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Santuario es el primer largometraje del germano Marc Brummund, realizador con experiencia previa en el ámbito televisivo. Se desarrolla en Alemania durante el año de 1968 y se centra en Wolfgang, un joven alemán que vive con sus padres, pero que por sus reiterados problemas de conducta es recluido en Freistatt, una casa hogar administrada por una orden religiosa y especializada en recibir y “corregir” la conducta de niños problema.
Al llegar al que será su nuevo hogar, conoce a Hausvater Brockmann, administrador del instituto, quien lo recibe afablemente y le proyecta una imagen paternal y de confianza. Pero pronto aprenderá que esa es en realidad una máscara de hipocresía tras la que se esconde un hombre malicioso, abusivo, intransigente y corrupto, que dirige el lugar con mano de hierro apoyándose tanto en sus prefectos/carceleros, como en algunos de los internos que fungen como bullies y que intimidan a los más débiles o los recién llegados.
Por si fuera poco, él y sus compañeros son tratados como presidiarios, ya que son sometidos a trabajos forzados extrayendo turba de unos pantanos cercanos a la institución para beneficio económico de la misma, y del cual (obviamente) no perciben ganancia alguna salvo algún privilegio ocasional como “premio” a su obediencia. Cualquier negativa o cuestionamiento es reprendido con dureza y la mayoría de las veces, con violencia.
Este ambiente de injusticia y opresión no hace sino acentuar la rebeldía de Wolfgang que reiteradamente desafía a Brockmann y sus esbirros, ya sea con su comportamiento, con reiterados intentos de fuga, e inclusive intenta enamorar a Angelika, la bella hija de su opresor. Esto le lleva a continuos enfrentamientos que desembocan ya sea en severos y no pocas veces sádicos castigos, o bien en salvajes golpizas.
Así, lo que vemos en gran parte del filme es la lucha que el protagonista sostiene contra sus opresores en pos de conservar su individualidad, su dignidad, pero sobre todo, su libertad. Esto último es enfatizado por el realizador mediante el uso de simbolismos como imágenes de aves que sobrevuelan los pantanos rumbo al horizonte, y que muestra justo cuando Wolfgang intenta evadirse de su cautiverio. O el empleo del tema musical “Freedom” (interpretado por Richie Havens) en una escena clave, donde vemos como algunas semillas de rebelión empiezan a germinar entre los internos, gracias a la tenacidad y carácter del protagonista.
Al estar basada en hechos y personas verídicos, la película trata de mantener un tono realista, que va desde el uso de una sobria fotografía, hasta el registro interpretativo de los personajes el cual es mesurado pero intenso, y se mueve entre el desencanto, la ira, la tristeza y la desesperación, cuidando de no caer en maniqueísmos, sobre todo en su desenlace, en el que atestiguamos como la voluntad e ímpetu del personaje pueden llegar a ser demolidos, pero no así su anhelo por ser libre.