9
EMI / 2016
18/Jul/2016
16 años es demasiado tiempo de espera, pero los intervalos extensos a veces sirven para replantear todo el concepto detrás de una banda —su identidad musical y su acoplamiento a los tiempos—, que muchas veces no pasa por terquedad. Miren lo que pasó con Portishead (Third, 2008), My Bloody Valentine (m b v, 2013) y hasta el infravaloradísimo retorno de Guns ’N Roses (Chinese Democracy, 2008). Justo estas pausas sirven para dejar hambre en sus acólitos más acérrimos y, a su vez, recaudar nuevos fans en el camino. The Avalanches no son la excepción, y Wildflower sin duda apelará a los paladines del CD y a los jóvenes melómanos cuya cultura musical gira alrededor de servicios de streaming.
En producción desde 2005, Wildflower es como si subieses la aguja del tornamesas mientras reproducía su disco debut para poner pausa y la hubieras vuelto a colocar… pero muchos años después. Toda la magia tropical, colorida y energética sigue ahí, pero ahora en vez de estar en medio de las olas y regocijándote en el panorama playero - como bien ilustran en dicha portada - ahora entras a una de las tiendas o bares que se encuentran en el muelle de la costa. La vibra es la misma, pero es definitivamente un disco de 2016.
Después de poner todo el caos en orden con los 15 segundos de “The Leaves Were Falling”, el disco despega de inmediato con “Because I’m Me”, con la voz invitada de Camp Lo. Es inevitable seguir haciendo comparaciones con su obra anterior, ya que a partir de aquí la mecánica es la misma: el resto del disco es como una canción gigante con varias paradas en medio de la psicodelia, la instrumentación orgánica y los beeps y bloops que son mandato del género. El tercer track (y primer sencillo), “Frankie Sinatra” es un torbellino caleidoscópico de hip-hop, travesuras y nostalgia, mientras las filosas rimas de MF Doom y Danny Brown coexisten en armonía con “My Favorite Things” de La Novicia Rebelde.
Casi podemos adivinar de qué va el resto del álbum, pero el trío nos agarra en curva cada vez que puede. Entre la acidez de “If I Was a Folkstar” con la participación de Toro y Moi hasta la hilaridad beatlesca de “The Noisy Eater” con el maestro del beatboxing, Biz Markie; pasando por el indie rock de “Stepkids” y “Harmony” y el demoledor krautrock nostálgico de “Saturday Night Inside Out”, donde sale por ahí Father John Misty. Este último track - el cierre del disco, de hecho - es uno de los puntos más fuertes de la obra; prácticamente engloba todo lo que The Chemical Brothers han intentado hacer por años para recuperar viejas glorias, pero sin éxito. O The Go! Team en toda su discografía.
La marea está alta, pero se sostienen, como bien diría Debbie Harry. Es un disco fuerte, sin temor, adictivo y que demanda ser digerido en una sola toma, mismo que podría propiciar a que los streamers que acostumbran a seleccionar bit por bit tengan la valentía (¡cómo se atreven!) de escuchar un disco completo. El viaje vale la pena para los viajeros de todas las edades y gustos. The Avalanches están de vuelta y esperemos que esta vez para quedarse y enseñarnos una cosa o dos de lo que le falta a la música hoy en día: el factor de temporalidad.
9
Bataille Records / 2016
15/Jul/2016
The Rain empieza con una introducción bastante tranquila que da nombre al disco. Después, “Mango Coconut” poco a poco va arrancando los motores de lo que nos espera. Al contrario de las expectativas, no remite a ningún ambiente tropical, sino que literalmente parecen motores arrancando, sonidos de autos con el efecto doppler que van de uno a otro lado de las bocinas.
“Market Day” tiene ese glitch de los antiguos LP’s, ese gis analógico que tanto genera añoranza en los nostálgicos empedernidos y es hasta “Pass and Go (Demo version)” que aparece la voz, un elemento constante en Goodbye, el disco que Colder sacó a la par que The Rain. La gran diferencia entre ambos es que este último es mucho más ambiental y experimental que su gemelo.
La lluvia es un elemento constante en los sampleos de todo el disco y los sonidos fluyen como el agua sin que haya una transición entre canción y canción, lo cual no nos permite diferenciar fácilmente el inicio y el final de cada una de ellas. Los loops empleados en “All along the way” se vuelven cada vez más adictivos por lo que funcionan de manera excepcional para amenizar una reunión en un roof garden pero habrá que detenerlo antes de que el disco siga su curso pues “RE 501 Friday Night”, resulta mucho más experimental y anticlimática (parecen campanas tubulares con demasiada reverberación y eco, y ningún sentido melódico).
Si de experimentar se trata, Colder lo lleva al extremo al final del disco en el que incluye el sampleo de “Holy Night” (o “Noche de paz” en español) en su canción con el mismo título. The Rain bien podría tratarse de un disco para relajarse y ver la lluvia nocturna desde la ventana pero hay que recordar que las sombras que produce también pueden generar temores y momentos de intenso desasosiego.
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