Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Tras dos años de no dirigir para la pantalla grande, el tapatío Guillermo del Toro reaparece con La cumbre escarlata, su noveno largometraje. Este nuevo relato transcurre en Estados Unidos durante un tiempo previo a la llegada de la Revolución Industrial, y tiene como protagonista central (y narradora omnipresente) a Edith Cushing, hija de Carter Cushing, un acaudalado hombre de negocios. Aunque ha llevado una vida de lujos, Edith ha conocido la tristeza y el dolor desde temprana edad, cuando su madre fallece a consecuencia de una enfermedad. Esta pérdida constituye no solo su primera experiencia con la muerte, sino también con el mundo sobrenatural a través de una espeluznante aparición —que parece ser su difunta progenitora— que le deja una advertencia: “Cuídate de la cumbre escarlata”.
Intentando abrirse camino como escritora, la joven se ha topado siempre con las críticas ácidas de otras damas de sociedad, pero siempre ha sabido defenderse de ellas, gracias a un carácter tenaz y un tanto cínico, que la mantiene alejada de los círculos sociales y desde luego, de cualquier pretendiente, lo que ha provocado que, además de su padre, ella no entable amistad con ningún hombre con excepción del doctor Alan McMichael. Todo esto cambia cuando aparece el misterioso Thomas Sharpe, quien se entrevista con Carter buscando que le financie para construir una maquinaria de su propia invención. Su elegante aunque anticuado porte, sus amables y caballerosos modales, así como su atractiva y seductora personalidad, hacen que ella caiga rendida ante sus encantos.
Pero los gentiles modos y el encantador rostro de Thomas son la fachada tras la que se oculta un hombre de oscuras intenciones: cuando el padre de Edith se rehúsa a financiar su proyecto, él intenta seducir a su hija para convencerla de que se casen, a lo que Carter nuevamente se opone tras investigarlo secretamente. Al mismo tiempo, el espectro de su madre vuelve a visitar a Edith, y le reitera la misma advertencia. Todo cambia cuando Carter muere violentamente, y la tristeza y el sentimiento de abandono de la joven la hace que literalmente se arroje a los brazos de Thomas, uniéndose en matrimonio y yéndose a vivir a la mansión Sharpe ubicada en Inglaterra... justo en la parte alta de una cumbre que se tiñe de rojo a consecuencia de la arcilla de dicho color que allí se encuentra.
Es al interior de esa enorme, ruinosa y alucinante mansión, donde se desarrolla el meollo del asunto, y descubrimos no solo las reales intenciones de Thomas y Lucille (la hermana de Sharpe, siempre de grave talante y sinuoso carácter), sino también una serie de oscuros y siniestros secretos que la vieja casa alberga... junto con media docena de espectros que dan fe de las atrocidades que allí han ocurrido, y que ayudarán a Edith a develar estas abominables verdades.
La cumbre escarlata nos muestra a un del Toro muy maduro narrativamente hablando, quien logra poner sus constantes estilísticas y obsesiones particulares al servicio de un relato estructurado en el tenor de la mejor tradición gótica, mezclando de manera balanceada romances tórridos, obsesivos y enfermos; personajes atormentados a consecuencia de terribles eventos del pasado los cuales forman parte del misterio que es motor de la historia, y la presencia de entidades sobrenaturales que juegan un papel fundamental en la trama.
Como la arcilla rojo sangre que rezuma por las paredes y pisos de la demencial mansión, del mismo modo lo hacen las referencias e influencias literarias y cinematográficas de del Toro a lo largo de la cinta: algo de Roger Corman por aquí, un poco del cine de horror al estilo de la Hammer por acá, otro tanto de Edgar Allan Poe y de Henry James por allá... es un verdadero compendio que deleitará a los fans del director y a los amantes del género. Pero estas referencias y homenajes son las notas que componen la melodía que acompaña esta danza macabra de tres ejecutantes atrapados en un triángulo de desbordada pasión, enfermizos lazos afectivos, dolorosas soledades y escalofriantes acciones.