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Otro de los macabros mundos de Frank Miller volvió a la vida con la ayuda del director Robert Rodríguez. Habían pasado nueve años desde la última vez que vimos las andanzas de los personajes de Miller en la Ciudad del Pecado (un mucho más tenebroso Los Ángeles), y mientras que la estética neo-noir y las potentes escenas de violencia siguen dominando sus historias, parece que no impactan los sentidos con la misma fuerza que lo hizo la Sin City original hace casi diez años.
La película es fiel a su fuente de inspiración; no solo está basada en el segundo libro de la serie de Sin City de Miller (A Dame To Kill For), sino que cuenta con un crédito compartido del autor en la dirección y la adaptación del libreto para su filmación fue por su propia mano. Nadie se puede quejar de que la visión original de Miller no fue trasladada del comic a la pantalla.
Los diferentes cuentos son interconectados a manera de viñetas durante toda la película, algunas quedan inconclusas, para regresar más tarde a resolver los asuntos pendientes de no sólo este filme, sino también de la primera cinta. Rodríguez nos reconecta con Marv (Mickey Rourke) en la primera escena, sin recordar que ha hecho o donde está, pero con indicios de violencia regados a su alrededor, como carros estrellados y cadáveres en el asfalto. Rodríguez nos reintroduce al mundo de Miller de una manera eficiente, familiarizándonos con el entorno en blanco y negro y uno que otro color vivo que resalta en esta estética de contrastes.
Joseph Gordon-Levitt interpreta a Johnny en una de las viñetas, un joven y talentoso apostador en busca de venganza contra el poderoso Senador Roark (Powers Boothe), la astucia del joven lo avanza en su objetivo hasta cierto punto, antes de que Miller nos recuerde de que nadie se mete con Roark… excepto quizás Nancy (Jessica Alba), quien también anda en busca del Senador por sucesos que fueron parte de la trama de hace nueve años. Ahora una (relativamente) envejecida bailarina de cabaret, la muerte de su querido John Hartigan (Bruce Willis) la sigue atormentando hasta el punto del alcoholismo.
Y esta ni siquiera es la trama principal; un investigador privado (Josh Brolin) busca mantenerse alejado de su vieja amante Ava Lord (Eva Green), sólo para volver a caer en sus juegos y trampas, con resultados desastrosos que incluso involucran a Marv. La violencia y los efectos CGI empiezan a entrar a raudales hasta el punto de que se vuelve repetitivo.
Un filme altamente estilizado, como era de esperarse, pero que nos entume con su insistente sadismo. Divierte a la pupila, pero se olvida al salir de la sala.