Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Con su ópera prima, Mohar superó el mayor obstáculo de la cinematografía nacional: la distribución. Santiago Mohar Volkow se fue a estudiar cine a España pero no terminó. Luego rodó Los Muertos, su ópera prima, misma que tras presentarse en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), ahora debuta en salas comerciales.
“Tenía muchas ganas de hacer películas. Ésta es una historia que era capaz de hacer porque conocía ese mundo. Tenía dudas de la violencia y la muerte. Como estuve cinco años fuera de México, leía sobre la violencia pero también notaba que de alguna manera mi círculo cercano se mantenía igual. Sí, la violencia afectó a gente conocida pero no la dinámica. Esa permaneció. Quería abordar eso”, explicó.
Para filmar su primera película, Mohar juntó un equipo muy íntimo. A excepción de 2 o 3 personas, todos los actores eran amigos de la infancia, situación que permitió que durante el rodaje hubiera un ambiente de confianza.
“Sale mi familia, gente cercana. Como a todo mundo le hace mucha ilusión hacer una peli le ponen muchas ganas. Se portaron muy profesionales. Les pedí que actuaran de forma natural, los dirigí poco. En cuanto al equipo técnico también todos eran amigos pero ya con experiencia”, contó.
Aunque para Los Muertos eligió trabajar con gente cercana, Mohar no necesariamente está casado con la idea de alejarse de los actores.
“Para mi segunda película probablemente sí usaré actores. Tomaré la decisión en función del proyecto y no de forma dogmática. En el caso de esta cinta se dio así por temas de presupuesto. Trabajar con amigos nos permitió tener un rodaje barato. La película costó un millón de pesos. Del rodaje fueron aproximadamente 400 mil, no contaba con la postproducción, eso lo resolví después. Conté con 8 inversores diferentes que aportaron recursos a los cuatro productores”, recordó.
Para concretar la posproducción de su película, Mohar colaboró con Arca y Fondeadora.
“Con la distribución tuve mucha suerte. Se me acercaron ellos a mí porque [la cinta] había tenido un buen recorrido en festivales y eso ayudó. Además metimos la carpeta a EFICINE y el proyecto fue seleccionado para distribuirse. Llegar a salas comerciales es el gran mérito de la película. Es una cinta independiente que llega al cine donde solamente el 20% de las producciones lo consigue, esto a pesar del poco presupuesto con que se realizó. Creo que fue una mezcla de suerte y de no aspirar a más de lo que podíamos lograr”, dijo.
Ya que toca el tema de la distribución, Mohar menciona que en el cine mexicano actual hay cosas muy buenas. “Es uno de los mejores países para hacer cine, hay muchas ayudas”, dice para luego agregar que “como todo mundo sabe, el problema es la distribución”.
¿Pero como espectador disfruta del cine mexicano? “Creo que la calidad de las películas comerciales cojea mucho. En el cine de autor sí hay calidad, es una cuestión de gustos. Yo, por ejemplo, ya estoy cansado del estilo minimalista. Prefiero un cine más barroco”, explicó.
Mohar se considera una persona muy distinta a la que escribió Los Muertos. Sus influencias cinematográficas cambian constantemente y actualmente admira la obra de Fassbinder, aunque confiesa que durante el rodaje estaba obsesionado con la cinta El Diablo Probablemente de Bresson.
Como cineasta, Mohar disfruta de cambiar el tono según avanza la película. “Hay momentos donde es muy evidente que es una película y luego no. Me gusta cambiar la observación. En México hay esta tendencia a hablar mucho del tema y poco de la forma. Hace falta gente que repare en elementos formales”, concluyó.
Luego de debutar con el pie derecho, ahora Mohar trabaja en un documental que estará disponible en internet a través de deriva.mx.