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¿Quién no ha escuchado al menos una vez en su vida la canción “We're Not Gonna Take It”? Este fue uno de los himnos más conocidos de Twisted Sister, una banda neoyorquina que formó parte de la primera oleada de Glam Metal que tomó por asalto al mundo a principios de la década de los ochenta, junto con otras bandas como Mötley Crüe, Ratt, o W.A.S.P.
Cuando el cineasta alemán Andrew Horn trabajaba en un documental sobre el músico Klaus Nomi, se topó con esta agrupación metalera, y conoció su historia que encontró muy sorprendente y divertida, por lo que decidió embarcarse en el proyecto de llevarla a la pantalla. Así, con la venia de Dee Snider (cantante y frontman del grupo) y gracias a una campaña de crowdfunding impulsada a través del sitio Indiegogo; se pudo concluir la producción de We are Twisted Fucking Sister!
La película nos lleva a conocer los orígenes de la agrupación que surgió inspirada por figuras del Glitter Rock como David Bowie, Alice Cooper, The New York Dolls y Mott the Hoople, entre otros. Asimismo, describe (en palabras de sus propios integrantes) cual fue el proceso por el que pasaron para obtener la alineación correcta que les permitiese convertirse en una maquinaría rockera sólida y bien aceitada, con la cual se aventuraron en una cruzada por llegar al estrellato.
Sin embargo, la lucha no sería fácil, y a la banda le tomó poco más de diez años conseguir un contrato con una disquera importante para lograr editar su primer álbum. Durante ese tiempo, trabajaron muy duro para ganarse una reputación (y una fiel legión de seguidores) en el circuito de clubes de Nueva York, New Jersey y Connecticut, llegando a realizar shows hasta 5 o 6 noches por semana.
Las razones por las cuales la banda tuvo que esperar tanto tiempo antes de concretar su objetivo fueron resultado de la suma de diversos factores: por naturaleza, el ser humano siempre desconfía de aquello que es diferente, y el hecho de que el grupo subiese al escenario maquillado y ataviado con ropa femenina y estrafalaria, armados de una escandalosa, provocadora y bravucona actitud, que proyectaba una imagen de salvaje irreverencia, rebeldía y vandalismo; produjo recelo tanto en algunos sectores del público como en diferentes ejecutivos de diversas disqueras, que los rechazaron de facto.
Esto aunado a una inusitada cadena de eventos desafortunados pusieron más obstáculos en su camino: desde accidentes y deserciones inesperadas, hasta fraudes y muertes prematuras. Uno no podría sino pensar que a la banda le perseguía la mala suerte. Todas estas anécdotas son relatadas con una balanceada mezcla de asombro y humor, y con un dinámico ritmo que hace que las más de dos horas que dura el filme se pasen volando.
Gracias a su tesón, una voluntad inquebrantable y (¿por qué no decirlo?) muchos huevos, la banda logro sortear estos obstáculos, y abrir su propia brecha que les conduciría a la fama. Y esa es la esencia del filme: mostrarnos una sorpresiva, lúdica e inspiradora historia de épicas proporciones, sobre como un grupo de jóvenes resistieron toda serie de duras pruebas con el único fin de alcanzar la meta en la que creían fervientemente. Y el tiempo supo recompensarlos merecidamente por su dedicación, aunque fuese de forma efímera.
Después de ver We are Twisted Fucking Sister!, y más allá de si se es o no fan de la banda; uno no puede sino más que sentir un profundo respeto por ellos. Al final, como dice el mismo Dee Snider: “Si esto fuera fácil, cualquiera lo estaría haciendo”.