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“Habían asesinado a una persona. Cuando yo llegué a la delegación a saludar al Ministerio Público me dicen: ‘¡Ah, ve a… reportaron un cadáver que llegó!'. Yo tenía nueve años, entonces de niño veía yo 30 o 40 cadáveres diario”. Estas insólitas confesiones son del fotógrafo mexicano Enrique Metinides, quien comenzó su carrera prácticamente desde la infancia —de ahí que le apodasen “El niño”—, fotografiando aquello que no nos gusta ver, pero que en el fondo nos atrae y ya forma parte de nuestro cotidianidad: el desastre, la tragedia y la muerte.
Metinides es el tema central del tercer largometraje de la documentalista Trisha Ziff, conocida en nuestro país por su interesante película La maleta mexicana. En esta nueva obra, se acerca al trabajo de un personaje que forjó su carrera fotografiando para la Nota Roja mexicana, pero cuyas imágenes son de una riqueza plástica y expresiva tal, que conmocionan a quien las ve, llegando incluso a ser exhibidas en exposiciones internacionales.
El documental nos permite acercarnos a la figura de este peculiar fotoperiodista, conocer sus orígenes y cómo fue el proceso que lo llevó a dedicarse a ganarse la vida fotografiando accidentes, asesinatos, escenas de distintos crímenes y muchos, pero muchos cadáveres, hasta que un día no quiso hacerlo más. Asimismo, nos adentramos en su intimidad, donde descubrimos a un ser que aunque retrató obsesivamente con su cámara escenas escalofriantes y crudas, es extremadamente sensible y gusta de coleccionar juguetes; a un temerario que arriesgó muchas veces su vida en busca de la imagen precisa y contundente, pero que en su hogar es un dedicado y cariñoso padre de familia; a un fotógrafo que mientras desempeñaba su trabajo, reiteradas veces dejó su cámara de lado para asistir a aquellos que acababa de retratar en desgracia; y a un hombre que muchas veces vio a la muerte a los ojos e irónicamente tiene fobia de subirse a cualquier cosa que vuele. En general, una personalidad de marcados contrastes.
Al tiempo que seguimos la historia de Enrique Metinides, transversalmente recorremos el mundo de la Nota Roja de los años cincuenta a los setenta, donde un accidente vial, un asalto, un pleito callejero, un asesinato o un deceso trágico siempre conmocionaban por ser algo que de alguna forma se salía de lo común y por ello causaba impacto. Actualmente —ante la terrible ola de violencia y muerte que asola a nuestro país— estos hechos pasaron a formar (desgraciadamente) parte de nuestro día a día.
Y en relación a esto, el documental también reflexiona sobre el estatus del quehacer periodístico en la actualidad, y de cómo cualquiera que ejerce esta profesión corre el riesgo de que cumpliendo su labor pueda incomodar a alguien poderoso y sea él mismo víctima de esa violencia a través de amenazas, secuestro, o finalmente ser desaparecido o ejecutado. De hecho, en el documental se hace una dedicatoria al fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, asesinado recientemente en la colonia Narvarte.
El hombre que vio demasiado ofrece el fascinante perfil de un personaje que con su cámara captó un México que ya no existe, donde lo trágico era la excepción y no la regla. Pero sobre todo, que con sus imágenes nos recuerda lo frágil de nuestra existencia, y de cómo basta un instante para separarnos de aquello que somos, que soñamos, que amamos. Y nos hace ver a través de lo terrible de la muerte lo hermoso que es vivir.