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En el marco del tributo que Los Cabos International Film Festival le estaba haciendo a Jean-Marc Vallé, para lo cual contó con la presencia de uno de sus colaboradores preferidos, Jared Leto, quien le hizo entrega del premio de la noche; finalmente se develó el último trabajo de Vallé: el largometraje Demolition, estelarizado por Jake Gyllenhaal, actor que se encuentra en un buen momento, haciéndole frente a una sucesión de personajes complejos e interesantes.
Demolition encuentra a Gyllenhaal interpretando a Davis Mitchell, un corredor de bolsa aburrido con la vida, y que pierde súbitamente a su esposa en un aparatoso accidente automovilístico. A partir de ahí no solo pierde a su esposa, sino algo más profundo, el sentido de cualquier normalidad que quedaba en su ser. Empieza a formar una obsesión por componer aparatos electrodomésticos, porque como le dice su suegro: “reparar algo es deconstruirlo, ver que es importante, y volver a armarlo”. Vallé, y su co-escritor Bryan Sipe, no se ponen difíciles con las metáforas y básicamente algo así es lo que está haciendo Mitchell con su vida: demoliendo, para ver si luego puede volver a armar.
De hecho los comparativos de Vallé están por todos lados; el primer pedazo del filme, cuando vemos a Mitchell funcionar como un entumecido godinez dentro de la intangibilidad del mundo financiero, corre como una serie de viñetas frenéticamente editadas donde se le presenta como un pasajero dentro de su propia vida, no tiene ni el control de su propio destino. La edición rápida es para demostrar su corta capacidad de atención, tal como le dijo su esposa. Para reforzar su papel de impotente pasajero, Vallé y Sipe literalmente lo ponen de copiloto en el accidente de su esposa; igualmente cuando en una cita médica el doctor le pregunta dónde siente el entumecimiento, Mitchell le enseña que por todo el cuerpo. Además, como cualquier teto adorable en el cine, envía sus quejas hacia compañías de productos por medio de correspondencia, al estilo Ben Stiller en Greenberg...para que el público diga al unísono: “¿quién hace eso?”.
Por supuesto que para cuando Mitchell empieza a actuar de manera errática, hasta peligrosa, destruyendo cualquier cosa que se le cruce en su camino y básicamente haciendo lo que se le antoja, empieza lo que podemos considerar la verdadera historia...y el rock en el soundtrack, para reforzar su cambio a badass; aunque frustrante es escuchar pedazos de “Touch Me I’m Going To Scream Pt. 2” de My Morning Jacket sin que llegue a la parte “buena”.
En la vida de Mitchell aparece Karen Moreno (Naomi Watts), quien lo acompaña en su misión por demoler y reconstruir su vida, pues ella se encuentra haciendo lo mismo, y se unen como esos espíritus que se juntan en el aire después de que han despegado del suelo, con rumbo desconocido. El camino de Mitchell se transforma en un caleidoscopio, o un carrusel, de errores, remordimientos y oportunidades perdidas... todo muy bien hasta que Vallé y Sipe se ponen muy generosos con los “plot twists” cerca del final, lo que resulta en un derrame de emociones a esas alturas.
Con Demolition se nota que Vallé realmente está tratando de darle en el clavo a otro éxito comercial al estilo de su pasada Dallas Buyer’s Club; las metáforas son simples, es cine de arte pero sin complicarse demasiado. Un riesgo calculado para alguien que todavía tiene mejores trucos bajo la manga.