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Tuve la oportunidad de ver el largometraje de la directora francesa Mia Hansen-Løve (The Father of My Children, 2009), Eden, lo más cercano a un filme épico sobre la escena electrónica de Francia. Es un drama a final de cuentas, la historia del ascenso y descenso de la (relativa) fama de un DJ francés, Paul (Félix de Givry) y cómo sus modernos gustos musicales van pasando de moda (de 1992 al 2013) en una escena tan rápidamente cambiante, como lo es la electrónica. A pesar de ser promocionada con el tagline: “Con la música de Daft Punk”, como dijo la directora al presentar la película en el Toronto Film Festival: “Esta no es una biografía sobre Daft Punk, así que todavía hay oportunidad de abandonar la sala”.
Es más bien una historia del recorrido sin sentido que cualquier vida puede tomar, Paul recorre su existencia como DJ por más de 20 años, mientras personajes recurrentes como su madre, algunas novias, y amigos entran y salen de la escena; Thomas Bangalter y Guy-Manuel entre ellos, más como simples conocidos dentro de la escena electrónica parisina de mitad de los 90’s que como partícipes de la trama, su carrera se desarrolla paralelamente al dúo Cheers, proyecto de Paul con su amigo Stan (Hugo Conzelmann), aunque obviamente con más éxito. El DJ acaba ambientando fiestas pinches años después de que lo pasearan como rockstar por Nueva York y Chicago. Sin familia ni propiedades, la historia de Hansen-Løve, co-escrita con su hermano Sven Hansen-Løve (en quien se basa parcialmente la trama), nos hace preguntarnos si el recorrido de Paul ha valido la pena, o si ha sido todo para llegar a nada.
Este trabajo de Hansen-Løve es tan vasto en su cronología que puede parecer que por momentos no se preocupa de Paul, pero el talento de la directora yace en ir descubriendo el cariño hacia su personaje conforme van pasando los minutos en la pantalla. La película es ambiciosa pero íntima a la misma vez; cubre los tecnicismos del underground electrónico, enseñándonos las diferencias entre garage, house y dance; así como las banalidades del estrellato como las drogas y las cortesías para antros de moda. El buen momento de Paul parece que nunca va a terminar, su novia norteamericana de los 90’s, Julia, le llama “mi chico súper-hip” (la mujer interpretada por una cara muy conocida, Greta Gerwig, mejor conocida por Greenberg, pero mejor recordada como la estelar de aquella presentación en vivo de “Afterlife” de Arcade Fire en los premios YouTube del 2013, dirigida por Spike Jonze). Cerca del final, cuando Paul se acurruca en su cama a leer el poema “The Rhythm” de Robert Creeley, quizás se le habrá venido a la mente la letra de los Flaming Lips: “pensé que había virtud en ser cool”.
Con Eden, Mia Hansen-Løve se consolida como uno de los mejores talentos en el cine francés contemporáneo; capaz de retratar la belleza de varios temas a la vez, en este caso: el de una escena, una vida y una generación.