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"Vivimos más en las historias que nos construimos, que en la realidad”, escribe Isis en WhatsApp. Alguien saca una captura de pantalla y me la hace llegar. Ella ni siquiera imagina que alguien en quien ha confiado acaba de enviarme información que le pertenece. “Usamos la imaginación para desarrollar laberintos sin salida”, pienso. No importa si en verdad nos cuentan "la verdad", no la creeremos. Nos quedaremos con la nuestra, la que se adecua al entorno.
Conceptos como "verdad" tienen una posibilidad de interpretaciones tan amplias como hay estrellas en el universo. Es más rentable la paranoica idea de que el gobierno nos oculta "la verdad" (una conspiración secreta para que vendan el petróleo, "la mafia del poder" quiere vender el territorio nacional a trasnacionales, los aviones no pueden caerse debido a fallas mecánicas, el Estado ordena el asesinato de periodista). La teoría de la conspiración vive en cada espacio donde las arbitrariedades generan una multitud de posibles sucesos. Creeremos aquella idea que parece prohibida, reproducida en los terrenos de lo subterráneo. En los mensajes “ocultos”, en las conversaciones que nos hacen llegar, en los documentos “filtrados”, en los rumores que cualquiera puede inventarse. Es un “inception” a nuestro pensamiento. Paradójicamente, al tratar de acercarnos a la verdad, lo que buscamos son argumentos que sostengan nuestra creencia y no posturas que nos lleven a una visión panorámica de los eventos.
Fox Mulder y Dana Scully vuelven con seis capítulos de una miniserie cuya premisa es la pasión/obsesión de Mulder por descubrir El Complot, El Secreto o Los Secretos, como sucedió en las anteriores temporadas de The X Files con los mitos sobre El Hombre que Fuma/Hombre Cáncer junto con El Sindicato mantienen la existencia de seres de otro planeta, permitiéndoles hacer experimentos mientras planean acabar con la humanidad. Todo apunta a que nuevamente veremos al gobierno detrás del ajedrez.
How happy are you that Mulder and Scully are back?!
Posted by The X-Files on domingo, 24 de enero de 2016
En su momento The X Files fue un hito, que poco w poco se fue carcomiendo en capítulos sobre lo paranormal, sobre lo que no podría explicarse bajo los cánones de la ciencia tradicional. 15 años después se aventuran en el retorno sin fin (cuántas veces veremos estos retornos) dentro de la época dorada de la televisión y sus múltiples formas de consumo: en directo, en directo por Internet, en demanda, en demanda por Internet, en móviles, en computadoras.
En perspectiva, me pregunto: ¿para qué más capítulos de una serie que ya se terminó? Y los fans ya con el estampado de "I want to believe”, excitados durante la bizarra introducción. Con los capítulos, podrán enumerar 1, 2, 3, 4, 5, 6, 40, 50, 70 razones para justificar el hype-revival de una época que ya culminó.
Lo cierto es que hoy es más difícil mantener un secreto de Estado, y los individuos cada vez adquirimos un poder (¿anarquía?) de expresión que llega a causar estragos en el estado actual de las cosas.
Sobre si Fox, la cadena, y Chris Carter –mente creativa– debieron producir 6 nuevos episodios no tengo voto alguno. Pero pienso, como fan, que deberían estar a la altura de las nuevas producciones en lenguaje visual, sonoro, narrativo y en temática que refleje la ficción sobrepuesta a la nublada "realidad". Mentirnos con lo mismo que ya nos contaron hace 20 años sería tan grave como los secretos que buscan destapar Mulder y Scully.
Trasladado al mundo actual, The X Files podría y debería ser un método de pensamiento para orillarnos a dudar absolutamente de todo, de lo que nos dicen los medios, lo que dice el gobierno, lo que nos dicen en nuestra familia, nuestros amigos, nuestros novios y novias, lo que nos decimos a nosotros. En el último escalón de la duda, deberíamos cuestionarnos si estamos dispuestos a vivir en la realidad o a engañarnos como se cuestiona Isis en su conversación. Ella, por cierto, no tiene idea de que he tenido acceso a sus pensamientos, sus problemas existenciales, los rumores del lugar donde trabaja. Ella ha sido traicionada, pero no lo sabe. Y no tiene idea. El mundo ha cambiado, no cabe duda, pero sigue existiendo una verdad allá afuera. y creo que es mejor no confiar en nadie.