Jodorowsky’s Dune en #Ambulante

El cine, aunque con más de un siglo de historia, sigue siendo un medio tan accesible como desconocido para el público general. Si bien es cierto que el consumo del mismo es más que popular y masivo, el trabajo detrás y el largo proceso que significa es, me atrevo a decir, un enigma que lejos de interesar a las audiencias, les tiene sin el cuidado necesario para, en ocasiones, apreciar la titánica labor que yace en la realización cinematográfica donde, además (e igualmente ignorado por mucha gente), participa una larga lista de gente culpable de que la magia ocurra.

Con la llegada de Ambulante y su admirable propuesta de exhibir cine documental de una forma accesible, atractiva y cercana, el público mexicano podrá ver (por fin) uno de los mejores documentales acerca del quehacer cinematográfico, sus actores, sus placeres, sus decepciones y, sobre todo, el trabajo detrás de una labor de ignoradas cualidades artesanales que, en este caso particular, no necesariamente rinde los frutos (como ocurre en innumerables ocasiones) para los que tanto trabajo se invirtió.

Jodorowsky’s Dune (Frank Pavich, 2013) nos lleva atrás en el tiempo hasta la década de la psicodelia, los midnight screenings y el apogeo de la ciencia ficción moderna. De la mano de su protagonista, un Alejandro Jodorowsky menos insoportable que de costumbre, Pavich presenta (vía testimonios de figuras trascendentales como HR Giger, Michel Seydoux, Nicholas Winding Refn, Richard Stanley o Moëbius) una época en la que no existía el internet ni las facilidades para encontrar a esos cómplices sin los que el cine no sería realizable. Así somos testigos de la ardua labor detrás de la película que pudo haber sido cuando, en plenos 70, el cineasta chileno de culto intentó adaptar sin materializar a la pantalla grande la novela Dune (que después destriparía David Lynch) y las altas ambiciones que dicho proyecto representó. Una joya imperdible.

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