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Al ver el quinto largometraje del director de No, uno entiende por qué se ha presentado con mucho éxito en festivales internacionales de cine como los de Mar del Plata, San Sebastián y Berlín —en el cual ganó el Gran Premio del Jurado—, causando críticas sumamente positivas entre los cinéfilos y los críticos especializados.
Con El club, Pablo Larraín hace una fuerte e inteligente crítica a la iglesia católica en Chile, al igual que a la sociedad chilena que le permite operar de cierta forma, a través de la historia de un grupo de sacerdotes retirados que han sido confinados a una especie de casa de retiro, a manera de penitencia para poder ganarse el derecho a ser absueltos por los diferentes pecados que cada uno de ellos cometió en el pasado.
Es así como a las orillas de la costa, en un tranquilo y pequeño pueblo, nos encontramos con cuatro hombres maduros y una mujer devota —más joven que ellos— que cumple la función de cuidadora o de carcelera, dependiendo de la perspectiva desde la que se vea lo que sucede al interior de esta casa que guarda secretos oscuros que no deben ser revelados, ya que hay muchos a quienes no les conviene que se sepan.
La rutina de los cinco habitantes del lugar, que es el escenario principal de la cinta, cambia por completo a partir de la llegada de un nuevo inquilino que es seguido por un hombre que representa los pecados cometidos por los sacerdotes a los que vemos y que se encarga de recordarles de una forma bastante incómoda las cosas malas que han hecho.
A partir de la llegada del quinto cura y de su víctima, tienen lugar una serie de situaciones que también involucran a otro personaje más: un hombre encargado de ver por el bien de la iglesia, que siente algo de repulsión por aquellos que han pecado sin recibir el castigo que él cree más adecuado. Cada quien actúa de acuerdo a lo que mejor le convenga y todos deberán pagar las consecuencias de sus actos.
El club aborda un tema delicado que para muchos resulta incómodo por obvias razones, pero que lamentablemente todavía sigue siendo una realidad en diferentes partes del mundo.