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Hace un año me enteré por primera vez del CutOut Fest. El nombre me parecía conocido, pero mi concepto acerca de él no era claro. Supe que se realiza en Querétaro y que gira en torno al arte y la animación. Estos datos siguieron sin darme un rostro claro del festival. Teniendo un reducido panorama en estas ramas no sabía qué esperar. El festival, creado por Miguel del Moral, me introdujo en un espacio nunca antes imaginado, donde el talento, la innovación y la convivencia se unen por cuatro días con la intención de apuntar a un mercado en esta área y contagiar al público local.
En 2015 no lo dudé y decidí regresar. Con la expectativa en su máximo punto, abordé un camión de ETN que prometía proyectar el documental de Brett Morgen, Montage of Heck. Las dificultades de la carretera y el sistema de video a bordo no permitieron que el entendimiento del filme pudiera ser total, sin embargo algunos vistazos le pude dar. Observando la animación de Stefan Nadelman y Hisko Hulsing entendí la pertinencia de este trabajo en el festival, que se esmera en apoyar la narrativa con imágenes no documentadas; una de ellas muestra a un Kurt Cobain joven creando un collage musical de cuatro pistas, mismo que le da nombre al largometraje.
Querétaro me recibió con un clima nada diferente al de la CDMX. La limpia y tranquila localidad se distingue por llevar una rutina que pocas veces encuentra cosas sorprendentes, una de ellas es CutOut. De los enfoques que más llamaron mi atención en esta edición es el que se dirige hacia lo interactivo, por esto, cuando observé que Oniria, creadores enfocados a la realidad virtual, ya tenía preparado su stand en el Museo de la Ciudad, me encaminé ansioso a él. La experiencia de jugar el clásico Snake con lentes de VR, fue como una ventana hacia el futuro y el beta de un campo con enorme potencial.
Esta sede, que en días normales ofrece exposiciones de arte, esta vez estaba enfocada al videojuego. En una sala, consolas como el Nintendo 64 y el Sega ofrecían la posibilidad de echar una reta de Smash Bros, Mario Kart o Mortal Kombat. En el patio de afuera, una maquinita estaba disponible para juegos como Metal Slug. De hecho, este artefacto se muestra como una reliquia, que incluso se exhibe en el Jardín Guerrero como una pieza museística.
Dejando los juegos atrás, partí a la exposición "El Mundo Intermedio" de la australiana Tanya Shultz a.k.a. Pip Pop en la Galería Libertad. Pese a ser esta la sede más lejana del festival (distancia que se puede caminar), no quise perderme de la inauguración. La artista presentó su trabajo, que configura una instalación hecha de dulces, azúcar, flores de plástico y cristal, que refleja nociones oníricas y utópicas. Estas se pueden relacionar con la leyenda medieval francesa La Tierra de Cockayne, que describe una tierra prometida hecha de comida, donde la gente puede tener todo lo que desee.
En la parte de arriba, la fotografía y la composición audiovisual invitaban a un cuestionamiento de las formas. Por una parte la exposición de Simón Gerbaud llamada "saVer" analiza objetos comunes y su descomposición, cuestionándose así el significado que una cosa puede tener, mientras que Erika Harrsch con "Room 35" exhibe una serie de videos que se convierten en una sinfonía visual de sombras y figuras.
Mientras tanto, Fuck Up Nights estaba a punto de tomar el Museo de la Ciudad. Gracias a un retraso en la programación, me permití llegar de la galería sin contratiempos a escuchar cuatro historias de éxito/ fracaso de publicistas. Este formato permitió compartir la ideología de participantes que tuvieron que pasar por momentos difíciles y, a través de diez imágenes, mencionan lo aprendido.
Para cortar el listón oficialmente, Miguel del Moral inauguró esta edición en el Teatro de la Ciudad bajo el lema de tener un “ojo clínico”. El cortometraje francés Splintertime fue la primera probada o “dosis”, como lo mencionó el director del festival. CutOut Fest inició una de sus ediciones más prometedoras, aprendiendo de errores del año pasado, reconfigurando los espacios y ofreciendo aún más propuesta, manteniendo el nombre que los ha caracterizado. Como mencionó la pintora y directora del Instituto de Cultura queretano, Paulina Aguado, están “poniendo a Querétaro ante los ojos del mundo”.