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Al parecer este año la alucinación alienígena, con algunos retoques existenciales, regresa al cine con Prometheus (2012) de Ridley Scott.
En el legendario comienzo de la primera Alien (1979), el Nostromo, nave protagonista de esta aventura, recibe un SOS proveniente del planeta LV-426. El lugar resulta ser una roca vacía en la que se hallan las ruinas de una nave extraterrestre y posteriormente los huevos de los xenomorph, o sea del alien tan popular y querido que todos recordamos. La pregunta aquí es, ¿acaso la nave que envió el SOS recibido por Nostromo fue la Prometheus? Un feedback cinematográfico ha comenzado a generarse entre el filme de 1979 y el nuevo filme Sci-fi de Scott.
Ellen Ripley (venerada Sigourney Weaver) es la protagonista de la primera película de esta saga. Ella se enfrenta a una forma de vida salvaje y totalmente desconocida, capaz de inseminar a cualquier especie y a partir de ello evolucionar para adaptarse rápidamente al nuevo medio. El gran encanto de Alien fue retomar un poco la idea del monstruo o fantasma escondido en el castillo abandonado para llevar esta fantasía hacia el espacio; un nuevo escenario para revivir el encuentro con los demonios internos.
La saga que inicia con Scott consta de cuatro filmes, cada uno dirigido por diferentes directores, sin oportunidad para repeticiones: Alien (la de Scott), Aliens (1986) de James Cameron, Alien 3 (1992) de David Fincher y Alien: Resurrection (1997) del chico Amelie, Jean-Pierre Jeunet. Nada más leer los nombres de estos directores, uno se da cuenta que esto de Alien no fue cualquier cosa; cada nueva entrega de la saga logró reinventar la criatura y readaptar este universo de acuerdo al estilo del respectivo director. Por ejemplo, la versión de Fincher es una de mis favoritas, porque llevó la historia, en una estética exacerbadamente claustrofóbica y sombría, hacia un planeta prisión lleno de asesinos y psicópatas; además nos regaló la primera cruza entre alien y perro.
Con Prometheus estamos ante una cinta que a momentos pareciera ser precuela de la saga original y en otros, pareciera ser un remake, tal vez un eterno retorno. En esta versión otra nave de la queridísima compañía Weyland (presencia constante en el universo Alien) manda una misión científica para encontrar a unos seres, llamados los Ingenieros, a los que se considera los creadores de la raza humana. Ahora la historia toma lugar en una luna (al parecer habitable) de un planeta lejano, donde yace una nave alienígena abandonada. Scott nos deja claro que no se trata del mismo planeta de Alien, sin embargo la nave encontrada por el equipo de Prometheus es análoga a la del filme original.
Lo destacable de Prometheus es que vincula el terror de la primera saga con temas de índole existencial, religiosa y hasta genética. Los nuevos astronautas se dirigían al encuentro con sus doctores frankensteins y en el ínter, como exploradores que profanaran sepulcros egipcios, tropezarán con una maldición intergaláctica y con otras sorpresas.
En la Alien primigenia nos topábamos con la tumba espacial que guarda el mal puro, nos reencontrábamos con el horror a la Otredad; una plaga capaz de corromper lo humano para autopreservarse. Por otro lado, en Prometheus se retoman temas de la ciencia ficción clásica, al estilo Kubrick en A Space Odessey o Solaris de Tarkovski para mezclarlo todo con el horror de la saga original. Así, Prometheus es un peculiar remake, un nuevo híbrido alien con tintes de precuela, que nos conduce hacia una misma geografía en común, la pesadilla de lo desconocido.