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Gabriel lo ve como una analogía de lo que vivimos nosotros como especie biológica, pues uno de los elementos que genera la extinción es la luz artificial y la industrialización y comenta que el tratar de crear consciencia sobre este tema es muy paradójico; el espacio es muy particular y no existe en muchos lugares del mundo así que la zona se vuelve más atractiva para la gente, y ése es el problema.
“Aquí entra el debate, porque mientras la región lo acepta por el ingreso turístico que ayuda a la localidad, hay que tener en cuenta que para que la luciérnaga se reproduzca necesita un territorio y un ambiente donde no debe haber luz artificial, es más, ni seres humanos. Es una lucha entre la población y los organizadores porque no hay regulación para que la especie se preserve, así que o se van, o se extinguen”, añadió.
Pero este ensayo no fue hecho para crear consciencia. Se concibió paralelamente con Cocoliche Lab y FILUX, que se acercaron a él muy interesados en su trabajo.
“Fue todo un viaje, literalmente [risas]. La primera vez que entré al santuario fue de manera turística, y Tlaxcala tiene cierto proceso para proteger la zona y poder acceder. No fui ni siquiera con mi cámara, sólo fui a conocer, y de ahí decidí hacer un ensayo fotográfico. Una semana después llegué al lugar nuevamente y me adentré en el monte para acampar”, comentó.
La técnica de estas fotografías es muy difícil; no puede haber luces ni ruido porque afecta su entorno, y hay que respetar su espacio. Solo aparecen de 30 a 40 minutos cada día, es decir, Gabriel tenía media hora diaria para tomar las fotografías, para las cuales se hacen largas exposiciones, así que tenía muy pocas fotos, pero en una semana tuvo el material suficiente para hacer la selección que apareció en la exhibición.
“Para adaptarme no bastó más que un día, la dificultad fue técnica, por suerte pude determinar cuáles eran los elementos propicios para tomar las fotografías, eso llevó como 3 días, y los demás ya los dediqué a tomar fotos”, y explicó: “tú como fotógrafo funcionas también como cámara obscura porque no ves nada, no puedes encuadrar, todo es intuitivamente, y tú te imaginas el encuadre. Es un trabajo doble, así que tienes que moverte rápidamente”, concluyó.
Berber vincula a estas criaturas fulgurantes con la sexualidad y la muerte, pues el momento de luminiscencia es el que se efectúa para poder reproducirse, buscan sobrevivir, pero también está el juego en el que si no se reproduce, hay una muerte. Es una puerta a lo descollante del mundo no sólo como humanos, sino como seres vivos, para testificar la continuidad de la vida.
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