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Godzilla
Gareth Edwards
Aaron Taylor-Johnson, Ken Watanabe, Elizabeth Olsen
EUA, 2014
Warner Bros. Pictures / Legendary Pictures
Como siempre, la mercadotecnia genera una expectativa que de no ser satisfecha en una cantidad directamente proporcional al bombardeo mediático, las dimensiones y potencias del rechazo y repudio a la cinta podrían estallar en crudo odio, pero en el caso de esta nueva versión de Godzilla, el espectador es recompensado sustancialmente.
La premisa no es tan elemental como parece, ya que si bien el filme original trata sobre la llegada de un enorme dinosaurio radioactivo que comienza a destruir Japón, en este filme tenemos a un par de ‘parásitos’ prehistóricos que anidan en San Francisco y amenazan con reproducirse y, por ende, acabar con la raza humana. Sin quedarse con los brazos cruzados, la naturaleza ofrece su respuesta a estos monstruos y es cuando entra en acción su predador natural: Godzilla.
Gareth Edwards fue claro en empezar más o menos desde cero con las condiciones, orígenes y fines de esta tan querida criatura (que algo pasado de peso, no solo es más grande sino hasta parece gorila). No hay realmente una intención de apegarse a un concepto o guión original sino plantear una realidad totalmente distinta y, además, tener desde el primer filme, batallas cuerpo a cuerpo con otros monstruos gigantes (épicas, por cierto). Si bien la moraleja original de Ishiro Honda era advertir a la humanidad sobre los horrores y consecuencias de la radioactividad, aquí se enfoca más en el respeto a la naturaleza y sus modos (o criaturas gigantes).
Dos precisas y justas horas para contar la historia de estos tres seres de otro tiempo, uno de gran radioactividad en la tierra, que despiertan para hacer puré distintas zonas del planeta en sus rituales de apareamiento y caza. Es digno de destacar que entre científicos y soldados no hay un civil que rescatar, no hay una parejita que salvar, ni un infeliz mocoso que soportar; esos trillados y molestos factores que muchas veces fastidian las películas de desastres son corregidos y aquí lo que importa es cómo se salvará la humanidad de estas amenazas gigantes. ¡Éxito!
Más que hacerle justicia a una criatura de origen asiático que no le debe nada a nadie, los resultados de Gareth Edwards fueron la reivindicación de la mano norteamericana en este monstruo después de casi quince años de tener que vivir con el recuerdo de esa horripilante película de NOMBRE que entre canciones de P. Diddy y un diseño de criatura que lo volvió un velociraptor nuclear, se tornó en una indiscutible referencia de cuando un remake sale mal.
Ahora sí, ¡salve Godzilla, rey de los monstruos!