitos, que contrastó con “El camino de la noche”, uno de los últimos lanzamientos de los mexicanos.

Una noche divertida se aproximaba cuando todos dieron un cambio de roles en los instrumentos, demostrando su versatilidad en el mundo musical. "Algo muy padre de la música es que te permite poder trabajar con grandes artistas. Recibamos a Mauricio Durán, quien trabajó con nosotros en el nuevo sencillo: 'Otra vez'", expresó el líder.

Aprovechando que los fanáticos mostraban mucha energía y ganas de bailar, Comisario Pantera interpretó, “Good Rockin’ Tonight”, tema de Elvis Presley. Después de esta gran pieza musical, Vital compartió lo agradecido que se sentía por ver al público tan contento y agradeció a su LP, Cosmovisiones (2017). “Este álbum nos ha traído grandes oportunidades, nos llevó a Las Vegas y ahora les compartiré una canción que nos gusta mucho, espero les guste a ustedes”.

Así fue como interpretaron “Corre amor”, single que habla de poner fin a una relación y de cómo continuar con tu vida, prosiguiendo con “De cuando te conocí”, tema perteneciente a su más reciente álbum de estudio.

Para esta noche llena de juventud, Comisario Pantera nos tenía preparada una sorpresa más junto al cantautor mexicano Marco Mares, a quien admitieron admirar por su talento y su interesante propuesta musical, juntos colaboraron en el tema “No hagas caso de la gente”.

“En La Ciudad de México no se ven las estrellas, pero ustedes son las estrellas que iluminan esta noche.” Con esas bonitas palabras el vocalista invitó a los presentes a corear “Perfecta”.

“Todo lo bueno se acaba, este concierto ha sido muy especial para nosotros. Hemos tocado para más seguidores y amigos, porque sí, ustedes son nuestros amigos. Gracias por venir.” Fueron las palabras que pronunció Darío, antes de tocar, “La vez primera”, una canción que conmovió a todos los presentes.

Se retiraron del escenario, y las luces se apagaron, hecho que generó que el público comenzara a corear al unísono: “Comisario Pantera”, mientras que otros tantos gritaban “Regresen, aún falta 'grabemos una porno'.

Después de varios minutos y con outfit más casual, regresaron al escenario para culminar esta gran noche que se había pasado volando. Consintiendo al público con: “Sofá”, “Historia”, “No es por ti”, terminando con “Amiga”, uno de los temas más esperados de la noche. Agradeciendo el sold out, y esperando que hayan pasado una grandiosa noche.

Las luces del Teatro de la Ciudad se encendieron, y los presentes comenzaron a salir más felices de lo que entraron. El público adulto agradeció a la agrupación por haberlos llevado a su época de adolescentes con esas viejas canciones. 

Born In México WKND 2019

Rebolledo te pondrá a tono para dar El Grito en el Born In México WKND 2019.

Born In México es una plataforma de música electrónica enfocada en impulsar, promover y difundir la propuesta artística mexicana. Desde hace ya varios años, se ha mantenido firme en su propósito de generar un espacio para mostrar el talento nacional y generar una atmósfera en la que el público valora la escena de su país a través de una oferta musical interesante. Todo esto apoyado gráficamente con un concepto enfocado a los alebrijes, una de las tradiciones artísticas mexicanas más populares en el mundo.

El próximo 14 de septiembre, Rebolledo se encargará de armar una fiestota mexicana en las instalaciones del Foro Normandie. También podremos disfrutar de los DJ sets de Paulor, Kawas y Lasser Drakkar. Todos ellos son artistas con los que Mauricio Rebolledo a creado una conexión musicales muy estrecha, llegando a publicar parte de su trabajo en You And Your Hippie Friends, sub disquera de Hippie Dance.

Los boletos están a la venta a un precio de $300 MXN través del sistema Boletia. Compra los tuyos dando click aquí.

¡Súmate a la conversación a través de redes sociales usando el hashtag #BIMWKND19 y no olvides confirmar tu asistencia en el evento oficial de Facebook!

SOLD OUT: Kakkmaddafakka en El Plaza Condesa

Baila al ritmo de Kakkmaddafakka este 25 de octubre.

La banda noruega, Kakkmaddafakka regresa a México. No te pierdas de su presentación en El Plaza Condesa este 25 de octubre. Axel Vindenes, Pål Vindenes, Stian Sævig, Kristoffer Van der Pas, Sebastian Emin Kittelsen, y Lars Helmik Raaheim-Olsen regresan para presentar su más reciente lanzamiento.

Diplomacy, su sexto disco es el más maduro que tienen hasta el momento, y cuenta con la participación de Matias Tellez, el vocalista de Young Dreams. Él introdujo distorsiones sonoras y sintetizadores que ayudaron a pulir y hacer más vibrante el sonido de la banda que ya adorábamos.

La banda es originaria de Bergen, una pequeña ciudad en Noruega, regresa con música mucho más brillante. La ciudad donde constantemente llueve, los inspira a escribir mucho, y para este álbum se inspiraron en las cosas más coloridas. El nuevo material, toma su título del público, habla acerca de la interacción de la banda con sus fans, y las relaciones que se forman en la multiculturalidad.

Kakkmaddafakka también se presentó en el Festival Coordenada de Guadalajara, y hará una parada el 24 de octubre en Sala Forum en Puebla. Los boletos para la presentación en la Ciudad de México, ya están agotados.

Si aún no haz escuchado el disco, dale play aquí:

Bengala en El Plaza Condesa

Nostalgia y entrega pura en el regreso triunfal de Bengala.

2009, regresas a tu casa después de un día de mierda en la secundaria, subes a tu cuarto y enciendes la televisión. Te acuestas en tu cama y sonríes, no todo es tan malo, los videos de bandas como LeBaronAustin TVPanda y Bengala te suben el ánimo. Eras feliz y no lo sabías... 2019, casi todos esos grupos ya no existen, salvo uno: Bengala.

Ayer, canciones como “Miente” y “Cárcel” hicieron recordar aquellos tiempos de adolescencia a los asistentes en El Plaza, lugar que recibió el regreso de uno de los proyectos más importantes del rock mexicano, el cual presentó su más reciente disco Laberinto (2019).

Antes de tomar un descanso indefinido después de aquel íntimo show en diciembre 2013 en El Imperial, en octubre de ese mismo año la banda capitalina debutó en El Plaza al lado de la agrupación española Dorian. Seis años después, la banda vuelve a pisar el mismo escenario para ofrecer una presentación que, en punto de las 21:10 H, da inicio con “Un millón de estrellas”, de su nueva placa.

Diego Suárez (piano y voz), Sebastián Franco (bajo), Jesús Herrera (guitarra), Amauri Sepúlveda (guitarra), Marcos Zavala (batería) y un guitarrista de apoyo, reciben aplausos que hacen vibrar el venue, sold out, por cierto. Las luces rojas hacen juego con el negro de sus prendas. “Gracias por venir”, dice Diego, segundos después de tocar “Planeador”. El público responde con gritos. “Vamos otra vez” y “Soñé” tocan fibras sensibles en algunos. La adolescencia de muchos.

“Horizontes” es el pre ideal para lo que se viene: el primer tema de la noche con Diego a cargo del piano: “Elefantes”, cuyo ambiente envolvente va in crescendo. “Rey de España” y “Cuarto del fondo” ejemplifican un salto en el tiempo de 10 años, que en realidad no se nota, porque la entrega que siguen teniendo es igual o mejor. “Tuvieron que pasar seis años para volvernos a ver, pero valió la pena, ¿no? (...) Creo que habrá Bengala para mucho más”, afirma Diego, cuya presencia en el escenario impone y deleita. Sin duda se le extrañaba.

Para el siguiente tema hay un invitado, pero no cualquiera, se trata del productor de LaberintoCamilo Froideval, quien se apodera del piano para interpretar “Otra vez”. La sorpresa de la noche la da “Carretera”. Y es que, para los conocedores de Bengala, este clásico por lo general se escucha en el tramo final. Las composiciones nuevas de “Tiempo” y “Enloquecer” hacen que los presentes irradien locura, se olviden de la temporalidad y disfruten.

La celebración continúa con un momento íntimo, pues los miembros abandonan el escenario, excepto uno: Diego, su piano, un venue lleno y “A cero”, ¿qué más puedes pedir? A mitad de la canción, el resto de los integrantes se une al trance. “Cosas infinitas”, “Tírate” y “Mensaje” dejan ver la entrega de Diego: salta baila, interactúa, juega con el micrófono, sabe ser un líder, pero sobre todo, un showman. Tan es así que para el siguiente acto se quita la camisa y, para quienes no es su primera vez, ya saben lo que eso significa: “Cárcel”. Cero calma, manos en alto y pies en el aire.

Sin embargo, es tiempo de despedirse... o no, pues mientras la banda capitalina deja el escenario, de fondo suena una de las infaltables: “Abril Oneil”. Al término, el vocalista suelta una frase que seguro quedará por días en las mentes y los corazones de los fans: “Ha sido una noche fantástica, mientras ustedes sigan aquí nosotros estaremos aquí”. Amor mutuo.

“Déjala ir” y “Miente” son el combo perfecto antes de decir adiós. “Nos vemos muy muy pronto”, expresa Diego. La típica foto colectiva se hace presente y todo parece haber llegado a su fin. Pero no, ¿segundo encore? Algo así, ya que solo hay espacio para una más: “Mal incurable”. Decisión correcta. Eso sí, la gran olvidada de la noche es “Temblor (eso soy)”, track 7 de Laberinto, la única que hizo falta para escuchar por completo el material.

Pese a eso, el show ha sido un éxito. Si bien es cierto que este año formaron parte del cartel de los 20 años del Vive Latino y el año pasado estuvieron en la primera edición de Mapa Sonoro y en el Centro Cultural España, su espectáculo de anoche en El Plaza fue su regreso no solo oficial, sino triunfal.

#Temporada316: Stephen O'Malley en SALA

Stephen O'Malley: Monolitos y profecías.

La #Temporada316 tuvo a bien concluir sus actividades en la noche de un viernes caótico y lluvioso, SALA fue el resquicio perfecto para la ocasión y Stephen O'Malley, y Vyctoria en compañía de Julián Bonequi la bienvenida perfecta. El eco del violín en ascenso, los delicados tintes de guitarra y las percusiones apenas perceptibles. Oscuro talento local que en el underground ha encontrado territorio furtivo para su faceta instrumental y experimental, música poco digerible para muchos: “puro ruido”, gritó alguien que, supongo, estaba ahí solo por invitación, sin saber a lo que se atenía, sin conocer de lo que se trataba, total, espero que aquel sujeto y sus acompañantes se hayan refugiado en la barra sin molestar a nadie, o mejor aún, se hubieran ido. 

Los diversos monitores colocados a un costado del escenario comenzaban a emitir el siseo de las ondas sonoras que cada vez eran más dramáticas, filosas y constantes, ascenso y descenso, ecos de una ópera dañina, el guitarrista que primero sentado evocaba calmos pasajes sonoros, de pie emitía pesados riffs a beneficio de la creatividad, la guía perfecta para que las cuerdas del violín se destriparan, para que la batería y los golpes a los platillos figuraran ante nuestro silencio y observación, el feedback necesario para una despedida ideal. 

Lori Goldston 316 SALA 2019

Lori Goldston acompañada por su fiel violonchelo y un gran amplificador Fender comenzaron a emitir ondas de tranquilidad y sorpresa para los que ya estábamos completamente enganchados a su presencia, discreta pero portentosa. Pocas veces tenemos la oportunidad de apreciar cosas tan sencillas pero enriquecedoras. Devaneos entre las cuerdas, el jugar con el volumen, las frecuencias y la distorsión, una larga muestra de talento, una auténtica leyenda viviente y creadora furtiva acosando nuestras conciencias, revoloteando como una enorme polilla negra de esas que creen que son de mal agüero pero son tan inocentes como nosotros y solo buscan la luz, el calor y la calma ante la tormenta. El verano y sus últimos días, acercarnos cada a terminar un año más, ciclos que se rompen, pero aquella solitaria inspirada por las musas y su instrumento milenario nos conmueve. Y así, fugaz como llegó, ante un discreto adiós y una gran ovación, Lori dejó el escenario, lo mejor se avecinaba. 

Ante la oscuridad del inmueble y el siseo de las luces de sus pedaleras, los amplificadores de Stephen O'Malley cual monolitos comenzaron a emitir sus profecías. Aquellos que no llevaron tapones para los oídos comenzaron a sentir las inclemencias de las ondas dolorosas pero inspiradoras, el alta causa del drone y su modo solitario de emitir tanta energía con tan poco movimiento, tanta pasión con demasiado volumen. Absortos ante los visuales que emulaban el viaje del polvo a la eternidad, cada golpe a las cuerdas era el recordatorio del por qué estamos vivos y por qué esa suerte masoquista de lastimar nuestro sentido más preciado: el de la escucha antes que del oído, el de la apreciación antes que la indiferencia, el del sentirnos relajados ante el caos y el estruendo. 

Stephen O Malley 316 SALA 2019

Y así la reacción física ante las vibraciones, el pecho trepidante, el corazón queriendo salir del peligro, nuestra mente sintiéndose a salvo, los ojos cerrados para entrar en otra dimensión. El entendimiento de que esto no solo es ruido como algunos dicen, comprender que cada sonido corresponde a una acción, y la reacción transfuga entre los cables y bulbos, entre las bocinas que emanan diferentes frecuencias, y así, Stephen camina un poco para ajustar niveles y ecualizaciones. El fino arte del drone y el feedback, de causar dolor, pesadumbre y malestar, de que la mente reaccione ante la destrucción de nuestros tímpanos y así se someta a la resistencia y la apreciación. 

Después de ofrecer una salvaje sinfonía, el solitario O'Malley agradeció la ferviente ovación ante los constantes flashes de teléfonos que afortunadamente no opacaron su presentación. Siempre aunque silente, el músico se mostró en total concentración con su maquila, es por esto que nos quedamos con el recuerdo de un show como pocos, sin palabras o coros, pero con una alta gama de sonidos que hicieron radiar nuestra psique.    

Ten Years After en el Teatro Ferrocarrilero

Ten Years After: Flora y fauna preparándose para el concierto.

Afuera, hay mucho revuelvo, muchos murmullos que cuentan rumores que según va a abrir Nahuatl y a lo mejor otra banda que quién sabe o que tal vez no abre nadie. Rumores cómo si viviéramos un déjà vu de Avandaro, cuando no sabían si Tinta Blanca tocaría o no, si lograrían escuchar “Nasty Sex” de La Revolución de Emiliano Zapata en vivo, nadie sabía nada.

Nadie sabe con exactitud qué va a pasar. “El chiste es que siempre cierran las bandas chingonas” dice un valedor que acabo de conocer emocionado por ver a Ten Years After, un compa a la mitad de sus 40 y que su hermano mayor le inculcó “música chida” dice él.

Ahí está la vibra, nadie se conoce, pero todos platican entre sí como si nada, todos somos hermanos, a todos nos gusta el rock, unos son de la misma generación otros son de una generación más nueva, pero compartimos el gusto por la música de antaño, los recuerdos y añoranzas de otra era.

Entre pancartas, rótulos y carteles del sindicato de ferrocarrileros, un sindicato que en algún momento fue combativo, contestatario y subversivo, se encuentra el Teatro que recibiría por primera a vez a Ten Years After, una banda de la psicodélica generación de los 60.

La audiencia porta chamarras de mezclilla, pantalones de piel, aretes, tatuajes, estoperoles, playeras multicolor, cabellos y barbas largas ya decolorados por el tiempo. Muchos de ellos provienen de una generación que quería crear una nueva conciencia, estos personajes con hartas arrugas tienen hartas historias de cómo sembraron terror a un gobierno totalitario con la revolución de la paz y la conciencia.

Los rumores eran ciertos, Nahuatl abre la tocada

Adentro, las luces comienzan a apagarse, las cortinas del teatro se abren y vemos el set de instrumentos para que Ramón Bozzo se acomode en la batería, Alex Perales agarre su guitarra y se posicione frente a sus pedales de efectos, Ramón Torres se cuelgue su bajo con coloridos adornos sujetados a la mariposa de sus cuerdas y para que Ricardo Ochoa sujete su guitarra, se coloque frente al micrófono y presente a su banda: “Nosotros somos Nahuatl”.

Grandes clásicos de la banda comienzan a brotar del escenario para vibrar en los cuerpos de los asistentes, que aplauden, bailan, sacuden sus barbas, cabellos largos y gritan cosas como. “Esas sí son de mis tiempos”, “Todavía estamos chavos”, “Nosotros fuimos los pioneros”, algunas hasta saltaban, mientras otros solo se quedaban sentados, pero igualmente emocionados.

En el escenario, los bendings en las guitarras suenan bien definidos, los redobles de batería son finos, potentes y bien colocados, los slides del bajo y los grooves que salen de él están bien marcados, este es un ensamble proveniente del año 70 que lo sigue haciendo muy bien, demostrando que la edad no es un impedimento para el rock y la buena onda.

Después de una bonita balada rock, “No te voy a rogar”, tocan la poderosísima “We GoT The Power” de Peace & Love, -Ah, porque Nahuatl también tiene integrantes de la mítica banda Peace & Love- esta es la infame canción que detonó la bomba mediática contra la buena onda de Avandaro, cuando gritaron groserías en radio pública, asustando a tantos viejitos anticuados de la época.

Además de las groserías, lo que de verdad asustó a la presidencia de aquel momento fue cuando cientos de chavos con una revolución pacifica en sus manos gritaba al unísono: “Tenemos el poder, tenemos el poder, tenemos el poder” y así volvió a suceder en el Teatro Ferrocarrilero en pleno 2019, una generación que sentía el poder una vez más y lo liberaba sin temor a represalias.

El 50 aniversario de Ten Years After

Internamente, sentimos una explosión de vibrantes emociones al escuchar una voz presentando a Ten Years After mientras las cortinas se abren lentamente. Gritos, aplausos, chiflidos, sacudidas de cuerpo, excitación a todo lo que da, reciben a Chick Churchill y Ric Lee únicos miembros originales de Ten Years After, junto a Colin Hodgkinson bajista contemporáneo y a Marcus Bonfanti, un joven músico que ahora está al mando de la guitarra y la voz.

Los tiempos han cambiado, el tecladista Chick Churchill ahora parece un músico clásico, permaneciendo sentado y tocando con exactitud su instrumento, pero se puede sentir una vibra intensa pues lleva puesto el espíritu del lobo. Ric Lee hace sincopas como si aún tuviera 20 años con un golpe preciso y bien colocado en la batería. Colin Hodgkinson se ganó al público ya que, a pesar de su aspecto arrugado, tenía cierta virtuosidad impresionante al ejecutar las cuatro cuerdas de su bajo.

La juventud de Marcus Bonfanti puede ser algo contradictoria al aspecto físico y la forma de tocar de los otros músicos, pero a su vez esa misma energía emociona al público, los vuelve locos, lo aplauden y lo celebran. Y es que, es un gran músico, tiene buena voz y es carismático, pero lo más importante, tiene grandes habilidades en la guitarra, pues llenar el vacío de Alvin Lee, sobre todo en la guitarra, requería un poco más de esfuerzo.

Entre “Land of Vandals”, “Silverspoon Lady”, “I’d Love to Change the World” y “Last Night of the Bottle” -todos grandes clásicos, todos poderosos musicalmente, enérgicamente y espiritualmente- a la mitad del concierto la banda hace un pequeño set semi acústico con solo bajo, batería y guitarra, tocando un homenaje directo a Alvin Lee que se fue de este mundo hace seis años, “Portable People”,“Don't Want You Woman” y “Losing the Dogs”, todas escritas por Alvin Lee.

Es cierto, Alvin Lee ya no está y quizás algunos esperarían que su reemplazo tratara de hacer lo que hacia Lee, pero el joven músico no trata para nada de imitarlo o reemplazarlo, solo quiere hacerle homenaje, dejarse llevar por la música y liberar su energía en el escenario. Lo cual lo agradecemos mucho, no es necesario que trate de hacerla de símil.

Rock duro, blues, sonidos campiranos, espíritu psicodélico, intensos jams, blues y rock & roll puro... Una energía que viaja 50 años del pasado a la actualidad... un pedazo de historia musical que no se puede tocar, no se puede ver, solo se puede sentir. Todo eso es lo que estamos viviendo en este concierto, que más que un concierto es una experiencia y a continuación descubrirán el por qué.

“Spoonful”, “Good Morning”, “Little Schoolgirl”, “Hobbit”, “I Can't Keep From Crying Sometimes”, “Help Me” y “I’m Going Home”, así es… Llego el momento más importante del concierto, la parte en la que nos separamos de la realidad y solo nos dejamos llevar. Es el set completo tal como lo tocaron en Woodstock, uno de los sets más ácidos, poderosos, atmosféricos, duros, potentes, llenos de magia negra.

Este set es de lo más importantes de la historia de la música, muchos recuerdan los sets de Janis, de Jimi, de The Who, de Creedence, de Santana, pero… este es un alucine total que te lleva de arriba a bajo y hacia todas direcciones en diferentes momentos y acordes. Somos muy afortunados de escuchar algo como eso en vivo y quizás es algo que debieron de hacer hecho otras bandas, una gira recordando su set del festival de música y arte.

La banda ya se va, pero la gente no quiere se vaya, claro… este es su aniversario 50, pero es la primera vez que vienen a México y no se van a ir tan fácil… Fue así que terminaron por aventarse un par de encores que terminaron por encuerar a la gente, literal, que terminaron por satisfacer a su público y los mando a dormir con el placer de haber visto un pedazo de historia en vivo.

(Sandy) Alex G en Caradura

La sencillez hecha un paraíso musical: (Sandy) Alex G.

La gente esperaba tranquila entre tragos y conversaciones el arribo al escenario de (Sandy) Alex G. De fondo cualquier música animada. Una noche por demás distinta en cuanto a la tradición de los recitales por más pequeños que sean. Aquí no hubo la aparición de un artista soporte, el acceso al Caradura fue un par de horas antes del toque y la gente solo esperaba por su músico; que aunque es una joya del indie, la realidad es que no convoca a masas. Es decir, la noche desde el inicio apostó por el éxito musical y de convocatoria del guitarrista nacido en Pensilvania.

La propuesta de Alex se mantiene en un tono de calma, no importa lo que sus letras digan. Reinterpreta al folk, aunque esto es casi una redundancia pues el folk es reinterpretar, dotándolo de un alma absolutamente lo-fi y que, contradictoriamente, deja salir una fuerza visceral en la voz, como para darle más aliento a la composición.

“Southern Sky” fue el tercer tema cantado en vivo, solo con su guitarra frente a un público que casi llenó el Caradura. Ésta canción forma parte de su más reciente sencillo. En la versión de estudio, se aprecia un piano contundente. Los arreglos son muy distintos a lo que Alex entregó en su noche en la Ciudad de México, sin coros, sin más guitarras, sin violín y aún así logró una versión entrañable. Misma que la gente agradeció.

Si habláramos de sobriedad, sencillez y cero pretensiones en el escenario, habría que hablar de este músico de 26 años. Hay que tener valentía para mostrarse como él lo hizo. Y hay que estar preparados para recibir las consecuencias de esa actitud: entrega absoluta de quienes estuvieron ahí, felicidad y satisfacción en sus más viejos seguidores y en los nuevos también.

Ya pasados cinco o seis temas, Sandy estaba hecho, la voz desafinada (que fue más desafinada de lo esperado al inicio) estaba en su punto, como un caos controlado por su duende musical. “After U Gone”, de su álbum DSU de 2014 fue la muestra de que el vuelo se había realizado con precisión. A éste tema le siguieron sus más apreciadas canciones como “Hope”, “Grethel”, “Sarah” y “Bobby”. Todos de distintos discos desde el más lejano hasta el más actual.

Uno de los momentos cumbres fue cuando en un derroche de sencillez, si decirlo así es posible, invitó a un chico del público a tocar la guitarra para “Kicker”. Aunque Alex cantó, no se le vio en el escenario mientras duró el tema. Su voz estaba en off y en el centro del tinglado un seguidor con la guitarra de su músico. Este gesto ayudó a que los ánimos subieran y sirvió como para descolocar la atmósfera sutil y tranquila que reinó a lo largo del recital. Toda conducida por lo que en apariencia sería la monótona música de Alex. Pero decirlo así puede prestarse a una crítica negativa y no lo es. Lo monótono no tiene porqué ser malo, si se hace bien, con la maestría con la que éste músico lo realiza, resulta agradable, y eso sí, complejo de entender hasta la profundidad. Pues en el camino está gran parte de su belleza y del mensaje que se quiere compartir. (Sandy) Alex G exige a sus escuchas paciencia, entrega y algo más de ellos que lamentablemente no estamos acostumbrados a dar. Pero si alguien acepta el reto, encontrará un gran placer musical.

Boris en el Foro Indie Rocks!

Boris: La necedad de lastimar nuestros sentidos.

Para aquellos inquietos que encuentran su calma en los altos decibeles, para aquellos ansiosos por escuchar sonidos de manufactura densa y demencial, la última semana de agosto del 2019 será recordada por mucho tiempo, entrañablemente, y esperamos que la iniciativa por traer bandas que a veces no imaginamos ver por estos lares, siga floreciendo cual enredadera para ahorcarnos. 

K. fue el primer gran aliciente de una noche infecta de maldad, el espíritu de Lxs Grises rebosante y abstracto, Bardoss y su agradable sicodelia, los efectos vocales que bien se trazaban entre la energía de la percusión, y una máscara de payaso observando el circo de la melé que comenzaba a darse entre el público que seguía atascando el Foro Indie Rocks!

Pero llegó al fin “The Power”, el gran estruendo al chocar las nubes grises, los tres dragones negros extendían sus alas y con una mano en el aire nos saludaban, los primeros zarpazos a las cuerdas y a nuestro pecho al descubierto, los enormes amplificadores Orange comenzando a efervecer, las amplias pedaleras dispuestas en el escenario comenzando a maquilar sonidos perfectos. “LOVE”, el afecto del trío hacia sus escuchas hecho feedback, el álgido respiro de un despertar al sentimiento, la voz que se pierde entre paredes, vitrales y la multitud absorta que solo mira antes que interactuar, que solo escucha antes que agetrearse. Momento de contemplación y calma, del lento headbanging, del trago de alcohol, de celebrar en silencio la majestuosa presencia de Boris de nueva cuenta en nuestra caótica ciudad. 

“To the Beach” y la aparente calma, “Akuma no Uta” para la introspección y el análisis furtivo: Wata cual violinista infernal acechando los tonos perfectos de oscura nostalgia, una suerte de sinfonía a modo ideal para la apreciación, un karma oscuro y a veces necesario, los golpes de Atsuo al gong cual destellos de vida en una noche de culto a la muerte, como las larvas que nacen de la fruta podrida, los devaneos de Takeshi en las seis cuerdas con el bajo adaptado, cual escopeta recortada de doble cañón disparando a discreción. El tan esperado sol naciente que emerge después de una noche siniestra. 

“Absolutego” y la catarsis absoluta, los cuerpos agitados y los oídos medianamente heridos, los bends más agudos y los cantos más desencarnados, el trepidante accionar de la batería que juega entre tiempos pero nunca pierde su potencia, el foro repleto y lleno de vida, no hay tiempo para la indiferencia cuando tanta maestría instrumental nos somete, inspira y acoge. “Melody” para recordar qué fue lo que te llevó a descubrir a la banda, tal vez la búsqueda entre cierto auge del post rock, hurgar en los huecos del drone, confiar en la depurada técnica japonesa en la ejecución musical de prácticamente cualquier género, o más recientemente, como recomendación de tu opción de streaming favorita. Como sea que hayas llegado al instante de presenciar su acto en vivo, ya sea por primera o segunda vez, la experiencia es gratificante. 

“Feedbacker” y nuestros tímpanos resentidos pero ansiosos, nunca es suficiente ruido, jamás podremos detenernos en esta suerte masoquista de arruinar nuestros sentidos. “Pink” para enaltecer los viejos tiempos y dejar lo que nos quedaba de furia ahogada en el slam, el presuroso desfogue y crowdsurfing, la interacción total con el ritmo frenético, las sombras cansadas que se juntan en las paredes que soportaron la fuerza de la vibración. Un encore más y la penosa despedida, “Farewell” cual elegía de una noche ideal, el último lamento antes de volver a la normalidad, otra espera que ojalá no sea tan larga, y la nostalgia absoluta por lo presenciado. Kampai Boris, esperamos volver a verte muy pronto.