La época dorada de las series (no digamos en TV, porque ya vimos que Netflix está tirando muros) ha visto caer una de sus apuestas que parecía iba a quedar para la historia: True Detective.
¿Qué diablos ha pasado en este show que había encumbrado en su primera temporada a Nic Pizzolatto como una pluma potente en el noir televisivo?
La pregunta surge porque la primera temporada de True Detective es alto calibre, uno de los seriales artísticos más interesantes en este nuevo mundo de medios que vomita productos miserables en YouTube. Hollywood y mucha parte de la industria cinematográfica fue relegada con esta primera entrega escrita por Pizzolato y dirigida en su totalidad por Cary Fukunaga. Bueno, pues si tanta grandeza, por qué esta segunda parte, cuya premisa no se relaciona con la primera, fue un fracaso ante la crítica y la audiencia que por cierto, abandonó la segunda temporada dejando el rating del capítulo final por debajo de la primera. Pero vamos, que muchas veces cantidad no es calidad.
Y la prensa no se cansa de repetirse la misma pregunta, ¿qué ha salido mal esta ocasión? Aquí exponemos nuestras razones del porqué ha venido abajo la calidad del serial en el que teníamos mayor esperanza esta temporada.
- La dirección. ¿Será casualidad que la primera temporada hubiera tenido un solo director y se sintiera sólida? No. Aquí cambiaron los directores (siete en total) y los que escogieron no parecen tener credenciales y visión artística como para mantener a flote las locuras audiovisuales de Fukunaga. Hacia el final del cuarto episodio de la primera temporada (“Who Goes There”) hay un plano secuencia brutal, en el que vemos a McConaughey en una favela de narcomenudistas negros librar obstáculos, eso es superior a cualquier momento de la segunda temporada con todo y que tenía de dónde cortar momentos delirantes como la orgía en la mansión, la balacera con el narco mexicano “Ledo Amarilla”, la secuencia en donde la policía enfrenta a “Ray” en el bosque. Simplemente decepcionante.
- El guión, la narrativa, el crucigrama dramático, los giros de tuerca, las volteretas en la historia, los elementos surrealistas, la ausencia de enigmas y misterios. A Pizzolato nadie lo paró (asumió el papel de showrunner) y su ego fue más grande que su talento.
- El asunto se puso dudoso desde que anunciaron al casting y lo peor fue que estos "temores" se confirmaron mientras veíamos que estos cuatro actores no están a la altura de los dos pedazos de monstruos que son Matthew McConaughey y Woody Harrelson. Rachel McAdams, Vince Vaughn, Colin Farrel y Taylor Kitsch no acaban de entrar en su desarrollo como detectives y mafiosos, y nosotros no acabamos de involucrarnos con ellos. Algunos momentos parecen sobrepuestos y no son claros, como la homosexualidad de Woodrugh” o la manera en que terminan involucrados "Ray" y "Bezzerides", la absurda compasión que se tienen el uno al otro al contarse su pasado tortuoso, el inexplicable actuar de “Frank” y”Ray” en el final, y por qué no decirlo, la última secuencia de esta temporada con dos heroínas femeninas.
- Algo le sucedió a T Bone Burnett, la música no se siente tanto como en la primera, le faltó fuerza dramática o misterio para introducirnos en las situaciones complejas. Existe muy poca tensión y poco suspenso en los momentos en donde la música podría acompañarla historia.
- No hay ambientes sórdidos, no hay atmósferas lúgubres, sencillamente no hay un diseño de audio tan perfeccionista como en la primera. No hay eco en los disparos, drones punzantes, latidos siniestros, no hay universo.
Pero algo bueno debe tener. Sí, la secuencia inicial, con música de Leonard Cohen que capitulo a capitulo cambiaba fragmentos de “Nevermind” adecuados a lo que se desempolvaría en el episodio. Imágenes en cámara lenta, paisajes rojos, naranjas, amarillos con doble exposición y las siluetas de los protagonistas . Nuevamente, como en la primera, es de Raoul Marks, un intro hermoso.