Navegando por el océano de los recuerdos.
Anoche revivimos el ayer, inmersos en la atmósfera creada con la música de Sigur Rós. Luego de cinco largos años de espera, el conjunto islandés estrenó su nueva gira en México, eligiendo al Teatro Metropólitan como sede de la primera de cuatro fechas en nuestro país.
Con una puntualidad impecable y sin previo acto telonero, comenzó el concierto en punto de las 20:30 H, tomando a mucha gente desprevenida aún fuera del teatro, buscando desesperadamente ingresar al recinto para no perderse un solo minuto más del exquisito recital.
Desde 2013, “Svefn-g-englar” no era tocada en vivo, siendo una entrada realmente apreciada por el público que se mantenía quieto, en su mayoría silencioso y expectante. La penumbra del escenario envolvía nuestros sentidos y los agudos cánticos de Jónsi nos erizaban la piel. Un momento de catarsis pura vendría con “Ný batterí”, explotando nuestra mente con sus contrastes y transiciones.
Un maravilloso combo del () Untitled nos ayudaría a zarpar hacia el océano de los recuerdos. “Vaka”, tan sobria y melancólica que desbordaba lágrimas entre algunos asistentes, inmediatamente, tras 16 años, “Fyrsta” vuelve a sonar en vivo, seguida de “Samskeyti” canción donde las teclas del piano acariciaron nuestro corazón. Este momento fue casi perfecto, salvo por una constante falla en el parlante izquierdo, notado por muchos fanáticos que molestos comentaban por lo bajo sobre la falla.
El conjunto de luces, visuales y escenografía fueron de los aspectos a destacar dentro del show. En la primera mitad, varios conjuntos de cuerdas superpuestas en forma geométrica que iban del piso a lo más alto del escenario dividían en varias secciones la tarima, y al momento que las luces se proyectaban sobre ellas, las sombras triangulares se plasmaban sobre los visuales que se encontraban al fondo, creando un espectáculo óptico impresionante entre cada transición. De igual forma, varios postes a distintas alturas coronados con una luz led fueron dispersados a lo largo y ancho del escenario, variando constantemente tanto en color como en intensidad.
Luego del estreno en vivo de su nueva canción “Gold 2”, el set continuó a través de “Dauðalagið”, “Fljótavík” y “Heysátan”, siendo este último tema no tocado desde el 2008 el que le daría fin a la primera parte de este concierto, dejándonos expectantes sobre lo que vendría.
Luego de un intermedio, el show debe continuar. Las cuerdas atadas fueron soltadas para únicamente estar en línea recta, separando los espacios como celosías y facilitando los cambios de lugar e instrumentos que los islandeses realizaban en cada nuevo acto.
“Glósóli” y “Sæglópur” movieron nuestras fibras sensibles nuevamente, las luces tenues coloreaban en entorno, la felicidad era inminente. Uno de mis momentos favoritos fue cuando sonó “E-Bow”, pues la intensidad de los acordes, el retumbar del bombo y percusiones aunado al sentimentalismo interpretado generaron un vaivén de emociones en mi ser.
Nuevamente seríamos privilegiados al contar con dos temas estrenados en este show: “Gold 4” y “Angelus 4”, seguidos de “Gong” y “Andvari”, las cuales no ejecutaban desde hace 10 años. Para este entonces cualquier problema de audio previo había desaparecido, la magnificencia del audio del recinto se pudo apreciar en su máximo esplendor, y al acompañamiento de las palmas del respetable, “Festival” crearía una vibra llena de júbilo que fácilmente se percibía en el ambiente, pues las palmas de muchos se hicieron sonar aún pese al recelo de los fanáticos más puristas que a todos callaban a la mínima provocación.
El final era inminente, la oscuridad opacada con estrobos, sumada a la intensidad de “Kveikur”, deleitaría todos nuestros sentidos en la antesala al desenlace explosivo que “Popplagið” tenía preparados para nosotros, aunque al parecer nosotros no estábamos igual de listos para recibir esa gran carga energética que Jónsi dejó caer sobre nosotros, pues sumado a los visuales multicolor y a la programación de la iluminación, el impactante desempeño de Sigur Rós sobre el escenarios dejó nuestro cuerpo al borde del colapso.
