Ciudad: CDMX

Kaiser Chiefs en El Plaza Condesa

Memorias de la noche en la que El Plaza Condesa explotó en baile y emoción.

Poco antes de las 19:00 H la gente comenzó a llegar a El Plaza Condesa, la emoción por ser las personas más cercanas al escenario era notoria por la desesperación con la que entraban al recinto para apartar el mejor lugar para ver el espectáculo de Kaiser Chiefs, y es que, después de una larga ausencia en nuestro país la banda inglesa eligió México para el cierre de su gira con el álbum, Duck.

La fiesta no tardó en empezar, ya que la banda regiomontana Efelante apareció apenas dadas las 20:00 H para dar inicio a lo que prometía ser una noche llena de nostalgia y diversión.

Los minutos pasaban y, a pesar de que el concierto no sería sold out como en las pasadas presentaciones de la agrupación, El Plaza Condesa se llenaba poco a poco de fans que entraban coreando las canciones de Kaiser Chiefs.

A las 21:00 H, haciendo alarde de la puntualidad inglesa, las luces se apagaron y Kaiser Chiefs apareció en el escenario, donde Ricky Wilson no tardó ni un minuto en demostrar lo dispuesto que estaba a hacer del concierto un momento memorable para todos los presentes. “People Know How To Love One Another” fue la primera canción que retumbó en las paredes del lugar, pero fue con “Never Miss a Beat” que el público perdió el control y comenzó a bailar y cantar con la misma pasión que cualquier adolescente del 2008 lo hubiera hecho.

Temas como "Na Na Na Na Naa", "Parachute" y "Modern Way" sonaban mientras la banda incitaba a sus fans a dar todo de sí al mismo tiempo que ellos lo hacían, y es que no hubo momento donde Ricky dejara de bailar, saltar sobre la batería o subirse a las bocinas para enloquecer a todos los fanáticos.

El momento tranquilo y melancólico llegaba de la mano de los acordes de “Coming Home” y “Record Collection”, que bien fueron el momento perfecto para recobrar energía para el alboroto que vendría a continuación.

Solo bastó que Ricky, Peanut Baines, Simon Rix y Andrew White interpretaran “Everyday I Love You Less And Less” para que todos los asistentes comenzaran a saltar y cantar a todo pulmón, emoción que acompañaría el resto del show cuando otras canciones clásicas de la agrupación como “Ruby”, “I Predict a Riot”, “The Angry Mob” y “Oh My God” sonaron.

Sin duda, Kaiser Chiefs sabe cómo honrar la memoria de sus fans mientras brindan un espectáculo digno de disfrutar.

Cage The Elephant en el Pepsi Center WTC

Locura, desenfreno y melancolía con Cage The Elephant y amigos.

Muchas veces envidio de nuestros vecinos del norte cuando tienen tantas giras conjuntas de ensueño, una de ellas fue el Night Running Tour que unía los talentos de Beck, Cage the Elephant, Spoon, entre otros.

Afortunadamente para nosotros, por la cercanía a veces nos llega alguna de rebote como fue el Rage and Rapture con Blondie y Garbage hace dos años. En esta ocasión Cage The Elephant y Spoon se aventaron a deleitar a sus fans con una noche de euforia pura en el Pepsi Center WTC.

Para el melómano capitalino fue un dilema escoger dónde pasar la noche del 21 de octubre. Por un lado Vampire Weekend en el Teatro Metropólitan, por otro Kaiser Chiefs en El Plaza y LP en el Auditorio BlacBerry. Nada de esa competencia evitó que el Pepsi se encontrara al tope de su capacidad.

Calentando motores con Spoon

A las 20:00 H salió Spoon, la banda encabezada por Britt Daniel, ante una cálida bienvenida. Un sencillo telón rojo con el nombre de la banda de fondo y empezó a sonar "Do I Have to Talk You Into It" para bailar sensualmente. En seguida retrocedemos un poco en el tiempo con "The Way We Get By" y "My Mathematical Mind". "The Underdog" fue la primera canción reconocida por la mayoría, notorio por la cantidad de celulares alzados.

"Hot Thoughts" continúa con el ánimo para bailar y con "Don't You Evah" están de racha. Muchos como el sujeto detrás de mí no dejaban de pedir "Do You" y, cuando llegó ese momento, fue el más coreado de la agrupación de Austin, Texas.

Suena "I Turn My Camera On" y Britt Daniel no deja de agradecer la calidez del público y a la banda estelar por haberlos invitado. En "Inside Out" los sintetizadores asfixiantes y atmosféricos son la cereza del pastel y entre guitarrazos y feedback, "Rent I Pay" marca su despedida con 40 minutos sin un segundo desperdiciado.

Euforia con el elefante enjaulado

En cuanto se retira el telón de Spoon se revela el inmenso escenario de Cage The Elephant que consiste en una plataforma elevada con escalones, lo cual inmediatamente sube los ánimos. Desde hace años que el público mexicano clama por un show en solitario de los de Kentucky y su triunfal debut en el Corona Capital de 2017 solo elevó las expectativas.

Empieza a sonar “Broken Boy” y el Pepsi Center se cimbra ante tanto brinco, el vocalista Matt Shultz siempre teatral sale disfrazado en lo que solo puedo describir como un vaquero colorido de látex –reminiscente al personaje de la portada de su más reciente disco, Social Cues-, atuendo que a lo largo del show cambia a lo que parece un traje típico oaxaqueño y un impermeable blanco.

“Cry Baby” y “Spiderhead” no dan un descanso al público, el cual parece un mar agitado. Brad Shultz, guitarrista y hermano del vocalista, se deja llevar completamente por el ambiente y aprovecha la oportunidad para surfear sobre el público con su guitarra. “Too Late to Say Goodbye” es la primera oportunidad para descansar un poco, pero no de parar de cantar a todo pulmón.

Durante el concierto, la agrupación fluctuó entre sacudir melenas y destrozar gargantas al ritmo de temas como “Mess Around”, “It’s Just Forever” o “House Of Glass” y ponernos sentimentales con “Shake Me Down”, “Trouble”, “Telescope” y en especial con los temas de su desgarrador nuevo disco, cuyas letras en su mayoría fueron inspiradas por el reciente divorcio del vocalista.

“Ready To Let Go”, “Tokyo Smoke”, “Social Cues” y “Skin and Bones” fueron recibidas por el público casi con la misma emotividad desgarradora pero enérgica que emitía la banda.  “Ain’t No Rest For The Wicked” nos puso nostálgicos por ese debut homónimo que cumple una década este año y durante “Come a Little Closer”, Shultz se envuelve en la bandera mexicana para que los acompañemos al viaje místico que es dicho tema.

Las emociones más fuertes al final del camino

Al momento que suena “Cigarette Daydreams” creí que no habría un momento más coreado y emotivo durante la noche -más adelante probarían mi equivocación-. “You can drive all night looking for the answers in the pouring rain, you wanna find peace of mind looking for the answers”, canta el público como una sola voz mientras se va desvaneciendo la canción.

Parecía un cierre apropiado, pero Cage The Elephant aún tenía combustible suficiente para sacudirnos una última vez al ritmo de “Teeth”, donde Shultz aprovechó para navegar sobre el mar de gente hasta llegar a la mitad de la sección general y lograr el equilibrio suficiente para ponerse de pie sobre este como una figura de poder en medio de decenas de celulares que buscaban capturar el momento.

Las luces del Pepsi Center se encienden para advertir que el concierto ha concluido, pero Matt Shultz no está listo para irse, aún es temprano y tiene mucho qué decir. Solitario, con una guitarra y sentado en un banco se propone a tocar “Love's The Only Way”, la introduce entre lágrimas, las cuales se contagian y se quita su anillo de compromiso que aún porta.

Por si para ese momento no estabas conmovido, el tecladista Matthan Minster y el guitarrista Nick Bockrath regresan al escenario para acompañar al vocalista para una última canción. “Goodbye” concluye el concierto entre un sonido de órgano distante y melancólico, discretos arpegios de guitarra y una desgarradora interpretación vocal que se siente como golpes al corazón. Shultz se despide con un mensaje contundente: el amor existe y hay que creer en él.

En general, fue uno de esos conciertos en que si no acabaste empapado en cerveza y sudor, con los zapatos pegajosos y un poco golpeado es como si no hubieras estado ahí. En un show de Cage The Elephant el público canta a todo pulmón, sacude la melena y derrama una que otra lágrima y en esta ocasión tanto público como artistas dieron todo de sí en una noche de múltiples emociones.

Vampire Weekend en el Teatro Metropólitan

Vampire Weekend: Modernos vampiros de la CDMX.

Yo había dado por muerto a Vampire Weekend cuando hace unos años se salió del grupo Rostam Batmanglij, compositor, productor y multiinstrumentista, vaya, un chingón (aunque es de suponerse que cualquier persona con la palabra Batman en su apellido es automáticamente un chingón), cuando de la nada salió Father of the Bride, un ecléctico y robusto álbum doble anclado en el folklor norteamericano, que aparte, tomaba su título de una poco recordada comedia de 1991 con Steve Martin. Pensé que fue uno de los mejores álbumes de este año y que el Teatro Metropólitan sería el recinto perfecto para disfrutar el ambicioso sonido que el grupo viene presentando en esta gira homónima al álbum.

Afortunadamente estaba en lo correcto y aunque el fuerte de la banda nunca ha sido las presentaciones en vivo, anoche estuvimos en la presencia de un concierto emocionante y bastante cumplidor, pensé que no iba a ser posible, pero Vampire Weekend sí se echó más de 25 canciones, solo en la primera hora ya llevaban 19, y escuchamos algunos deep cuts como “Mansard Roof”, “M79” y “Finger Back”, algo que no pudieron hacer los otros asistentes connacionales durante el fin de semana en el Coordenada y el Live Out. Ezra Koenig, lánguido y endeble sobre el escenario, no dejaba de mencionar lo importante que era este, el primer show solitario de la banda en México, cualquier palabra en español era ovacionada, y se desprendió la locura cuando anunció “los amo cabrones”.

El público se alegraba especialmente con las canciones más antiguas, como fue el emocionante recibimiento a “Step”, o el eufórico brincadero en “A-Punk”, hasta el coreo en “Diplomat’s Son”, donde Ezra pidió que lo acompañaran gritando “Bum cha cha, bum bum cha” (algo que el público hizo por 15 segundos, luego se le olvidó), quedaba claro que en los seis años que pasaron entre Modern Vampires of the City y Father of the Bride, sus fans, añejos y nuevos, habían llegado a apreciar toda la gama de su discografía.

Concierto de Vampire Weekend en el Metropolitan. Foto: Paulo Vidales/OCESA

Al costado de Koenig, el bajista Chris Baio hacia sus propios bailes de white boy inspirado, que incluía dar pasitos con las rodillas casi tocando el piso, y Chris Tomson se rifaba en UNA de las baterías, porque sí, había dos baterías en el escenario, la otra comandada por Garrett Ray quien también se rifaba en las percusiones de mano. El añadir al guitarra principal Brian Robert Jones, el dude del enorme afro y los shorts pequeños, a la alineación en vivo de la banda, ha sido de lo mejor de esta gira, tal como lo demostró el guitarrista con unos riffs monstruosos en “Sunflower” y la mencionada “Diplomat’s Son”.

Había un globo terráqueo enorme encima del escenario, como el de la portada del último álbum, y finalmente empezó a girar en “Diane Young”, la 16ava rola de la noche, y el sonido de Vampire Weekend siempre ha sido tan ecléctico, que el disfrutable sonido inspirado en el zydeko que escuchas en una rola como “White Sky” es momentos después acompañado por los grititos más molestos de Koenig jamás grabados en el estudio. Hablando de otro punto malo de la banda, nos informó Koenig que iban a tocar una rola que originalmente había sido grabada en la CDMX…la nefasta “Cousins”, que en su momento fue el primer sencillo de Contra (y que nos hizo a varios preguntar: “¿neta?”) y que incluye la olvidable letra “Me and my cousins and you and your cousins, I can see it cooooming”. “Horchata”, por alguna extraña razón, nunca se hizo presente esta noche.

Koenig, por su parte, hizo alusión a los que hemos estado chingando demasiado diciendo que Father of the Bride suena muy parecido a Graceland de Paul Simon, otro álbum emblemático donde un rockero explora los diferentes sonidos folklóricos de su país. “Dicen que sonamos mucho a Paul Simon, y puede que sí en un par de canciones, pero ahora si ahí les va una verdadera canción de Paul Simon, anunció Koenig antes de interpretar “Late in the Evening” de Simon, claro. Para el encore estaban tomando pedidos del público, y un dude con una camiseta de The Strand, una librería de Nueva York, pidió “Giving up the Gun”, así que escuchamos esa, antes de que el grupo se despidiera definitivamente con una versión electrizante y bien rockera de “Walcott”.

A la salida, y porque me gusta hacer rankings pendejos en mi cabeza, me preguntaba si será Vampire Weekend la mejor banda norteamericana de los 00, por encima de The Strokes, The White Stripes, etc.?, no sé…de banda hiper cool cuando salió (había gente como Bowie mencionando “Cape Cod Kwassa Kwassa” solo para hacerse los cool) han llegado a ser unos verdaderos músicos consolidados, este concierto me recordó la (casi) impecable discografía de la banda, con, extrañamente, un constante sonido, humor y una agradable sencillez en sus temáticas. Y por lo menos en mi caso, este último álbum me ha hecho quererlos aún más…ahora nada más que regresen a Batman.

Cultura Profética en el Teatro Metropólitan

Sobrevolando: Cultura Profética en el Teatro Metropólitan.

Sí. Una vez más lo hizo, la rompió. Cultura Profética abrazó ya a nuestra gente sin clasificarla, sin separarla, sin dividirla. Fue una noche en donde se sintió que cada canción estaba dedicada, basada e inspirada a nosotros, de verdad. Y quizá no sea tan lejano mi sentir, pues cuando de música se trata, ninguna bandera nos separa.

La sensación de llegar a la Av. Independencia y ver en grande el nombre de la banda más representativa del reggae puertorriqueño es inaudita; el erizar de mi piel lo puede explicar mejor. Cultura Profética vibró el pasado domingo a la CDMX en el recinto estelar del Teatro Metropólitan.

Con esa tipografía irreconocible de la agrupación, el nombre de la banda se proyectó en el fondo del escenario respaldando el inicio de lo que se prometía, como cada año, un espectáculo de paz y baile. Omar, Juanqui, Eliut, Bebo, Víctor, Willy y todos los que integran Cultura, se postraron frente a un Teatro lleno en su resplandor, y no solo de personas, sino de potentemente palpitaciones entrañables. Con aplausos sin terminar, gritos y sollozos, los músicos se ubicaron en sus posiciones para, sin perder un segundo, arrancar: “Sobrevolando” fue el inicio –el “bebé” que se presumía en sus redes a principios de septiembre y que tendrá su presentación oficial el próximo 1 de noviembre–.

La lluvia de éxitos comenzó a desbordarse. Disfrutando su encantador acento, la música que ha llevado a la gloria a Cultura Profética tocó el corazón de los presentes y sus propias ganas de no dejar de cantar: “Baja la tensión”, “Ritmo que pesa”, “La complicidad” y “De tope al fondo” fueron los principales que pusieron en la mesa para recordar los bellos inicios de los artistas. Brincando, entre acordes ricos y suaves, a fragmentos de divinas letras como “Para estar”, “De antes”, “Ilegal” y “La espera”; perfectos para corazones que necesitan alimentar su amor por lo que puedan amar.

La buena voluntad y la resistencia por el entorno se sintieron seguros en más de 150 minutos gracias a “Nadie se atreve”, “Love & Happiness” y “Sube el humo”. La noche estaba puesta, estaba intensa. Las buenas vibras se respiraban desde arriba hasta el escenario; los cantos, los gimoteos, la euforia, todo estaba tangible allí. No hay duda que Jah se sentiría agradecido. Willy –con su look sencillo y cómodo– hizo de nuevo suyo el escenario logrando transmitir el amor que todo sentimos por la misma música. Él, ellos, nosotros, todos nos sentimos vivos y complacidos.

No podía faltar su más reciente éxito “Caracoles”, incluyendo sus temas más subversivos como “Saca Prende y Sorprende” e “Ideas Nuevas” para poder completar un cierre esperanzador, libre y amoroso. Tanto Cultura como todos nosotros que profetizamos su ideal musical, agradecimos sigamos de pie, respirando y libres… por lo menos musicalmente.

Nina Kraviz en el Foro 360e

Nina Kraviz, la dentista más popular del mundo de la electrónica regresa triunfante a México.

Nina Kraviz es probablemente la dentista más popular del mundo. Antes de empezar a producir música, el trabajo de la DJ rusa no era detrás de las tornamesas, sino detrás de un taladro y unas pinzas para dientes.

Antes de viajar por todo el mundo, de festival a festival, y presentarse ante más de miles y miles de personas, Nina le abría la boca a veteranos de guerra para cubrir caries, sacar dientes o hacer prótesis dentales. Tal vez por eso, su logo es el de una carita con una gran sonrisa. Pero desde entonces, ya ha pasado más de una década.

Ahora el nombre de Nina Kraviz es reconocido en el mundo de la electrónica como Colgate en el mundo de los dentistas. Y no es por nada, sus producciones están llenas de capas de sonidos y beats psicodélicos que dejarían a cualquiera desmayado, como si se tratara de una anestesia dental.

Tal ha sido su impacto y popularidad en la música electrónica, que México la ha recibido varias veces. En 2015 se presentó en SALA, y en 2017 fue parte del line up de MUTEK. Y una el pasado 19 de octubre, volvió a la Ciudad de México.

Gracias al Bar Américas, un espacio dedicado a la música electrónica en Guadalajara, Nina Kraviz se presentó en el Foro 360e que está a las afueras de la Ciudad de México. Casi en el límite con el Estado de México. No es un espacio tan común para la música electrónica en México, no como el Foro Normandie o el Museo Cuatro Caminos, por ejemplo. Pero eso es justamente lo que hizo especial a esta presentación.

Nina Kraviz ha tocado en el escenario de Coachella, Primavera Sound y el Sónar, por sólo mencionar algunos, pero para una DJ como ella, los mejores espacios son los improvisados, los inusuales; aquellos que toman calles, azoteas o incluso un sótano. Por eso el Foro 360e era perfecto. Un espacio cerrado, en el que la gente rodea casi por completo al escenario, como si se tratara de un show estilo Boiler Room, sólo que un poco más grande.

Antes de Nina, tocaron otros tres DJs. Para dar comienzo a las actividades, el mexicano RH González tomó las tornamesas. Y con un set de 45 minutos, su set fue el que empezó a ver entrar a la gente al recinto.

Flor Capistran fue la siguiente en tomar el escenario. Una mexicana que ya tiene más de una década experimentando con el techno, el acid house y el llamado minimal. Ella fue quien le dio el contexto adecuado a la presentación de Nina. Con beats y bajos pesados, pero sin alienar a todos aquellos que querían moverse. Con un cigarro en mano durante las casi dos horas de sus set, Flor vio el reciento llenarse y llevarse los primeros temblores en el piso del lugar, debido a la cantidad de gente moviéndose al mismo tiempo.

Øostil fueron los siguientes en tomar las tornamesas, la dupla compuesta por Antü Coimbra & Hugo Ibarra, quienes sólo tienen un año de haberse formado y empezaron su carrera a lo grande en el ya legendario festival Afterlife. Su lóbrego sonido está lleno de texturas y sus beats son contemplativos, pero no tanto para dejar a los que escuchan sin ganas de moverse.

Eran las 2 de la mañana cuando Nina Kraviz salió al escenario. Y la gente la recibió cantando su nombre. “Nina, Nina, Nina...” gritaban todos. Y no pasó un segundo de que la DJ rusa le pusiera play a sus tornamesas y ya todos estaban bailando. Un mar de celulares inundo el lugar y Nina no podía hacer nada más que sonreír y por supuesto concentrarse en su presentación.

El piso se movía, y no sólo por la potencia del equipo de sonido, sino porque la gente estaba bailando y saltando al mismo tiempo. Todos parecían imitar a Nina, quien parecía que disfrutaba su presentación tanto, como todos los presentes.

Fue una noche que será difícil que se repita, pero quien sabe. Mutek se acerca.

HIPNOSIS Presenta: Jonathan Bree en el Foro Indie Rocks!

Una noche sin tiempo, ni espacio.

Fryda Magaña en los sintetizadores y la voz, y Arturo Tranquilino en la guitarra crean la fusión llamada Fryturama que calienta los ánimos para la presentación del neozelandés, Jonathan Bree.

La guitarra ultra ruidosa acompañada por gritos llenos de eco, reverb y delay generan una atmósfera un tanto meditabunda o lo que pareciera una “banda cetácea” según se escucha en una plática proveniente del público.

Fryturama en realidad no tiene un sonido muy ligado a lo que hace Jonathan Bree, pero esa no es la idea, la verdadera idea es que la música esté ligada al concepto HIPNOSIS y con su shoegaze, dream pop, este power duo se ajusta muy bien a los conciertos sellados por HIPNOSIS.

Comienza la presentación de Jonathan Bree, todos salen con sus característicos spandex debajo de sus ropas para no mostrar sus caras, como si estuvieran desasociados de la realidad y hacerlo de alguna manera una presentación virtual. Podemos ver todo lo que hacen, pero no saber quienes son.

“Sleepwalking”, “Weird Hardcore” y “Say You Love Me Too” es la trilogía de piezas que encienden el show y con ellas podemos notar algunos detalles de la puesta en escena de Bree.

La vestimenta de las bailarinas, sus técnicas de composición y los samples que acompañan la música en vivo hacen una mezcolanza entre la época victoriana, los psicodélicos 60 y un toque de la era moderna, un combo adecuado para el goce tremendo.

Toda la teatralidad de la puesta en escena esta bien pensada, la caracterización de las bailarinas, por ejemplo, sus coreografías asemejan algunos beats, replican con momentos corporales motivos melódicos y apoyos rítmicos como campanas o triángulos con baile y su coreografía también interpreta situaciones de las letras.

Momentos cumbres

El público se pasó un buen rato en la mayoría del concierto, pero hubo tres momentos en los que la gente perdió la calma para alocarse gritando sin control.

En “Say You Love Me Too”, Bree cargaba un ramo de rosas para darle mayor potencial histriónico a la interpretación en vivo, un toque que su público agradeció dedicándole bailes teatrales.

Pero el momento que desquició de emoción fue cuando Jonathan comienza a desmoronar las rosas y las arroja a sus fans. Todos estaban vueltos locos como si fuera el ramo de novia en una boda.

Este tipo de show es completamente visual, totalmente instagrameable, pero curiosamente el público no tenía el celular grabando todo el tiempo, la mayoría estaba para prestar máxima atención y disfrutar cada instante.

A excepción del segundo momento más psicótico, “You’re So Cool” comienza a sonar y entre gritos frenéticos todos levantan celulares, la cosa era un festival de pantallas.

Al final del show, Bree se acomoda un poco la mascara que lleva puesta y la gente se desquicia de emoción pensando que esta por quitársela, pero estas no son las luchas nadie va a desenmascararse y este fue el momento con más gritos de la noche.

Aunque, quizás solo estaba acomodándose para respirar un poco después de una hora de concierto.

Sí, apenas una hora de concierto, bastante corto, pero me parece que llevar puesta una mascara sin orificios para la nariz, ni la boca, debe ser muy cansado y bastante incomodo. Tal vez por eso el show está pensado tan solo para esa cantidad de tiempo.

No Te Va Gustar en el Teatro Metropólitan

No Te Va Gustar: La mejor manera de reinventarse.

Un cuarto de siglo no pasa en vano. La experiencia siempre suma y con No Te Va Gustar se notó desde el primer acorde.

El 19 de octubre quedará en la historia como el día en que una banda uruguaya conquistó México. Se trató de una reinvención total de la música de un grupo que empezó como una banda más de ska y terminó siendo una de las mejores propuestas de rock de Latinoamérica. 

La noche empezó con "Nada fue en vano" y "Comodín", canciones que, como anunció la banda, no entran en el show común eléctrico, pero que sin embargo forman parte de su historia. 

La primera canción familiar fue "Al vacío" que sufrió cambios. El más importante fue la inclusión de una voz femenina, una chica uruguaya radicada en México que le dio un toque totalmente original a un clásico de la banda.

Concierto de NO TE VA GUSTAR en el Metropolitan, foto: Paulo Vidales/OCESA

No Te Va Gustar siguió demostrando porqué es una de las mejores propuestas del continente, con una docena de músicos en el escenario reinventarnos totalmente clásicos del grupo aunque también presentaron canciones nuevas como "Ojos" la cual fue compuesta años atrás pero solo fue grabada hasta este último material.

La música siguió sonando y el show de dos horas se fue como agua mientras repasaban cada uno de sus discos y contaba anécdotas curiosas el vocalista entre canciones.

Lo mejor de la noche llegó al final, cuando en lugar de rescatar canciones se dedicó la banda a reversionar viejos clásicos.

El momento en el que el público se sintió más identificado fue cuando, de nuevo con voz femenina, sonó "Chau" una de las baladas más reconocidas del grupo. Es importante reinvertarse y más cuando llevas tantos años tocando. Salir de gira e interpretar canciones menos conocidas del repertorio habitual puede sonar una locura pero para No Te Va Gustar fue un riesgo que estaba dispuesto a tomar y al final rindió frutos. Larga vida a esta banda que demuestra que ser auténtico es solo una cuestión de actitud.

Reyno en el Teatro Metropólitan

Entre coristas, chellos, violines y los asistentes ayudaron a Reyno a llevar las fuerzas ancestrales al cielo en el Metropólitan.

Una noche única y mágica se vivió en el Teatro Metropólitan gracias a Reyno. Con la sorpresa de grabar su primer material en vivo y cerrar otro ciclo de la banda y su álbum Fuerza Ancestral. Además presentar su nuevo tema "Ríos".

La encargada de abrir la noche fue Cuarto Seis una banda de rock originaria de la Ciudad de México. Que, a través de sintetizadores, guitarras limpias y letras, demostraron sus más profundos sentimientos. Los chicos no perdieron la oportunidad de presentar su nuevo álbum Música de Elevador, en el que Christian se vio involucrado en la pre-producción.

El amor y el desamor no se se hizo esperar, pues desde el primer momento la atmósfera se llenó melancolía y emoción al escuchar las primeras notas. La melodía de “Horizonte” comenzó a retumbar, las luces se encendieron y, tanto Pablo como Christian, salieron de gala al escenario. Acompañados en todo momento por coristas, y una gran producción para interpretar las diferentes canciones. Aunque en los primeros temas los chicos se notaron un poco tímidos, bastó la presencia de su primer invitado Jay de la Cueva para dejar que el ánimo fluyera y el ambiente se encendiera.

REYNO.
Abridores: Cuarto 6.
Invitados: Jay de la Cueva, Bibi Marín (Reik), Ángel Mosqueda (Zoé) y Adán Jodorowsky.

Para mostrar su talento arriba del escenario, Jean tomó la batería, mientras Pablo se adueñó del micrófono y el piano para interpretar “No te vayas” de su última producción. Además, por unos momentos, fue Pablo quien lideró a los violines y chellos. Otro de los invitados sorpresa fue Adan Jodorowsky, el músico franco-mexicano que conectó sorprendió al público con su interpretación.

Los clásicos no pudieron faltar "Dos mundos", “Nunca me dejes”, “Me voy”, “Amarrado”, “Ay de ti” y “Fluye” fueron coreadas por cada uno de los asistentes al foro. El amor en el ambiente no podía pasar desapercibido, pues desde jóvenes y adultos se miraban entre verso y verso.

Antes de despedirse agradecieron la asistencia de todos los fans que los han acompañado a lo largo de más de seis años. Además de todo el apoyo para hacer posible la grabación del video que estará disponible próximamente.

Finalmente cerraron con broche de oro al interpretar “Ahrimán”, tema de su primer álbum Viaje por lo eterno.

La madurez de Reyno tanto arriba del escenario como en sus composiciones relució toda la noche, un proyecto que inyecta de energía y de luz a aquellos que lo escuchan.

 

Cherry Glazerr en Galera

Desenfreno total con Cherry Glazerr en Galera.

La banda de Los Ángeles ha crecido a pasos agigantados en estos dos últimos años. Su talento es real, su sonido es llamativo y tiene personalidad. Aunque no es la primera vez que pisa nuestro país, esta visita es importante para el grupo por ser el primer show que hace por su cuenta. Este es un concierto solo para fans, que nos dirá mucho sobre dónde está parado este proyecto y cómo funcionan las nuevas promesas del indie rock en México.

La cita fue en Galera, venue que a pesar de llevar poco tiempo ya ha recibido a importantes artistas. El sitio era inmejorable, pues no solo era pequeño e íntimo, también la estructura daba la sensación de que estábamos en cualquier warehouse europeo clandestino. Invitaba a la locura, a la espontaneidad y ser impulsivos.

El grupo dio comienzo rápidamente con “Ohio”, uno de los temas más agresivos de su repertorio. La canción, aunque punzante y provocadora, asentó bien el tono de la noche y sorprendió a varios de los asistentes.

Cherry Glazerr no se guardó nada y soltó sus cartas fuertes desde el principio. “Had Ten Dollaz” sonó solo unos minutos de haber iniciado el show. La canción encendió al público en Galera y avivó las cosas. La banda confía en lo que tiene y no depende de algunos singles.

Siguieron “That’s Not My Real Life” y “Self Explained”. La gente respondió bastante bien a los tracks de Stuffed & Ready a pesar de que este disco no tiene más de unos meses. Con su tercer álbum de estudio, la banda ha regresado mejor y más grande.

En todo momento Clem Creevy se mantuvo en un vaivén de emociones. Entre cada canción mostraba su alegría e impresión por el buen recibimiento del público, pero una vez que tomaba su guitarra se transformaba en esta figura mordaz y enfurecida. “Nurse Ratched” nos mostró el lado obscuro, mientras “White’s Not My Color This Evening” fue uno de los momentos más explosivos.

El punto más flojo de la noche llegó con “Grilled Cheese”, pero ya habíamos agotado las baterías antes con “Trash People”. Algunos conocían todas las canciones y los que no, estaban contagiados por la energía y actitud de Cherry Glazerr. Nadie podía quedarse estático, ni, aunque quisieran.

“Wasted Nun” jugó directo con nuestra imaginación. Ya no estábamos en Galera, estábamos en Los Ángeles viendo el nacimiento del fem grunge. El grupo toma mucha influencia de las all girl bands americanas de los 90, pero no es una parodia como Greta Van Fleet con Led Zeppelin. Cherry toma un concepto para ofrecer algo nuevo y, sobre todo, algo suyo.

La noche se hacía corta, llevábamos varias canciones, pero estábamos dispuestos a más. Nadie quería parar y el grupo aún tenía un par de sorpresas. “Daddi” fue la que más llamó la atención, casi tan aclamada con “Had Ten Dollaz”. La banda ya tiene verdaderos fans en México y al parecer les encantó el nuevo disco.

Antes del encore, la agrupación fascinó al público con “Apocalipstick” y “Sip O’posion”. Elllos ya habían cumplido, Clem y el público de la CDMX fue amor a… tercera vista. Mejor que Corona Capital, mejor que con Billy Idol; el show de Galera levantó la mano como la mejor experiencia que ha tenido Cherry Glazerr en México.

La mayor parte de los asistentes estaba pidiendo el regreso de la banda y otros, debo confesar, ya querían irse a sus casas, pero tampoco se movían hacía la salida. En general, creo que todos estábamos a la espera de más, aunque fuera una pequeña dosis.

Finalmente, el grupo volvió a subirse al escenario para tocar un cover de Nirvana. La referencia pasó bastante desapercibida, pero no la emoción del momento. Comenzó un mosh y la gente se estaba esforzando por disfrutar al máximo cada canción. Sabíamos que nos quedaba poco tiempo y mantuvimos el frenesí hasta la última nota de “I Told I’d Be With The Guys”.

Como dije, la noche en Galera ha sido la mejor de Cherry Glazerr en México, pero esperemos que su base de fans siga creciendo. No éramos pocos, pero tampoco muchos, y queda claro que esta banda merece reflectores más grandes. Si fuiste a verlos, corre la voz; si no los conoces, te invito a que lo hagas, para que sea mejor cada vez que vengan.

Jenny Lewis en El Plaza Condesa

Un tornado de música campirana para liberar el alma.

Pocos minutos antes del show de Jenny Lewis, el escenario se ilumina con una intensa luz roja, se escuchan grandes clásicos de la música popular mexicana a piano solo y los asistentes se encuentran metidos en platicas muy profundas.

Del lado derecho se escucha la intensa discusión de cómo se nos complica tener una buena administración de dinero, del lado izquierdo, y en otro idioma, recuerdan que el Aha Shake Heartbreak de Kings of Leon era increíblemente bueno y como poco a poco se empezaron a ir al demonio.

Precisamente la generación que escuchó ese disco en 2004 y que ahora odia a Kings of Leon, es el tipo de audiencia que viene a un concierto como este.

El Plaza no estaba tan lleno, aún hasta el final del concierto, nunca llegó al lleno total, ¿pero eso importa para presenciar un gran concierto? Por eso era tan fácil escuchar las voces de varios círculos de plática, conversaciones que al comenzar el show se convirtieron el aplausos, baile y risas de gran satisfacción.

Un breve intro musical es el que da la entrada a Jenny Lewis que sale amedrentando a los presentes quienes aplauden con tan solo verla montada en el escenario.

Los demás miembros de la banda apenas se acomodan sus instrumentos, los afinan y ajustan sus asientos cuando un par de teléfonos con luces neón, sobre el teclado de Jenny, se encienden y comienza la noche con “Heads Gonna Roll” a guitarra, piano y voz.

“Wasted Youth”, la segunda canción de la velada, comienza a sonar ya con todos los músicos vibrando al mismo tiempo y todo se escucha de súper lujo.

El bajo, el órgano, la batería y la guitarra realizan una economía de sonido bien gestionada, ahorrándose acordes innecesarios, manteniéndolo todo simple a lo individual para que en el ensamble todo tenga una ejecución más precisa y fina.

Esa estrategia les da más control en la ejecución y sobre todo ayuda a la voz de Jenny a jugar con diferentes rangos que obviamente mandan al demonio la cordura del público que lanzan gritos eufóricos completamente impredecibles. A veces gritos de mariachi, a veces algún tipo de grito polinesio de batalla o hasta gritos de emoción al estilo Pérez Prado.

Una onda muy rara, pero divertida, todo eso es lo que provoca la gran voz de Jenny, que se ha vuelto más potente y mucho más experimentada durante el transcurso de su carrera.

Pero la voz no es lo único que Lewis ha evolucionado, también su visión del show en vivo ha mejorado increíblemente. Ella sabe muy bien lo que quiere, usar un jumpsuit con hartos brillitos, una escalera pequeña difícil de subir con tacones gigantes, globos enormes para que el público termine de divertirse en grande o un micrófono dentro del auricular de un teléfono para interpretar “On The Line”.

Esa selección de recursos, más la forma en la que Jenny Lewis se desenvuelve en el escenario, hacen que el show se vuelva tremendamente disfrutable. Cada instante está pensado premeditadamente, pero también un poco de improvisación entra en el show para hacerlo más orgánico y divertido para quienes se posan frente al público.

Y sí, éramos un quórum un poco mínimo, pero eso no impidió que liberáramos todo lo que traíamos dentro en una catarsis con gritos y baile.