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La primera de ellas fue The Devil Rides Out (Inglaterra, 1968) de la célebre productora británica Hammer Films, en el momento de su mayor efervescencia y fecundidad en lo que a cine de horror se refiere. En ella, se adapta la novela homónima de Dennis Wheatley, y trata sobre los desesperados esfuerzos del Duque de Richleau y su compañero Rex Van Ryn por liberar a Simon Aron (hijo un tercer amigo) de las garras de un culto satánico encabezado por el intimidante, poderoso y extremadamente peligroso Duque Mocata; quien pretende volverlo parte de su secta.
Además del atractivo que el sello de la Hammer por si solo le confiere al filme; tenemos la presencia de un trío que es una combinación ganadora: Richard Matheson (Soy leyenda, Reto a Muerte, The Shrinking Man y un largo etcétera) se encarga de adaptar y escribir el guión; Terence Fisher (Dracula, The Curse of Frankenstein, The Mummy y otros clásicos) la dirige; y el protagonista principal es nada menos que el recientemente fallecido Christopher Lee encarnando al Duque de Richleau. También destaca la interpretación del actor Charles Gray como Mocata, y cuya apariencia física guarda cierta remembranza con la efigie de Aleister Crowley, homenajeado de este año en el festival con un ciclo del que esta cinta forma parte. Una joya que vale la pena conocer o revisitar según sea el caso.
Mas tarde, se realizaría una función especial conmemorando los cuarenta años del estreno de uno de los filmes más importantes del género producidos en nuestro país. Se trata de Más negro que la noche de Carlos Enrique Taboada, y que narra como un grupo de guapas jóvenes se mudan a vivir a una casona que pertenecía a la tía de una de ellas, y que le es heredada tras su muerte. Pero a raíz de un evento desafortunado, el espíritu de la difunta tía decide cobrar venganza desde el más allá y comienza a acosar y asesinar a las chicas.
Más negro que la noche no ha perdido su toque y sigue inquietando y aterrando al espectador, como lo denotaron algunos gritos ahogados y sobresaltos que ocurrieron durante la proyección, y al final de la misma el publico terminó aplaudiendo la obra. Además, es toda una experiencia ver en pantalla a unas muy jóvenes y hermosas Claudia Islas, Susana Dosamantes, Helena Rojo y Lucía Méndez; y a la ya desaparecida actriz Tamara Garina (de origen ruso pero afincada en México desde joven) interpretando a la fantasmal Tía Susana. Aunque recientemente se realizó un remake de esta película, este es perfectamente olvidable y no le llega ni a los talones al original.
Y para regresarnos al presente, y a la sección de largometrajes en competencia; se proyectó June (Estados Unidos, 2015), dirigida por L. Gustavo Cooper y protagonizada (y coproducida) por Casper Van Dien. June es una niña que cuando era bebé estuvo a punto de morir sacrificada en un ritual y que logró sobrevivir milagrosamente, pero a consecuencia de este traumático evento, coexisten en ellas dos personalidades: la de una niña introvertida, temerosa y vulnerable, y la de un ser sobrenatural que se hace llamar Aer, poseedor de un poder sobrenatural pavoroso y que ha provocado varias desgracias a lo largo de la corta vida que la menor ha llevado.
El filme esta inspirado principalmente en Carrie (De Palma, 1976), con un personaje en el que se da una letal combinación: una extraña facultad y una inestabilidad emocional. En este caso, June tiene que (literalmente) enfrentar a su demonio interno y controlarlo para evitar que sucedan más desgracias que afecten a los seres que intentan ayudarla y/o protegerla. Efectos especiales decentes y una historia contada correctamente (aunque con un desenlace que termina dando tumbos) hacen llevaderos los 90 minutos que dura.