Caminando por el camino del reggae.
Cada vereda es un aprendizaje, eso escuché en un murmuro. El caminar fortifica el alma, afina el destino y pacta la eterna felicidad. Andamos aprendiendo a aprender, viviendo intentando vivir, caminar sobre nuestro propio camino hasta que éste se recorra solo; siendo compañero de nuestro fruto. Dread Mar I es la muestra nata.
A principios de noviembre, Mariano Javier Castro anunció sus últimos shows del año presentados en México. Cinco fechas que iniciaron en Querétaro, pasando por Guadalajara hasta llegar a la Ciudad de México; la fecha, 12 de diciembre. El glorioso día llegó.
En la fachada se anunciaba desde tempranas horas: Dread Mar I estaría –el día de ayer, 12 de noviembre– en el monumental Teatro Metropólitan. Es, a mí consideración, el excelente recinto que se puede adaptar al músico argentino. En brevedad: un excelso foro.
El horario del espectáculo se acerca y en los caminos que llevan a éste se comenzaron a saturar: la avenida principal, el acceso, los pasillos, las butacas; tras bambalinas todo se ajustaría para una presentación más de Dread Mar I y su reggae argentino en nuestra ciudad.
El destello de la iluminación cayó como una lluvia de bendiciones, como si le mismísimo Jah nos diera la bienvenida. La banda sonora nos abrazó en su arrancar; el espectáculo (retrasado por 30 minutos) daba inicio. Nueve músicos en escena con una vestimenta homologada comenzaron con una introducción. El brote pudo haber sido espectacular; sin embargo, se vio atropellado por una ineficiencia de audio durante el primer tema.
Mariano llegó al frente de todos, corriendo de esquina a esquina en la tarima; tres mil, dos mil, no lo sé, el humo de avenencia tanteaba al rincón más indefenso. El Teatro Metropólitan vibra, se encendía, respiraba –primero inconforme por el problema de audio, después eufórico por el gran músico–. Era una noche de reggae y de vida, una noche para viajar nuestros propios caminos orquestado por Dread; “No convencerán” fue el gran arranque. “En el seno del amor”, temas de su último material Caminarás caminos, fue parte de lo inicial. Y así, el hilo del deleite rastafari continuó, tocando desde Amor-es hasta lo más estrenado: “Laberintos”, “Mi amor”, “Sálvame”, cerrando ésta con un solo de trompeta, y “Hoja en blanco”; momento en el que Mariano desfunda sus dreads.
Un momento de silencio se instaló; Mar I indicaba su primera salida. Pero no… su reintegro fue energético, bailando de esquina a esquina, inspirando al público, coreando su buena vibra. “¡Muchas gracias gente linda!”, halagaba el artista. Y con ello, su reggae latino daba continuidad: “Decide tú”, “Más allá de tus ojos”, “Arenas en nuestras manos” y “Árbol sin hojas”.
Era una noche prodigiosa, la vibra retumbaba en cada coro, en cada canto. Esto es reggae, aquel que se inhala y se exhala, el mismo que bailas a tu gusto, pues lo resplandeciente es como lo palpitas. Y es así como el escenario se enciende cuando interpreta “Tú sin mí”. Es ahí donde esto se detiene… y después de minutos, los músicos retornaron para interpretar “Nada” y “Así fue”, concluyendo esta última con un bendecido solo de acordes, de cada instrumento, de cada palpitar; algún lagrimeo brotó en el teatro, lo puedo asegurar.
El murmuro que más me retumba se siente así: “Tú has sido un abrigo para mí, aunque te tengo perdido por ahí”. Y es que en realidad, aunque el reggae pierda impulso, hay grandes que lo mantienen vivo, tan vivo como la esperanza, como la resistencia, como la vida misma. Y Dread Mar I es un gran soldado del propio y esperanzador reggae: de nuestro ritmo vivencial.
Gracias, Mariano.