El amor es extraño, pero sin límites ni prejuicios

El amor es extraño, sí, pero siempre sin limites ni prejuicios. La película inicia con la boda entre George (Alfred Molina) y Ben (John Lithgow) después de casi 40 años de estar juntos. El conflicto surge cuando la dualidad en los pensamientos eclesiásticos dejan a George sin trabajo, lo que genera grandes cambios para la pareja, al dejar de tener un sustento económico fijo y tener que sortear con las dificultades sociales, en un mundo duro para las personas mayores.

Ira Sachs nos muestra los claroscuros que tienen todas las relaciones, apostando por un amor maduro, dejando de lado los dramatismos juveniles. Destacan las actuaciones de ambos personajes, logrando transmitir de la forma más sincera el respeto, empatía y cariño que se tienen el uno al otro sin necesidad de mostrale nada a nadie. Un delicado soundtrack basado en piezas de piano acompaña algunas de las escenas aumentando el sentimiento nota a nota.

Fuera del conflicto entre sus personajes, El amor es extraño no logra concretar las historias de los otros personajes y se limita a transmitir la idea de: no conoces a alguien hasta que vives con él, robándole fuerza a la historia, dando pie a un final previsible. Una película que explora la condición humana en todas sus fases.