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El lobo de Wall Street: Scorsese vuelve por sus viejos fueros

El lobo de Wall Street: Scorsese vuelve por sus viejos fueros

22/Ene/2014

The Wolf of Wall Street

Martin Scorsese

Leonardo DiCaprio, Johan Hill, Margot Robbie

EUA, 2013

Red Granite Pictures

A sus 71 años, Martin Scorsese nos vuelve a sorprender con un filme hiperquinético, alucinante y de un humor mordaz. El lobo de Wall Street es un registro fascinante y escandaloso del ascenso y caída de Jordan Belfort, un corredor de bolsa que se volvió estúpidamente millonario a costa de los sueños y anhelos de miles de personas.

Basada en las memorias del verdadero Belfort (encarnado por Leonardo DiCaprio), la historia narra sus vicisitudes en la afamada Wall Street, donde a base de una labia insuperable, un buen olfato para los negocios y un colmillo largo y retorcido para la transa; logra sortear rápidamente varios obstáculos, y ascender vertiginosamente hasta la cima. Y una vez allí, le da vuelo a su irrefrenable apetito de drogas, mujeres, lujos y mucho, pero mucho dinero.

Con desenfado, arrogancia y un cinismo no exento de cierto encanto, el mismo Belfort nos da cuenta de todos sus excesos, engaños, aventuras y peripecias en su mundo pletórico de glamour y decadencia, pero no exento de un lado oscuro y de precios a pagar. Las anécdotas divertidas van de la mano con aquellas que atestiguan como el personaje va decayendo ética y moralmente mientras se sumerge cada vez más en un torbellino de libertinaje, adicciones, crimen y corrupción.

Este lobo hinca su colmillo donde se le antoja, pero en el camino sus amigos, su matrimonio, su vida familiar y finalmente su amado dinero se irán por la borda, y se hundirán como le ocurre a su monumental yate en una de las escenas cumbre del relato. Un yate que dicho sea de paso, materializa la ambición y la ostentación desmesurada de un hombre que es capaz de arriesgarlo todo (incluso su propia vida y al de quienes le rodean) con tal de no perder unos jugosos millones.

A final de cuentas, el dinero es el tema medular del filme. Dinero que incitó la codicia exagerada de un puñado de hombres-lobo que para llenarse los bolsillos con él, cometieron acciones deshonestas y viles que fueron el principio de una extensa cadena de fraudes y engaños que a la larga serian el catalizador de una crisis por la cual Estados Unidos (y el mundo en general) atraviesa actualmente.

Pero en esencia, lo que el realizador nos presenta aquí no es sino una nueva reelaboración de uno de sus temas recurrentes: los entretelones del crimen organizado. Con la variable de que ahora no son mafiosos italianos, sino mafiosos de cuello blanco. Una obra que dialoga bien con Buenos Muchachos (1990) y Casino (1995), con las cuales se emparenta y se integra con ellas en un tríptico perfecto. Algo que solo la pericia y experiencia de un viejo lobo de mar del cine como Scorsese podía lograr.