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El título de esta película nos proporciona una gran descripción de lo que veremos: el cuarto de un hospital psiquiátrico al desnudo, exhibido sin coberturas; un retrato íntimo de lo que sucede en este reducido espacio y de la gente que está en él.
El Cuarto Desnudo nos adentra a las consultas de niños y adolescentes en un hospital del Distrito Federal donde poco a poco los pacientes van revelando cosas de su pasado y qué circunstancias fueron las que los llevaron hasta ahí.
Algunos de los menores entran a consulta con los padres, otros son obligados a ir y el resto va por su propia voluntad. Cada uno tiene una historia distinta que por si sola vale la pena escuchar y, a su vez, el conjunto de historias cuenta una nueva.
Todas son un reflejo en general de nuestra sociedad y de las rupturas que existen en ésta, desde los estándares de belleza y lo considerado normal hasta la violencia familiar transmitida generación tras generación. Las experiencias de estos menores son una consecuencia de la coyuntura en la que vivimos y de la cual nos es imposible ser ajenos.
Un aspecto interesante de la película, característico de los documentales bien realizados, es que no juzga; la narrativa y el montaje se las ingenian para que no se critique ni a los padres de familia ni a los doctores y claro, tampoco a los pacientes. No están bien o mal, no son malos ni buenos, son jóvenes con una situación particular que no es fácil de entender ni resolver.
El documental no plantea tampoco una solución concreta al problema porque en realidad no existe una solución única, cada caso es distinto y es resultado de distintas vidas; conforme avanza la película se van ligando los pasados de los pacientes con sus realidades actuales y se puede empezar a comprender que el problema no es tan simple, en todos los casos hay un trasfondo y un montón de variables los impulsan a estar en donde están.
En la parte técnica, la cámara casi siempre permanece enfocada en los jóvenes, en tomas muy cerradas de sus caras en las que se pueden ver a detalle sus expresiones, gestos y lágrimas, logrando la unión del espectador con las situaciones. Ojalá ustedes, lectores, vayan a verla y consigan crear esta unión.
Este imperdible documental llegará al D.F. el 9 de octubre y estará exhibiéndose en la Cineteca Nacional, Cine Tonalá y Cinemanía.