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Jauja o un Viggo Mortensen a la Jodorowsky

Jauja o un Viggo Mortensen a la Jodorowsky

06/Mar/2015

El capitán Gunnar Dinesen (Viggo Mortensen) y su hermosa hija Ingeborg (Viilbjørk Malling Agger) se encuentran en medio de un incomprensible viaje, en un extraño desierto situado en el cono sur del continente americano. Los acompañan un teniente criollo del país, que mata las horas masturbándose en medio de la naturaleza y otro soldado idiota que insiste en charlar en un perfecto francés sudamericano con el capitán danés que no habla ni una mierda de ese idioma. “No le entiendo nada”, repite Dinesen una y otra vez.

En medio de este desierto de ocurrencias exquisitas, que más pareciera un espacio de la mente, un laberinto bórgico lleno de nada, la bella Ingeborg se torna el oscuro objeto del deseo que alborota los ánimos de la tropa. Un joven soldado, de sugestivo apodo, “el Corto”, se roba a la niña danesa para retozar con ella entre los céspedes de esta llanura imprecisa. A pesar de la leyenda circundante, acerca de un excéntrico general Zuluaga travestido-ladrón, que a la usanza del buen Kurtz en Apocalypse Now (1979) se ha vuelto loco al convivir con los salvajes del desierto, el capitán Viggo “Alatriste” decide adentrarse en el desierto para buscar a su pequeña güera.

Después de cierto punto, la película, forrada de exquisitos planos dedicados al paisaje, se transforma en una reflexión sobre el tiempo y el abismo de la mente. Como en un relato de Bioy Casares o en esa película de la marmota donde sale Bill Murray, Viggo se pierde en el limbo, en imágenes en las que por momentos el espectador piensa que el Topo de Jodorowsky llegará para salvar el día, pero no. El resto es basura experimental bien filmada, con imágenes de calidad, a la que el tío Lisandro Alonso decidió pegarle a modo de desenlace el corto con el que se tituló de la carrera de cine hace años, o algo así. Lo mejor de esta curiosa pieza jodorowskiana es que por suerte nunca aparece el gurú de la psicomagia.