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London calling. 4 grados de temperatura. Charcos ensuciando el brillo del zapato. Músicos en calles aledañas combatiendo la lluvia para revivir a los clásicos británicos. London Eye vigilando en las alturas; Big Ben repicando un año más para los BAFTA. La puntualidad británica anunciaba el tiempo en que se habría de inscribir con los máximos laureles el nombre de México en la historia del cine mundial.
Todo en Londres estaba listo para la noche más importante del cine en Europa. Si bien Cannes es la plataforma de inicio, difusión y resonancia que habrá de cambiar para muchas películas su historia y su camino, son los premios BAFTA (British Academy of Film and Televisión Arts) el galardón que cierra ese ciclo y celebra a las películas más destacadas del último año. El BAFTA es para la industria británica lo que el Goya es en España o el Óscar en Estados Unidos.
El recinto de la Royal Opera House, una de las máximas casas de danza, ópera y tradición artística del mundo, engalanaba una vez más su fachada con casi 100 metros de brillante alfombra roja, camino reluciente antes visitado por figuras como Laurence Olivier, Marlon Brando, Alfred Hitchcock, Vittorio De Sica y que ahora esperaba a Matt Damon, Leonardo DiCaprio, Steven Spielberg y González Iñárritu. Acento enteramente británico con vestidos de seda, zapatos en lustre, miradas de galantería: así se recibía un año más a México en el mismo lugar en donde un año atrás platicábamos con Michael Keaton sobre Birdman, y hace dos de Gravity con Cuarón. Volvía México a Londres y le esperaba la mejor de su noches en Europa a la fecha.
La turba más elegante del cine desfilaba por la alfombra roja de los BAFTA. Muchas caras y colores y poco tiempo para procesarlo. De pronto, casi sin sentirlo, aparece Martín Hernández, mancuerna indiscutible de González Iñárritu que se encarga del sonido en todas sus películas. Amigo desde los tiempos de la radio para “El Negro”, ahora convertido en cómplice de hazañas en Hollywood.
“La experiencia de trabajar con alguien a quien conoces tan bien, y encima tener la fortuna de que a él le guste hacer este tipo de películas, es un verdadero privilegio. Fue una odisea esta película. Las expectativas eran muy altas y el tiempo muy corto. Pero Alejandro trabaja como nadie y por eso logramos películas como ésta. No podría existir un The Revenant sino fuera por alguien como él. Es un privilegio estar cerca de su talento, y un placer, a través de sus películas, ser testigo de ello”, comentaba para Indie Rocks! un emocionado Martín Hernández, minutos antes de recoger el BAFTA a Mejor Sonido.
La noche comenzaba y la máxima casa de la ópera británica se iba a negros. La transmisión comenzaba: nervios de punta para una generación de cineastas mexicanos que han sido el estandarte de un nuevo momento para el cine nacional. Las ternas empezaban a alumbrar rostros victoriosos y The Revenant confirmaría esta noche el camino hacia la historia.
“Alejandro Iñárritu, esta película no sería posible sin tu visión, capacidad, inteligencia, tu compromiso feroz, tu autenticidad cada día en este proyecto, pero sobre todo gracias por convertirte en un gran amigo antes que otra cosa”, decía emocionado Leonardo DiCaprio en el escenario de la Royal Opera House al recibir el BAFTA a Mejor Actor.
Pocos directores podrán contar haber estado nominados a un BAFTA. Menos, haber compartido terna con históricos como Steven Spielberg o Ridley Scott. Pero a González Iñárritu le tocaba todo eso, y también la posibilidad de un privilegio aún mayor: recoger el BAFTA por partida doble, como director y productor. De momento la noche presentaba dudas y algunas premios se escapaban para la más ambiciosa película de “El Negro”. Era imposible no remontarse un año atrás, cuando en este mismo recinto, de 9 nominaciones, la Academia Británica de Cine y Televisión le otorgaba un sólo galardón a Birdman. Uno, y no a González Iñárritu. Pero a México, esta vez, nada parecía poder empañarle el paso histórico por Londres. Todos los mexicanos nominados comenzaban a llevarse el galardón a casa. Y así llegaría entonces el momento cumbre de la noche: la develación del mejor director y la mejor película. El nombre sería el mismo. Alejandro González Iñárritu.
“Gracias a la Academia del BAFTA, es un verdadero honor. Un honor inmenso tan sólo estar en la misma terna que estos extraordinarios directores. Es un verdadero honor recibir esto. Este premio llega con puntualidad británica impecable, pues quería compartir algo así con mi esposa Mariela, con quien mañana voy a celebrar nuestro 24 aniversario juntos. Te lo dedico a ti. Eres lo que llamo heroísmo y fuerza", diría el mexicano conmovido al recibir el galardón a Mejor Director para añadir, instantes más tarde, al regresar al escenario para recoger el premio a la mejor película:
“Mañana es el 2º aniversario de la muerte de mi papá. Estoy seguro que él tuvo todo que ver con esto. Le prometí a mi mamá que no estaría triste, y que haría todo por celebrar su vida y lo que la vida me permitió tener durante 50 años a su lado: el privilegio de un gran hombre como él. Es preciso agradecer ahora por ello, de la misma manera en que agradezco profundamente recibir ahora este reconocimiento”.
Una noche histórica más para México, que viene a refrendar la categoría y nivel de los cineastas de nuestro país. Una noche para Iñárritu que es una celebración familiar a la distancia, por haber sido capaz de abrirse a mano propia su camino entre los grandes.
Ciudad de Londres que recibe por tercer año seguido a lo mejor de nuestro cine, para regalarnos el privilegio de celebrar un momento de arte que inspira y da voz a un país que tanto necesita salir adelante con historias como estas. Noche de BAFTA con sabor a México, que habla de nuestro cine y le regala a la tradición fílmica de un país completo motivos para sentir con orgullo el carácter y la pasión de sus artistas.